miércoles, 29 de agosto de 2018

Censura y gracia

En mi casa hay discurso políticocensura. La censora soy yo.

Durante sus primeros dos años no expuse a B a mis canciones (dramáticas, exaltadas). En los últimos meses le han tocado cada vez más "conciertos", sobre todo mientras hago el quehacer, pero de tanto en tanto interrumpo y le doy un discursito desmitificador del amor romántico.

Pongo más cuidado en las historias que leemos. Varios de sus libros están mal escritos, así que desde ahí hay que hacer ajustes; pero lo que más me importa es el mensaje. Mi/nuestra versión favorita es la de Cenicienta. Cuando leo el librito, omito algunas expresiones, nada más; pero cuando le cuento la historia antes de dormir, mi versión es totalmente distinta; la pide una y otra y otra y otra vez (por temporadas).

"Cuéntame el libro de Andrea", dice.

A veces ha querido interpretar la dinámica entre la madrastra y Cenicienta. Normalmente prefiere ser la madrastra; pero he amado cómo hace a Cenicienta. La primera vez se negó a hacer la limpieza de todo y le dio la vuelta a la historia. Hoy, dado que yo insistía en que ella debía trabajar día y noche sin descansar, empezó a cantar: "No controles mi forma de vestir porque es total y a todo el mundo gusta..."

Silvia Parque

4 comentarios:

  1. Me parece que tu hija no necesitaría un príncipe para que la rescatara de su esclavitud con la madrastra. Se rescataría ella sola.

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    1. Me parece a mí también :D y me causa gran satisfacción :) :)

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  2. Un amanera de explicar cuentos muy madura, pero la nena salió muy reivindicativa ;-), lo cual me parece fenomenal, lo de hacer de Cenicienta no mola nada

    Un abrazo

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    1. Sí nos ha salido reivindicativa. Amo lo que construye consigo misma. Si seguimos así, nada de Complejo de Cenicienta para ella :D
      ¡Un abrazo, Albada!

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