Estaba procesando muchas emociones y sentimientos, en un año que ya estaba siendo bastante intenso en función del reconocimiento del autismo de mi hija, cuando llegó acá la pandemia. Hay quien sigue sin creer que esto sea "real" o "en serio"; pero ayer por la noche, el gobernador de mi rancho anunció que se suspenden las actividades no esenciales y que no habrá más reuniones, independientemente de la cantidad de personas que pretendieran reunirse. Ojalá estas medidas y la determinación de que estamos en Fase II -con lo que impactan las etiquetas- haga que por fin se encierre la gente que pensó que la suspensión de clases era un adelanto de las vacaciones.
Por supuesto, están quienes no pueden encerrarse: los muchísimos que si no salen a trabajar, no comen y los que no tienen dónde encerrarse. Incluso no estando en la situación de vivir al día, la mayor parte de los trabajadores autónomos sabe que si deja de "salir" se va a caer su mundo, y no por la burrada de querer más un coche que a la salud, sino por la legítima necesidad de seguridad para una misma y para la familia.
Están también quienes van a aislarse con gente que les daña, quienes van a pasar la cuarentena solos, tantos y tantos casos en los que ya la vida estaba siendo suficientemente difícil.
Pienso muchas cosas sobre todo esto, pero ahora nada más les mando un abrazo virtual con mucho afecto, con verdadero, profundo afecto, especialmente a mis amigos en España.
Silvia Parque