viernes, 31 de agosto de 2018

La "mamá de"

Me convertí en "mamá de B". Mi cuerpo tan suyo.

Había visto a B caminar a su salón y entrar. Ya me iba, cuando me llamó la mamá de K. Apenas ahora mismo, recuerdo que se llama G.

- ¡Mamá de B! -dijo.

Me acerqué.

- Perdón, se me olvidó tu nombre...
- Así somos: "mamá de K", "mamá de B".

Continuamos la conversación.

Yo amo ser "mamá de B". No solo amo la maternidad o particularmente hacer de su mamá, sino que amo ser identificada y llamada "mamá de B".

Históricamente, las mujeres han sido propiedad de alguien.Cuando esto dejó de ser objetivamente así, es decir, de aparecer tal cual así en las leyes, de todos modos se les siguió tratando como "hija de", "esposa de", "mamá de". Y no solamente porque su principal ocupación fuera el cuidado de otros. Ahí está la faja del libro que define a Elena Garro como "mujer de", "amante de", "inspiradora de", "admirada por" [AQUÍ ESTÁ].

El "de" es elemento constitutivo del machismo. Poco a poco, las mujeres casadas por acá han dejado de firmar con el "de Apellidodelmarido".

Sin embargo, yo siempre quise llevar el apellido de quien fue mi esposo. Él no quiso. No "me dejó". Que mi identidad, que todo lo que acabo de escribir, que yasabrástúperonoestoydeacuerdo...

Tuve una alumna que firmaba sin el "de", pero con el apellido del esposo, como me parece que es común en Estados Unidos. Ella sabía que era criticable en ciertos ámbitos y creo que pensó que era criticable desde mi punto de vista, pero ese apellido le gustaba mucho.

Yo soy feliz de ser "mamá de B". Tal vez porque he tenido suficientes oportunidades para ser lo que he querido en el ámbito académico o laboral.

Hay y seguirá habiendo mucha política sobre género en mi casa -relativamente mucha, depende con qué se le compare-. Y siempre he tenido clarísimo que me gustaría tener una pareja que me mantuviera económicamente. Y no tengo intención de empezar a levantar cosas pesadas o de matar yo misma los bichos siempre que pueda evitarlo. En principio, mi vida no está para consagrarla a una bandera o a una causa, así que si fuera incongruente con una ideología o movimiento, no sería un gran problema para mí. No obstante, en mi entendimiento y experiencia, me resulta congruente.

De cualquier forma, examino qué hay detrás de mis deseos y elecciones -que nunca son "en el aire"-, qué es lo no evidente, qué sostiene algo, con qué se relaciona, para qué puede servir; sobre todo, para qué puede servir y no me he dado cuenta.

En esas, reflexionando mientras llegaba a la casa y empezaba esta entrada, me acordé de mi amiga M, a quien una vez le dije "mamá de A". Rechistó de inmediato, con toda la razón del mundo: que ella tenía un nombre, que era M. Por supuesto.

G, la mamá de K, quien me llamó hoy y se disculpó por no recordar mi nombre, tiene una vida completamente diferente a la mía. No la conozco a profundidad, pero sé que viene de un hogar donde la mamá tuvo que trabajar mucho para sacar adelante a sus hijos y que vive en un contexto -¿quién no en este país?- donde seguramente se le ha discriminado por ser mujer y se le ha señalado de una manera u otra porque el papá de sus hijos no está presente. Y yo le doy un poquito más de peso a la pesada loza de un sistema social que le ha dicho -nos ha dicho- qué debemos ser aunque no nos convenga. Me propongo no volver a decir a ninguna mujer algo como "eso somos, la mamá de", si no estoy segura de que ser identificada de ese modo es algo que goza.

Silvia Parque

jueves, 30 de agosto de 2018

Opiniones y un linchamiento

Estaba escribiendo "Lecciones para infelices" cuando me enteré del linchamiento en Puebla. Hace rato vi que hubo otro en Hidalgo.

Me entero de muchas cosas, pero como explica la politóloga Elisa Godínez en ESTA nota, los linchamientos son tan dramáticos y terribles que hacen sentir necesidad de decir "algo".

No soy una espantada de las redes. De hecho, tenía ganas de escribir sobre las maravillas que encuentro en mi timeline de Twitter cada día: me sorprendo y aprendo gracias a personas que comparten su conocimiento.

Entonces pasa que un rumor termina en la transmisión en vivo de cómo torturan y matan a dos campesinos. O termina en quién sabe qué, fraguándose en la conciencia colectiva del pueblo donde ocurrió, en el alma de los parientes de las víctimas, en nuestra capacidad para procesar los hechos violentos de los que tenemos noticia.

Pienso en la recurrente queja por parte de quienes creen que no deberían respetarse los derecho humanos de algunas personas, en la cantidad increíble de niñas y niños que desaparecen, en los niveles de inseguridad e impunidad. Y en mi hija, por supuesto. Y en la mamá que rogaba desde Facebook a los linchadores. En lo que leí sobre psicología de las masas en la materia de Historia de la psicología social... Pienso en la crueldad, la maldad, la anomia, los procesos colectivos que impiden el actuar racional. Y en la cuestión de la responsabilidad.

En esta década, algunas figuras públicas tuvieron que aprender que los comentarios que harían en las salas de sus casas con un grupo de amigos pueden tener reverberaciones increíbles cuando los hacen en alguna red social de internet. Otros hemos tenido que aprender que aunque tengamos poca presencia, el hecho de hacer público algo o compartir contenido (propio o ajeno) nos coloca en una cadena de interacciones que es parte de algo más grande. Eso implica responsabilidad.

Al mismo tiempo:  no puedes hacerte responsable de otros.

Pienso en esas publicaciones amenazantes que han circulado "Aquí en Xlugar, si encontramos a alguien queriendo robar un niño, lo quemamos". ¿Qué pasa al darle "me gusta" a la publicación? ¿Al compartirla? ¿Al comentar "sí, hay que quemarlos"? ¿Al gritarlo estando ahí, junto a la persona a quien se pretende ajusticiar? ¿Al simplemente estar ahí? ¿Al seguir el hilo de las notas? ¿Hasta dónde llega el alcance de la responsabilidad? Yo me sentí mierda porque buscando información sobre lo que había ocurrido, me topé con fotos. ¿Qué tengo que andar buscando? ¿Para qué saber los detalles? No voy a hacer un estudio sobre el tema, ¿es morbo, entonces? Mi consuelo es que me dolieron casi físicamente.

Como decía, me enteré de lo que pasó mientras escribía "Lecciones para infelices", sobre la gente que quiere aleccionar a los decaídos y sobre la necesidad de respetar los procesos afectivos de los demás. Me hizo terminar el artículo con un ánimo diferente, pero convencida de que hace mucha falta tomar conciencia sobre lo "en serio" que es esto:

He leído comentarios burlones sobre el ciberacoso. ¿Qué cual es el problema con insultar a alguien en Facebook, si se puede cerrar la cuenta y seguir viviendo? Pues algún problema habrá cuando hay muchachos que se han quitado la vida en medio de tales dinámicas. Algún problema habrá con seguir diciendo a las personas con depresión que "le echen ganas, que sean agradecidas". [Publiqué hace poco "¿Para qué ir al médico si están los grupos de Facebook?", sobre los consejos de salud que se hacen sin ton ni son en redes sociales.]

Meto en el mismo costal cuestiones diferentes porque lo que quiero señalar es la posición desde la que se emiten los mensajes: una posición distante. Es señalar o aconsejar y deja sola a la persona para que se las arregle. La misma distancia que permite a quienes en su cotidianidad son tan respetuosos como cualquiera, compartir imágenes de otras personas sin su consentimiento para burlarse de ellas. La misma distancia que permite a alguien que no quemaría a alguien vivo, comentar "sí, quémenlos" bajo la publicación que anima a hacer algo como eso.

Creo que nos urgen clases de prudencia; pero sobre todo, talleres o lo que venga al caso para aprender a estar más cerca; para no solo opinar con cuidado, sino para cuidar, no solo con respeto sino con compasión.

Silvia Parque

miércoles, 29 de agosto de 2018

Censura y gracia

En mi casa hay discurso políticocensura. La censora soy yo.

Durante sus primeros dos años no expuse a B a mis canciones (dramáticas, exaltadas). En los últimos meses le han tocado cada vez más "conciertos", sobre todo mientras hago el quehacer, pero de tanto en tanto interrumpo y le doy un discursito desmitificador del amor romántico.

Pongo más cuidado en las historias que leemos. Varios de sus libros están mal escritos, así que desde ahí hay que hacer ajustes; pero lo que más me importa es el mensaje. Mi/nuestra versión favorita es la de Cenicienta. Cuando leo el librito, omito algunas expresiones, nada más; pero cuando le cuento la historia antes de dormir, mi versión es totalmente distinta; la pide una y otra y otra y otra vez (por temporadas).

"Cuéntame el libro de Andrea", dice.

A veces ha querido interpretar la dinámica entre la madrastra y Cenicienta. Normalmente prefiere ser la madrastra; pero he amado cómo hace a Cenicienta. La primera vez se negó a hacer la limpieza de todo y le dio la vuelta a la historia. Hoy, dado que yo insistía en que ella debía trabajar día y noche sin descansar, empezó a cantar: "No controles mi forma de vestir porque es total y a todo el mundo gusta..."

Silvia Parque

martes, 28 de agosto de 2018

Todo les ofende

Se hacen bromas con el tema de que hay una generación a la que todo le ofende.

Yo no me ofendo fácil con lo que viene de quienes no conozco, pero sí encuentro ofensivos un montón de formas y contenidos.

- Es que ven machismo en todos lados. Pues porque hay machismo en todos lados. Es un sistema de lo que estamos hablando: un sistema social que marca las pautas del modo de vivir.

- No tienen sentido del humor, no entienden lo que es un chiste. Y hay graciosos que no entienden que hay posiciones de poder en la que unos oprimen y otros son oprimidos. Reírse o hacer que otros rían de quienes son oprimidos es estar del lado de quienes oprimen.

- No pasa nada, no es para tanto. Hay cosas que están mal y siguen estando mal aunque una acción específica no tenga consecuencias evidentes. Una práctica de este tipo es la de compartir la imagen de alguien sin su consentimiento para hacer mofa o escarnio de esa persona. Comúnmente no parecen darse cuenta de que esas imágenes son de personas.

Señalar y reprobar lo ofensivo incomoda. Ojalá cada vez haya más incomodidad de esa.

Silvia Parque

lunes, 27 de agosto de 2018

Aprender a hacer

No aprendo con los tutoriales: ni en texto, ni en video. Tampoco cuando me dan instrucciones "en vivo", ni cuando me modelan cómo se hace algo.

No aprendo, pues.

Es una exageración; pero soy mala para aprender a "hacer".

Pienso en mi forma de cocinar. Amo la comida que preparo. ¿Y cómo aprendí a cocinar? No me enseñaron, ni aprendí viendo; fui aprendiendo haciendo por mi cuenta, muy inventado todo. Esta forma de proceder tiene sus riesgos; por ejemplo, hubo una noche que mi ex pasó vomitando todo el calamar que se comió, porque yo no sabía que al calamar hay que quitarle la piel.

No volví a preparar calamar. También me rendí con los frijoles cocidos. Pero hago otras cosas deliciosas.

Sin embargo, esta forma de aprender no funciona para aquello que me resulta realmente desconocido: para aquello con un lenguaje desconocido, por ejemplo, para aprender a editar videos.

Silvia Parque

viernes, 24 de agosto de 2018

El primer ciclo escolar de su vida


Mi hija está teniendo un buen inicio del primer ciclo escolar de su vida y yo estoy feliz con todo alrededor del tema. Por lo demás, mi ánimo está realmente extraño; probablemente tenga que ver en esto, el hecho de que la criatura pescó un resfrío y aunque yo no tengo los síntomas comunes, ayer me noqueó un golpe de cansancio que ha de venir de ahí.

Pero esto va de la niña y el preescolar...

El lunes, cuando le dije "es el día de ir al kinder", sonrió y remolineó más contenta que en Navidad. Esa mañana me preguntó si yo me iba a poner "muy triste" y al rato si me iba a poner "triste". Parece que aclararle que yo estaría muy contenta porque ella iba a estar contenta, le dejó en libertad de disfrutar la experiencia. Y está como pez en el agua.

Hoy viernes seguía encantada con su uniforme y ayer estaba soñada porque hicieron una corona de papel. Hace el camino queriendo llegar allá y aunque le da gusto verme a la hora de salida y me saluda muy cariñosamente, no tiene prisa por regresar a la casa. Me cura ver lo diferente que es a mí y me nutre ver aquello en lo que se me parece.

Una pieza clave en esto es la maestra. No es el modelo educativo que yo quisiera, pero con una buena maestra estaríamos bien. Y creo que Dios nos puso ahí a la persona que B necesitaba. Sé que es pronto para echar las campanas al vuelo, pero las señales son positivas.

Silvia Parque

miércoles, 22 de agosto de 2018

Café

Tuve un par de semanas de café Combate del que viene mezclado con azúcar, bien cargado, con un chorro -no mucha cantidad- de jarabe de chocolate Hershey's. Ayer cambié el jarabe por medio cuadrito de chocolate de mesa El Oso y resultó muy bueno. Desafortunadamente, quebré el tarro que hacía las veces de taza. Traté de beber un café en un vaso de plástico azul -quedan dos de esos vasos: había cuatro-, pero no pude con eso. Creí que me daría un descanso de café una semana; luego conseguiría un par de tazas; pero aquí estoy, bebiendo café al tiempo, de segunda mano, sin azúcar para asumir que es otra clase de bebida y no lo que yo tomo como "café".

Entretanto, me desintoxico mentalmente. Traigo un ánimo extraño -tal vez nuevo-, que me agrada. Visualizo una "línea" para el resto de mi vida -no es un camino, no son deseos-. Una propone y Dios dispone, pero a mí me importa mucho tener una buena propuesta. 

Silvia Parque

viernes, 17 de agosto de 2018

De lengua me como un taco: "Cuando sea mamá...

Dicen que todas las mamás dijimos que no haríamos cosas que hacemos y es más o menos cierto.

Me cae mal cuando eso se usa para hacer pasar "algo" como si fuera imposible o como si fuera pura pose el mencionarlo; que cuando dices, por ejemplo: "no le voy a dar comida chatarra", "... no lo voy a entretener con la televisión", "... no le voy a prestar el celular", te digan: "Eso dices ahora, pero ya verás", como si fuera imposible cumplir esos propósitos que son bien posibles.

Según yo, conseguimos cumplir nuestros propósitos de crianza si los formulamos o sostenemos teniendo en cuenta dos cosas: cuánto nos importan y cuál es nuestro estilo de vida.

-  Tal vez algunas mamás descubran que algo les parece mucho menos importante ahora. En ese caso, no solo se vale hacer ajustes, sino que sería incongruente no hacerlo.
- Cada familia tiene un modo de vivir, con prácticas que se van volviendo costumbres: si algo es parte de la vida de papá y mamá, difícilmente no será parte de la vida de la criatura.

Luego están los "siempre" y los "nunca". Estas palabritas, sobre los hijos o sobre lo que sea, hay que decirlas con tiento. Sin embargo, vuelvo a lo que mencioné sobre cuánto nos importan las cosas que nos proponemos y agrego otra cuestión -relacionada con el estilo de vida-: nuestra forma de ser. Hay quien dice "yo nunca voy a pegar a mi hijo" y nunca va a hacerlo.

La "forma de ser" me lleva a otra cuestión: una cosa es lo que queremos hacer y otra cómo queremos ser. Antes de tener hijos podemos tener una idea clara de cómo queremos ser como mamás, pero no podemos saber a ciencia cierta lo que resultará de la mezcla entre el quiero y el puedo. Yo quería ser un dulce: una mamá relajada y super linda. No consideré que para ello necesitaba ser una persona relajada y super linda. No lo soy. Tengo otras características apreciables, pero esas no.

También están los dichos en los que la mamá no se refiere a sí misma, sino a sus futuras criaturas, como en el famoso: "mis hijos no van a hacer berrinches en público". Preferible que se desdigan pronto a que se aferren a ver cumplidos dichos que parten de la ignorancia de cómo es el desarrollo de niñas y niños o de atribuir características a una criatura a quien todavía no se conoce.

Mi taco de lengua es comer chocolate a escondidas. En mis sueños, educaría a la criatura para aceptar que yo como algo que ella no -no en ese momento, no en la cantidad que yo estoy comiendo-. Pero pide, insiste, siento feo no darle... Así que he comido chocolate en el baño.

Silvia Parque

jueves, 16 de agosto de 2018

Los pájaros son muy bonitos

Esta tarde, regresando de la tienda, apenas entré a la casa, vi a B rayando el piso de la cocina con un lápiz. Había un gran tiradero, además.

La niña intentó hacerse la graciosa. El padre y yo tuvimos un momento tenso con la niña en medio. Yo pasé la tarde de ayer ordenando y medio limpiando, así que encontrar el desastre me pareció desolador. Me puse a recoger y me negué a hablar con B, que me ofrecía comida de juguete. "No quiero jugar y no quiero contestarte. Estoy triste porque no recoges tus juguetes".

Al rato, cenamos y las cosas volvieron a la normalidad. Luego, B se cayó de una silla. Yo la consolaba y ella volteó los papeles:

- Tú te caíste y te pegaste -dijo. 
- Me caí y me pegué -continué.
- ¿Lloraste?
- Sí, porque me dolió. Y además mi mamá había estado diciendo cosas que no entiendo y se enojó y no quería hablar.
- ¿Por qué no quería hablar?
- Porque los adultos tienen muchas cosas en la cabeza.
- ¿Qué tienen en la cabeza?
["Pensamientos", intervino su papá.]
- Pájaros, hija. Decía mi abuelita: "tienes pájaros en la cabeza".
- Pero si los pájaros son muy bonitos.

La estreché.

Silvia Parque

miércoles, 15 de agosto de 2018

Soñé con un gran cuaderno

Hoy tuve un sueño del que pude recordar dos de las partes importantes. Una de ellas es que yo entraba a un comercio donde había varias chucherías sobre una mesa: libretas y cuadernos pequeños y baratos, de los que tienen pastas y hojas muy delgados, de mala calidad. 

Tomé una libreta para verla. Estaba ahí perdiendo el tiempo, huyendo de una circunstancia incómoda. En la primera hoja había cosas que yo había escrito. También en la última hoja. Luego la libreta era una recopilación de varios cuadernos que fui dejando por el camino. Traté de comprarla. La empleada dijo que el objeto no estaba en venta, que era de su novio. Estaba por explicarle cuando desperté.  

Lo que me llama la atención es la sensación de que realmente leí cosas que escribí hace mucho tiempo, de las que ya no me acordaba.


Silvia Parque

martes, 14 de agosto de 2018

Pequeñas cosas buenas

Tengo un cliente a quien le corrijo textos que usa en su trabajo. Su actividad laboral es completamente ajena a la mía, por lo cual, no tengo idea de gran parte de lo que está hablando -de lo que escribe, pues-. Eso hace muy entretenida mi labor.

Normalmente corrijo tesis, algunas veces otro tipo de trabajos académicos, así que: recibo el texto, acordamos una fecha, me organizo para trabajar, hago lo que corresponde y entonces, en la fecha acordada, envío el texto corregido. Este cliente, sin embargo, me manda textos cortos, a veces varios textos muy breves en un solo día. Y es evidente que los necesita en ese momento o al menos ese día.

Antes, me avisaba por WA cuando me había enviado algo. Ahora, como mi teléfono tiene complicaciones con la batería, mantengo el correo de trabajo abierto la mayor parte del tiempo para estar pendiente por si recibo algo suyo. Pero a veces no estoy en la computadora: qué se le va a hacer.

Esta tarde, B y yo fuimos a la ciudad a comprar sus uniformes para el kinder. Cumplida la misión, nos detuvimos en una nevería. Regresando a la casa, prendí mi teléfono: hacía apenas un par de minutos que este cliente me había enviado algo. Me ocupé.

Y esa es la historia. Llegar y que apenas me acabara de enviar algo -no haberlo hecho esperar- me parece como ganar un premiecito en los boletos de lotería instantánea :)

Silvia Parque

lunes, 13 de agosto de 2018

Comentarios perdidos

Hoy encontré comentarios perdidos y olvidados.

Frecuentemente voy a una o varias publicaciones viejas y las comparto en Twitter o Facebook. Como ya me había pasado encontrar algún comentario no visto de los primeros tiempos del blog, hoy cuando me topé con uno, me puse a buscar yendo hacia atrás en la lista de publicaciones. Y que veo otro y otro y otro... no sé cuántos. Una pena. Revisé el año 2012, quién sabe cómo esté el 2011. Había de Inma, a quien ahora extraño, de Susana, de Taty y del papá de B... varios del papá de B, que en esos años decía que sí me leía y que a veces comentaba, mientras yo por dentro pensaba "un comentario que hiciste alguna vez". Y pues no, sí fueron varios.

No entiendo cómo pasó...

No hago drama, es nada más que me importan los comentarios.

Silvia Parque

domingo, 12 de agosto de 2018

Mensaje de las emociones y los sentimientos

Los sentimientos y las emociones tienen mucho que decirnos. Tal vez los que catalogamos como "negativos" son los que nos dicen cosas más interesantes. Y creo que, cuando no podemos distinguir de qué sentimientos se trata, nos dicen justo lo que necesitamos saber.

Hoy le decía a una amiga que hice tal cosa y me sentí "rara". Entonces recordé que me sentí así de "rara" en otra ocasión en el día. Pude ver lo que hubo de común en esos dos momentos y entendí qué me pasa. Puedo moverme de esa posición porque no me conviene; pero aunque no pudiera moverme de ahí ahora mismo, es importante distinguir qué pasa.

Silvia Parque

sábado, 11 de agosto de 2018

Los niños del kinder

Este es el penúltimo fin de semana sin escuela en esta familia. El siguiente fin de semana estaremos a punto del primer día de B en preescolar.

Comparto la siguiente conversación, que ya fue la segunda sobre el tema:

- ¿Los niños del kinder no me van a pisar?
- No.
- ¿Nada más me van a decir "hola" con la mano?
- Sí. ¿Y tú qué les vas a decir?
- "Hola, soy B".

La primera vez que preguntó si la pisarían, le expliqué que no, le dije que podía acercarse y decir: "Hola, soy B". No sé por qué rayos se le ocurre que podrían pisarla, pero temo que tenga que ver con la experiencia que tuvo cuando iba a otra casa a que la cuidaran.

Silvia Parque

viernes, 10 de agosto de 2018

Estufa de juguete


Hace meses le hice una estufa a B con una caja de cartón. No tardó en "intervenirla". Ya era muy sencilla, así que no había modo de que la echara a perder... Jugó con ella más por invitación mía que por otra cosa; la dejó pronto: podía cocinar y hornear todo el día, pero no en su estufa.

Estando en la casa donde vivimos ahora, con menos espacio del que habitábamos, decidí regresar la caja a su destino de contenedor. Sin embargo, B la descubrió y la reclamó. Como el "área de juguetes" está llena, se me ocurrió ponerla junto a la estufa verdadera, confiando en que podría arreglármelas para que B no jugara ahí cuando dicha estufa verdadera estuviera encendida. No fue difícil porque de nuevo le hizo poco caso: ocasionalmente metía y sacaba algo del "horno", nada más. Hasta hace unos días, que empezó a subirse a ella, con el riesgo de vencerla y caerse. Sumando a esto, que mi idea de colocarla donde se cocina de verdad ha hecho que tenga salpicaduras de aceite -parecen de aceite-, estaba planeando desaparecerla en cuanto pasara una temporadita siendo ignorada. 

Hoy B estaba examinándola y preguntó: "¿Cómo se prende?" Le mostré, moviendo mis dedos como si girara la perilla dibujada. Parecía que tenía un juguete nuevo. Estuvo ahí un buen rato, metida en su asunto y volvió a ella varias veces.

La estufa de juguete se queda.

Silvia Parque

jueves, 9 de agosto de 2018

Soñé que descuidaba a mi sobrino y él tomaba medicina

Tuve un sueño hace una noches:

Yo estaba con mi abuela y uno de mis sobrinos que tiene poco más de un año; creo que en el sueño apareció como de nueve meses. Había una caja de cartón, como de zapatos, con cosas variadas, incluyendo algunas cajitas de medicinas. Mi abuela dijo que había que quitar las medicinas y algo más de ahí porque el niño podía cogerlo. Yo dije con otras palabras, que ya las quitaría al rato, que el niño no se estaba interesando... No recuerdo las palabras exactas pero sí recuerdo haber usado ese tono de "qué exagerada eres, no pasa nada". Entonces: volteo a otro lado, vuelvo a mirar al niño y hay cápsulas tiradas a su alrededor, tiene cápsulas en la mano y en la boca. Meto mi mano en su boca y saco una, dos, tres, cuatro, cinco cápsulas, pero hay una más, ya masticada, "abierta": se ha tragado el contenido. Pienso en hacer como si nada hubiera pasado, pero no están las cajitas de las cápsulas y las carteritas de aluminio de donde las ha tomado no dicen nada: así que no sé qué ha tomado: no sé si es terrible o nada más malo. Calculo cuánta intoxicación puede haber y me preocupo. Ya no voy a ir al cine.

Ahí desperté.

El desasosiego me duró horas y hace un momento me acordé.

Declaro en mi defensa que en la vida real por supuesto que no consideraría hacer como si nada hubiera pasado y en lo último que pensaría sería en si voy a ir o no al cine.

Silvia Parque

Despenalización del aborto

Sigo en Twitter el asunto de la despenalización del aborto en Argentina. Es una cuestión de esas en las que me parecen equivocadas muchas de las razones y los modos de aquí y de allá.

Sé que las mujeres tenemos derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y eso incluye el derecho a decidir abortar. La lucha por el reconocimiento de ese derecho no puede ser menos que una "lucha" y por eso entiendo que hay coraje -hay mujeres muriendo- y hay hartazgo por parte de muchas mujeres y colectivos de mujeres que han decidido no explicar más: no tienen por qué ser educadoras de personas adultas que se sitúan como opositoras, a veces como opresoras o agresoras y casi nunca con disposición de aprender. Pero creo que hay mucho que explicar, que es necesario educar y quienes tienen mayores recursos son quienes están en posibilidad de hacerlo. Me refiero a recursos de conocimiento, a una perspectiva que permite una visión amplia, a haber pasado por un proceso de deconstrucción o análisis o empoderamiento -yo qué sé- que permite observar cómo opera lo que llamamos "patriarcado" o al menos cómo opera lo que llamamos "machismo". Claro que no estoy diciendo que nadie en particular tenga que hacerlo o debiera hacerlo. Solo digo que sería bueno comunicarnos y eso es casi imposible partiendo de burlarnos de la ignorancia o incapacidad del otro. Que la burla también puede ser autodefensa: pues sí.

Decirle a una persona "pro-vida" que si no está de acuerdo con el aborto, no aborte e insistir en que despenalizar el aborto -legalizarlo, volver accesible el aborto seguro, etc.- no obliga a nadie a abortar no sirve, considerando que son personas convencidas de que se están matando bebés y/o que las leyes deben reflejar lo que piensan que Dios manda. Habrá personas "pro-vida" que solo quieran sentir que los demás viven como ellos dictan; pero hay otras simplemente convencidas de lo que menciono: que el aborto es matar a un bebé y/o que las leyes deben reflejar lo que Dios manda, de lo cual están enterados. Y al parecer, no logramos explicar por qué ni una cosa ni la otra. Esta difícil cuando hay un nivel paupérrimo de conocimientos, razonamiento lógico y comprensión lectora, al menos en México. Además, la gente se pone necia. Pero ¿si lo que pasa también es que no hemos sabido explicarnos? Esta pregunta me ronda en más de un tema: debe ser mi vocación docente. No quiero caer en algo que en el fondo sea que las mujeres a quienes se les niega un derecho además tienen la culpa de que se les niegue. No lo veo así. Pero, ¿si lográramos explicarnos?

Esa marea verde que me emociona y por la que apuesto, no es mayoría todavía y aunque lo fuera: no son pocos los que piensan que el aborto es un crimen abominable: ellos están ahí y decir que hay que escucharlos queda muy mal porque forman parte de los grupos favorecidos que no solo siempre son escuchados sino que silencian a los demás; pero, podemos no ser como ellos y sí escuchar para intentar conversar. Igual no con esos legisladores que no hacen la tarea de investigar lo que van a votar, igual no con los líderes de organizaciones que literalmente callan la boca de quienes les enfrentan; pero sí con los demás: son familia, son vecinos, son personal de salud, son trabajadores de la educación. ¿Y si hubiera algo que aprender o valorar de su postura? Yo valoro la visión de la vida como algo que merece un respeto excepcional. Creo que es claro que no estoy con ese argumento de "salvar las dos vidas"; pero sí creo que un cigoto, un embrión y un feto no son "cualquier cosa", así que tan a favor como estoy del derecho al aborto seguro, estoy también a favor de no banalizar el aborto. Las personas tienen derecho a juzgar que el aborto y lo que se aborta es cualquier cosa, pero creo que como sociedad hacemos bien en no creer que es cualquier cosa, en cuestionarnos sobre el límite de semanas de embarazo para abortar, en el acceso de las niñas al aborto, etc. No digo que quienes pelean por este derecho estén banalizando, tampoco digo que no estén en su derecho de banalizar; digo que es legítimo temer esa banalización e intentar que no se banalice. 

Hasta aquí esta publicación, pero aprovechando el viaje, repito lo que ya habré dicho en algún otro lado: ni la violación, ni la pobreza extrema, ni malformaciones graves en el producto, ni peligro para la salud de la mujer, ni ninguna otra cosa debería ser un motivo para "permitir" el aborto. La mujer no debe necesitar permiso para decidir sobre su vida y sobre su cuerpo. El derecho al aborto debe derivar de la autonomía de la mujer. 

Silvia Parque

martes, 7 de agosto de 2018

No querer

Un día tienes que poner punto final a los intentos de algo que no sale. AQUÍ hablo de abandonar la tesis. En esa publicación, Macondo comentó: "Las cosas son como son, no como se supone que tienen que ser. Es conveniente reunirse con uno mismo de vez en cuando para ver si estamos en el camino que queremos y podemos estar".

A mí me parece bien difícil "finiquitar" un asunto cuando no se han agotado totalmente los recursos o las posibilidades de que salga adelante. Soy malísima para iniciar cosas y abandono muchas de las que inicio en la primera parte del camino, pero no las abandono en mi mente: en mi mente siguen apareciendo como algo que podría ser -no que pudo ser-. Y pesan.

Lo más difícil de "finiquitar" en mi vida ha sido mi matrimonio. He tardado años en terminar-de-terminar. ¿Cómo, con toda esa historia? ¿Y si intentara más así o menos de la otra manera? Habría sido mucho más conveniente terminar cuando todo se descompuso, pero entonces no habría nuestra hija. Habría sido mucho más práctico terminar cuando era evidente que ya no nos moveríamos de nuestras posturas de "esto quiero, esto puedo, esto soy"; pero ya que no lo hicimos, rescaté haberme dado la certeza de agotar mis recursos y las posibilidades de que eso saliera adelante. Así iba yo por la vida hasta hace poco, cuando noté algo terrible. Creo que lo había notado antes, pero no de esta manera tan impactante:

Lo crucial nunca fue no poder. No podía, no podía y no podía, pero seguía intentándolo. Un día, ya no quise. Otro día, incluso, supe que podría poder, pero ya no quería. Me dolió el alma, otra vez. Y nada: "que las cosas son como son, no como se supone que tienen que ser".

Silvia Parque

lunes, 6 de agosto de 2018

En la cama

Llego a la casa cuando B está a punto de quedarse dormida. Sé que si entro a la recámara interrumpiré el proceso: tardará más en dormirse; pero no voy a dejar de pasar a saludarla, decir buenas noches, darle un beso y desearle que descanse. "Te voy a dar muchos abrazos", me dice y cumple su palabra. Se enrolla en mí; pone su cara en mi cara. La beso en la frente, en las mejillas. Me jala hacia ella. Me cuenta "el libro de Andrea". De pronto estoy en un ángulo que me hace ver su rostro igual al que yo tenía de niña: idéntico.

Nos amamos.

Silvia Parque

domingo, 5 de agosto de 2018

No creas nada

He comenzado a publicar en el portal No creas nada. Me emociona porque pagan por visitas. Estamos hablando de tener miles de visitas para generar un pequeño ingreso, pero todo es posible y para mí es importante obtener dinero de lo que me gusta hacer.

"¿Qué es el ciclo de la violencia?" es mi primer artículo ahí. Los invito a pasar, leer, comentar, compartir :)

Silvia Parque

sábado, 4 de agosto de 2018

Corre que te alcanzo

B hace relatos. Lindos relatos. Interesantes de verdad.

Los va formando:

La primera versión parece más que suficiente para una niña de tres años; en la segunda, agrega elementos; en la tercera, extiende la historia, a veces cambia algún detalle...

Cuando intenté enseñarle que no todo lo que leíamos y contábamos eran "cuentos", no pareció importarle; pero dejó de pedirme "cuéntame un cuento". Empezó a usar "libro". "Cuéntame un libro", "léeme un libro de los que tienes en tu boca". "Te voy a contar un libro", dice ahora.

Silvia Parque

jueves, 2 de agosto de 2018

Desastritos

No hay tazas en mi casa porque las he quebrado todas. Ahora tomo café en uno de esos vasos que son primos de los tarros, que suelen usarse para los capuccinos. Por otro lado, el piso de mi estudio está manchado porque ayer tiré el café -así murió la última taza- y apenas detuve el desparrame del líquido, pero no limpié como era necesario. 

Cualquiera pensaría que la pequeña habitante de tres años es la culpable de los desastres domésticos; pero no -aunque hace su parte-.

Silvia Parque

miércoles, 1 de agosto de 2018

No, señor

En los últimos meses he cambiado la forma en que me relaciono con los hombres. En un lapso de tiempo relativamente breve, con al menos tres hombres que tuvieron su importancia en mi historia, ocurrieron incidentes o la evolución de la relación llevó a una revelación y me encontré quitándome de donde estaba.

Así que ahora:

  • No acepto el mansplaining. Si parezco brusca atajándolo, no me importa.
  • No acepto un trato condescendiente. Puedo despedirme con besos de quien me ha tratado de modo condescendiente, pero no habrá más cercanía en la relación. Esto incluye halagos o cumplidos en los que el otro está evaluándome.
  • No me coloco en la casilla donde un hombre supone que debo estar. Al parecer, quien te coloca en una casilla cree que puede acomodarte ahí como le parezca: más allá, más acá, mejor menos del otro lado...
  • No acepto que un hombre ocupe el espacio que me corresponde en el transporte público. Es mi pequeña guerra personal y celebro cada victoria. No me desgasta, no me enojo.

Los primeros tres "no", no me los propuse. Fue sucediendo. Fui cambiando, supongo, y un día pasó algo que me llevó a decir "bye". Así que no es una lista que me proponga cumplir, es algo que se volvió de esa manera. El cuarto "no" sí es algo que decidí; me gustó la primera experiencia de apropiarme de mi espacio y continué. Ahora es una cuestión también de dar ejemplo a mi hija.

Silvia Parque