lunes, 25 de mayo de 2020

Tiempos de COVID-19

Les comparto mis últimos dos artículos para Psicogrupo, ambos en relación con la manera en la que estamos experimentando la pandemia.


Fe de erratas: Estaba mal el primer vínculo. Ambos vínculos llevaban al mismo artículo, pero ya lo arreglé.

Silvia Parque

viernes, 22 de mayo de 2020

Las moscas en el fin del mundo


Cada año llegan las moscas a esta casa. Muchas: normales y de las grandes y de las verdes; un asco. Cada año queda menos de los mosquiteros en las ventanas, así que la invasión empeora. Estoy hablando de treinta o cuarenta en una habitación, más o menos después de la hora de comer.

Afortunadamente, conocí el mejor veneno del mundo el año pasado. Siento un gusto morboso por llenar la casa de veneno disparando el aspersor y por barrer los cuerpos, con todo y lo desagradable de recoger cuerpos sobre la mesa o sobre la cama. Lo mejor es que sigue matando al siguiente día y al siguiente, y durante muchos días, en realidad. Claro que nada dura para siempre, así que un día hay que comprar otro bote y hace como una semana, cuando llegó ese momento, no había más botes de veneno en la papelería donde los compro. Conseguí uno diferente, que parece prácticamente igual de bueno, en la tienda de la esquina (un poco más barato).

Pero quiero contarles de esos días sin veneno, cuando ya se había terminado el efecto del anterior.

No me volví loca. No me alteraron. No me impidió nada, ni cuando oí zumbar mientras trabajaba, ni cuando el zumbido estuvo cerca de mi cabeza, ni cuando hacían una fiesta loca en la recámara de mi niña.

No me produjeron ni disgusto.

Bueno... obviamente no me gustó su presencia. Sí dije "moscas feas", "qué horror de moscas", así que en realidad sí me disgustaron; pero quiero decir que era un disgusto... sin alteración. Y no es que la sertralina me tuviera en un momento zen ni nada. Yo creo que es el efecto del fin del mundo.

Las moscas son señal de continuación: moscas igual que el año anterior y como las que habrá el año entrante -aunque se supone que no estaré en esta casa el año entrante-. Moscas porque la vida sigue y nos hace ocuparnos de lo cotidiano, tan poco trascendental y, sin embargo, el contenido de nuestros días: esos días de los que queremos más.


Silvia Parque

lunes, 11 de mayo de 2020

Su gusto

Se enredaron mi llave y el llavero con un delgado hilo elástico que fue parte de un cubrebocas.

B tomó la llave-llavero enredado y lo colgó de la chapa de la puerta, convirtiéndolo en piñata.

"Piñata", dijo, haciéndome feliz con su voz de Xcolcolché. Ha estado hablando desde el viernes: palabras solas, alguna frase de dos palabras: tesoros de mi corazón. 

Le pegaba a las llaves con una baqueta y cantaba "dale, dale..."

Como el elástico se zafaba y se rompía, luego de varias reparaciones, mejor le improvisé una nueva piñata con un globo azul. De antología, su gusto. Amo su manera de disfrutar.

Hoy fuimos a la ciudad a entregar unos productos y hacer unas compras y es una maravilla verla disfrutar el paseo. Cierto que la cuarentena hace que cualquier salida sea la gran cosa, pero ella ya era así. Se detiene a ver una hoja o una flor -y a intentar comérselas-, a sentir la textura de un muro, a contemplar lo que hace un señor. Quiere trepar en cada elemento arquitectónico donde sea posible trepar. Se le ilumina la mirada con una escalera diferente, como quizá a otra niña le ocurriría en un parque de diversiones.

De regreso en la colonia, vamos por frutas y verduras porque es lunes de tianguis. Caminamos hacia allá por una banqueta que está algo elevada respecto al terreno donde se instala el puesto, así que hay una especie de "bajada" de medio metro, inclinada, que ella usa como resbaladero. ¡Hay que ver su sonrisa!

Ya rumbo a la casa, por fin, se detiene unas diez veces en el camino a pararse de cabeza.

Bendito autismo. Bendita ella.

Silvia Parque