lunes, 25 de febrero de 2019

Dime con quién andas...

Entre todo lo que disfruté de la entrega de los premios Oscar de ayer, lo que en definitiva voy a recordar es el entrañable abrazo entre Alfonso Cuarón y Guillermo Del Toro. [AQUÍ, fotos.] Spike Lee y Samuel L. Jackson también se dieron un gran abrazo, pero a mí los cineastas mexicanos me llegan al alma como si los conociera.

Pienso en la evidente satisfacción de Guillermo Del Toro al nombrar a su amigo como ganador. En la expresión de gusto de Diego Luna al presentar Roma. En el detalle de Cuarón, de mencionar a Del Toro y a González Iñárritu. 

Dicen que Dios los cría y ellos se juntan. Yo creo que es bien importante con quién nos juntamos. Hay que revisar si estamos en el lugar que nos corresponde y nada mejor que revisar quién está en nuestra vida. ¿Nos nutren con su presencia? ¿Nos hacen estar más a gusto de ser quiénes somos? ¿Deberíamos movernos en ese circuito?

Me gusta la expresión "circuito" porque se refiere a una red con trayectoria cerrada. El mecanismo del circuito es atrapador, como sucede con cualquier dinámica. Así pasa con las redes de personas en nuestras vidas, personas que nos reflejan y al identificarnos de una manera u otra, nos dicen quiénes somos; personas que nos dicen qué es posible a través de la forma en que viven, conforme a sus límites; personas con un lenguaje -no solo en cuanto a su vocabulario- que determina una realidad u otra. Un circuito puede convenirnos o no, independientemente de cómo sean quienes lo integren -buenos, honestos, cínicos, flojos- e independientemente de los afectos implicados. 

Silvia Parque

martes, 19 de febrero de 2019

Preescolar, USAER y nuestra casa


El viernes de la semana antepasada me reuní con la maestra del grupo de B y con la maestra de USAER (el equipo que atiende a las niñas y niños con necesidades educativas especiales en las escuelas regulares). Creí que me dirían que B es tan inquieta, que se dispersa tanto y que le interesan tan poco sus pares, que lo consideraban un problema en el que había que intervenir... Y no. Sí se porta de modo que ha hecho que la observen con atención; identificaron lo que han llamado "focos amarillos" y me dieron indicaciones para trabajar en casa a fin de alcanzar metas en relación con su adaptación a la "situación escolar".

Aunque mi niña es más inquieta que sus compañeros y hay cuestiones puntuales de desarrollo que necesitamos atender, lo que más les interesaba tratar es que no avisamos a la criatura con claridad que en el kinder hay que hacer lo que toca

B ha crecido en la libertad más grande que le haya conocido a una niña cuidada (no conozco tantísimas niñas, pero lo afirmo a partir de lo que veo a mi alrededor). Le limito la comida chatarra y el entretenimiento pasivo, pero nos conducimos con la seria intención de respetar su voluntad, así que siempre hay una razón para lo que se le indica. Viviendo así, es un choque cultural llegar a un sitio donde "ahora hay que sentarse y pintar este dibujo". Aunque le guste pintar. 

¡Y luego está la dinámica de "premios"! En casa tratamos de educar en relación con las consecuencias directas o lógicas de su conducta y aunque no nos sale perfecto, es como ha aprendido que son las cosas. En la escuela es diferente.

Bueno: pues hablamos mucho con ella ese fin de semana. Le explicamos cómo era en la escuela, cómo es en la casa y cómo lo vamos a manejar. 

Es increíblemente satisfactorio lograr comunicarte con una niña todavía de tres años. 

Seguimos casi todas las indicaciones que nos dieron. Buscamos sin éxito unas tijeras especiales. No me he dado el tiempo de bajar de internet unos dibujos que habría que imprimir para tener señales ilustradas de la rutina en casa. Y lo más difícil: no estamos dándole espacios de convivencia con otras niñas y niños (además del kinder); pero ya estoy fraguando una estrategia.

Me gustaría poder llevarla a una escuela con un modelo educativo coincidente con la "epistemología" de su educación en casa; pero no se puede y la verdad es que en su escuela lo hacen requetebien. Estoy muy contenta con la atención que le ponen. Yendo a lo más "material": sé cuánto puede costar llevar a la niña con una psicóloga a que nos diga  lo que nos están diciendo.

La maestra de USAER se encargó de dejar muy claro que B no estaba en la mira de recibir atención con el equipo (trabajan con quienes lo necesitan, desde segundo, no desde primero), que solo les parecía que estábamos justo en el momento de atender los "focos amarillos" para no tener problemas después. Lo dijo varias veces, como para tranquilizarme, como si me fuera a preocupar la etiqueta "USAER" que viene aparejado con "necesidades especiales". Y yo al contrario: entre más recursos estén puestos al servicio del bienestar de B, mejor.

Con las criaturas es bien importante esa mirada externa que revela lo que ocultan los escotomas familiares. También es importante echar mano de lo que existe: escuchar a los que saben para aprovechar lo que pueden aportar.

Silvia Parque

jueves, 14 de febrero de 2019

Amar alimentando

Hoy que es día del amor es un buen momento para agradecer el amor que me rodea. Dice mi abuela que obras son amores y no buenas razones y así justo es el amor que recibo: me cuidan, me reconocen, me apapachan, me acarician de múltiples maneras.

Uno de los modos más significativos en los que he recibido amor ha sido a través de la comida. Más allá del compartir la mesa, que ya es bueno, me refiero a que me den de comer: que cocinen para mí, que paguen mi cuenta en un restaurante, que lleguen a mi casa con comida, que en su casa me den comida para llevar a la mía... Todo eso me ha llenado el corazón al llenarme la panza.

Alimentar es una forma de amar preciosa porque es sostener la vida del otro (por eso, amamantar fue una experiencia maravillosa para mí).

Y en este conjunto de obras de amor que atesoro en mi corazón, hay un subconjunto reluciente que me parece un gesto de franca hermandad y que ha sido la respuesta a una oración, cada vez que ha ocurrido: el poner en mis manos una bolsa de mandado.

Silvia Parque

martes, 12 de febrero de 2019

La convención de lo aceptable

Vi una película buenísima el domingo. Hay una parte en la que un hombre mayor le dice a un hombre que acaba de tener un hijo, que no se estrese con la idea de que hay papás haciéndolo bien porque no los hay. El resto de las personas en la habitación, excepto el recién nacido y el hijo de este hombre mayor, van diciendo que sus papás lo hicieron bien. La escena es muy graciosa.

Pero yo estoy con el hombre mayor. Sí hay papás y mamás que lo hacen bien, por supuesto; pero nadie hace nada de modo inmaculadamente perfecto.

De cualquier manera, compararnos no tiene sentido.

Hace bastantes años, el papá de B tuvo algo que hacer en un poblado de la sierra. Andando por ahí, le dieron ride a una señora y a sus hijos, que volvían de la escuela. Él no es delicado, pero dice que el olor que desprendían era nauseabundo... Resulta que la señora venía de hablar con la maestra.- La maestra quería que los niños se bañaran y la señora lo iba contando en plan "qué ocurrencia": ella no tenía agua en su casa ni tenía modo de calentar el agua con la que se bañaban, cuando se bañaban. Estamos hablando de la sierra de Chihuahua, es decir, de temperaturas realmente heladas. No iban a bañarse más para dar gusto al olfato sensible de los civilizados con regadera, agua caliente y todo el jabón que pudieran querer.

Últimamente me acuerdo de esa anécdota porque mi regadera eléctrica se descompuso...

Me han estado saltando a la vista como brotes de granos en un ataque de varicela, evidencias de las "bajas calificaciones" que sacarían las personas a mi alrededor en la evaluación que se nos hace para entrar en el conjunto de los aceptables. ¡Hay un montón de reprobados y una creyendo que es la única! Y hay un montón que sobresalen en algo, pero dejan mucho que desear en otra cosa. Y los que están muy-muy bien en algo jugaron con ventaja o le quitaron la gracia al juego. No es envidia, en serio; lo digo empezando por mí, que estoy muy-muy bien en alguna cosa: en lo que he tenido ventaja.

Esa historia del trabajo duro y la dedicación persistente para alcanzar una meta tiene muchas letritas pequeñas... Hay que conseguirnos una lupa.

Por ejemplo, estoy creyendo que el secreto mejor guardado del mundo es el de la suciedad y el desorden doméstico. Claro que hay casas que están como para foto de revista; pero eso cuesta: tiempo, cuerpo, vida... o responde a condiciones materiales de privilegio. No es gratis, nunca. No se trata nada más de poder o no poder pagar a alguien para que haga el trabajo; se trata de que no es lo mismo cómo queda el piso cuando es de cemento o de cerámica, ni queda igual con cerámica de segunda o de tercera; ni con o sin el súper limpiador; ni cuando afuera hay terregales...

Si en cualquier condición, aspiras a algo que queda lejos de tu realidad inmediata, te conviene reflexionar sobre esa aspiración para tener motivos y no azotes. Hay que preguntarse "para qué" y quién puso el estándar. Ojalá nos quede claro cómo nos gastamos la vida.

Nos meten en una loca carrera por ser aprobados que nos jode. Lo puedo ver ahora con el impacto que le produce a B el asunto de los sistemas de recompensa en el preescolar (siendo que en casa no hay premios, castigos ni nada de eso) -ya nos estamos ocupando-.

Hay libertad amor propio afuera de la convención de lo aceptable.

Pienso en esa imagen de Mafalda con la leyenda de "paren el mundo, que me quiero bajar" :D Sí te puedes bajar de un montón de viajes donde te han cobrado un pasaje de primera, te han metido en el maletero y te llevan a un destino elegido por otros.

Silvia Parque

sábado, 9 de febrero de 2019

Por un hombre

De pronto, me encontré pensando esto:

Hay tres mujeres que sentí como rivales en algún momento de mi vida... quedaron en una posición antagonista respecto a mí, por un hombre (en el peor de los casos, por un muchacho). Mis experiencias de "odio" han estado en relación a esas mujeres (una menos, otra más) y es increíble porque nunca sentí "eso" por los hombres implicados en esas relaciones, ni siquiera por otros hombres que me hicieron daño en serio. Como buena hija del patriarcado, tengo una asombrosa capacidad para disculpar hombres.

De pronto, a las 3 de la mañana de este sábado, se me ocurre que esas tres mujeres son bien chidas; pero en serio: especialmente; de esas personas con las que es genial estar y compartir. La única que hizo cosas de verdad traicioneras fue una mujer que originalmente me apreció y con la que me porté "mal" -por decirlo fácil y rápido-, así que tampoco es que ella fuera la mala y yo la buena. De hecho, si me alejo un poco y cambio de perspectiva, podría decirse que yo fui "la mala" en los otros casos. Nunca es tan simple.

Qué patético acomodarnos en las relaciones del modo en que menos nos conviene, quedando resentidas o atoradas en batallas unilaterales con otra persona que a lo mejor está en las mismas, por encumbrar a un hombre, protegiendo nuestros sentimientos hacia él de los efectos de sus acciones.

Ahora sonrío, recordando los "amiga, date cuenta" que ignoré, pero también reconociéndome en otro lado: cada vez más lejos de aquello.

Silvia Parque

lunes, 4 de febrero de 2019

Ese mundo al que van nuestros hijos

Este fin de semana vi varios videos de "Gente maravillosa" en Youtube. Aunque la idea del show de sentimientos no me cae bien, pienso que es útil dar visibilidad a la discriminación y a la injusticia.

Yo me fijo en la reacción de las personas expuestas a la situación montada: en los recursos y dificultades de unas y otras. Y pienso en mi hija... en que haya alguien dispuesto a darle una mano si lo necesita; en que a su vez, ella tenga intención y capacidad para dar una mano a otro.

Estos días, varios de los videos que vi se centraban en personas con acondroplasia. Me implico porque si B tiene una talla baja notoria y se hacen más evidentes otros de los signos del Síndrome de Turner, andará con su singularidad por ese mismo mundo recreado en los videos. Nos centramos en enseñarle a conocer su valor, a creer en sí misma y defender el lugar que ocupa en el mundo; pero a veces, por un momento, me da miedo. A todos los pueden molestar por algo; pero unos están más expuestos que otros, para unos es más injusto que para otros.

Silvia Parque

viernes, 1 de febrero de 2019

Organizando el tiempo: ajustes finales

Pasé enero experimentando con la organización.

Los ajustes finales fueron:

a) Incrementé el tiempo que dedico a lo que me da dinero. La necesidad material se impone.

b) Acepté que la casa necesita mucho más tiempo del que creía y por lo tanto, se lo doy, asumiendo que hay que quitárselo a otra cosa. Todo se reduce al punto "a". Con dinero se gasta mucho menos tiempo en el trabajo doméstico (tendría una lavadora, por ejemplo).

c) Acepté que B necesita más tiempo exclusivamente para ella y ya lo programé. Se ha encargado de dejar muy claro, con sus recursos de niña pequeña, que no es suficiente con que yo ande por ahí o con que comamos juntas; necesita que todos los días juguemos un ratito, viéndonos a los ojos y con mi celular lejos.

d) El proyecto a largo plazo que quería preparar durante todo el año, se pasa para el segundo semestre. De todos modos, lo mejor que puedo hacer por él es generar ingresos para que sea factible (Todo se reduce al punto "a").

e) Me olvido de un horario porque requiero responder a las demandas de a, b y c; pero me aseguro de escribir al menos durante hora y media, cada día.

f) Lo único que sujeto al reloj es mi hora de despertar. He fijado una hora ordinaria y una hora para los días en que me haya desvelado, haya dormido mal o B no vaya a la escuela.

g) Lo primero que hago en el día es ejercicio. A eso le sigue una rutina de la que me pierdo si decido levantarme en la "hora 2". Es importante perdérmela, primero para valorar levantarme temprano y luego para no poner de cabeza el resto del día.

Creo que funcionará.

Silvia Parque