martes, 26 de julio de 2022

Mi hija salta

Mi hija salta.

Necesita saltar.

Como otros niños necesitarán otras cosas, la mía necesita moverse y le gustó saltar. Así que salta en la cama. La gente me decía que era peligroso pero yo soy una pasota con esas cosas del peligro. Más o menos nos ecualizamos entre el papá y yo, porque él sí que es cuidadoso.

Total, que mi niña salta. Y crece, gracias a Dios. Y ahora pesa 20 kilos. Así que ha ¿deshecho? la cama. 

Es una cama metálica que era parte de unas literas. El señor padre estuvo colocando los tubos que forman la base, muchas noches, hasta que ya no funcionó el arreglo. Dice que hay que soldarlos. 

Ojalá pueda comprar un artilugio de esos para saltar, que en mis tiempos eran una "cama elástica" y ahora se llaman "trampolín" o algo así. Si no puedo, habrá que esperar hasta diciembre, a que lo traiga Santa, que solo tiene que hacer magia navideña y no se ocupa de presupuestos y cuentas...

Hasta entonces, la niña necesita saltar, así que el colchón se quedará en el piso porque no viene al caso pagar para que arreglen la cama y que luego vuelva a pasar, ni le voy a pedir que no salte a una niña que necesita saltar.

Silvia Parque

lunes, 25 de julio de 2022

Clientes

Hemos vuelto a la vida después de una semana de faringitis familiar. Después de unos días de retomar energía, pretendo preparar mis cursos y conseguir clientes, así que este es un llamado al universo de los clientes: 

¡Clientes, vengan a mí! Rápido, por favor, para atenderlos antes de que inicie el curso.

Quiero dos clientes que me encarguen la corrección de textos extensos muy interesantes; uno, de algún tema de mi área de conocimiento; otro, de algo que no sepa, porque me gusta aprender. Que les parezca que cobro lo justo y paguen a tiempo.

Silvia Parque 

miércoles, 13 de julio de 2022

La añoranza de estar en paz

Cuando B nació, yo no quería hacer nada más que contemplarla y amamantarla... Eso y cosas en relación con el gran drama que había con su padre; pero el tema al que voy es a que en mi maternidad viví ese enamoramiento de tú y yo somos una misma, qué bonito existes y no me interesa nada más. Trabajé desde casa porque era necesario y afortunadamente, mi ocupación siempre fue disfrutable, pero mi pasión en esa etapa era ser una vaca echada. En la medida en que B adquirió "movilidad" fue haciéndose cansado eso de "solo vivo para ti". Se fue revelando que neurotípica no era y empecé a fastidiarme de cosas como que durante varias noches fuera difícil dormirla. Sin embargo, de cualquier modo, mi alma estaba en maternar.

El encanto se perdió con el destete, a los dos años. No es que se perdiera por causa del destete; más bien, supongo que quise destetar porque fui empezando a recuperarme. Amamantar fue cada vez más incómodo hasta que no quise seguir haciéndolo. A la vez, fui queriendo volver al mundo y fui queriendo mi espacio: tiempo sin ella, tiempo con otras personas.

Todavía estoy enamorada de su ser y de su existencia. Cuando hace algo como estornudar o bostezar me provoca la misma sensación de encanto que cuando estaba recién nacida. A veces me quedo contemplando su imagen y me parece perfecta. No obstante, ahora el "encanto" son momentos. La amo siempre, pero el encanto es de momentos. Y muchas veces, MUCHAS más veces de las que habría creído que ocurriría, quiero que me deje en paz, que vaya a otro lado que no sea encima de mí.

Sé que más pronto de lo que imagino será mayor. Me queda clarísimo porque se han escurrido estos siete añitos. Agradezco su vida, agradezco que estemos juntas, agradezco su salud que le da energía y su interés en mí... Ese interés me hacía sentir superestrella hace años. Pero la verdad es que ahora soy una mamá que quiere tomarse un café mientras escribe esto, sin estar respondiendo a demandas constantes de atención y cuidado.

Silvia Parque

lunes, 11 de julio de 2022

Mi trabajo

¡Hace más de un mes que publiqué la entrada anterior a esta! 

Estuve muy ocupada por el fin de curso: evaluaciones, calificaciones, revisión de proyectos... Y ahora, de vacaciones, ni hija no da tregua. En las noches suelo terminar muy cansada, así que cuando no trabajo en los textos que corrijo, me quedo dormida antes de conseguir llegar acá. Tengo ganas de escribir sobre varias cosas que no me resulta fácil abordar, así que decidí hablarles de algo que no tengo que pensar.

Como saben, el pasado octubre volví a dar clases. En ese curso, el año pasado, llegué al semestre iniciado, a enterarme casi de un día para otro de los contenidos que iba a manejar, así que fue pesado; sin embargo, amé regresar a las aulas: amo mi trabajo. De eso quiero hablar.

Para empezar, está el privilegio del empleo. No tengo una "plaza" o "base", de modo que este mes de vacaciones hago malabares porque no me pagan; pero agradezco que, en un país con mucha informalidad, yo firmo un contrato y accedo a la seguridad social, lo cual nos da servicio médico -a mí y a la cría- y me permite plantearme acceder a un crédito para comprar un terreno o una casa. En cuanto al día a día: me tratan amablemente, tengo libertad de cátedra y puedo beber café gratis :D La paso de lo mejor. Los cursos son una gozada: dan gusto nivel chocolate. Y mis estudiantes son respetuosos, agradecidos y con ganas de aprender; no son pocos los que están haciendo un gran esfuerzo para sacar una carrera adelante mientras trabajan. 

Estoy muy agradecida.

Silvia Parque