Un día me retiré de
los noticieros del radio y la televisión; quiero decir, que dejé de seguirlos. Ya ni siquiera eran noticieros verdaderos: se habían convertido en "programas de noticias", aderezados con trivialidades y en el estilo tendencioso de la novelización de la información. Cada tanto, las notas eran las mismas, con otros nombres, con otras cifras. Los programas que consideraba de mejor producción tenían redactores que no eran muy
truchos con el español, y aunque eso podía tolerarlo, tampoco eran muy
truchos en lógica, y además, los presentadores cursaban con serias deficiencias de... bagaje cultural...
Empecé a leer los periódicos de cuando en cuando: más o menos un periódico a la quincena; no me es útil el seguimiento diario de los procesos o los eventos, me parece casi como ver una telenovela. Poco a poco, la violencia extendida por todos lados, me alejó de la idea en sí misma de estar informada -dolía mucho-. Me
formo en Historia, me contextualizo respecto a lo social, lo político, lo económico; pero llenarme de datos de la actualidad, o me duele o me estorba. Lo que hice fue
invertir la vía. Ahora, los comentarios en las redes sociales, los encabezados de los periódicos en los puestos de revistas, y sobre todo, mi informante particular, me mantienen al tanto de lo que pasa; ya que algo me interesa, porque me han enterado o porque es necesario para mi trabajo académico, busco información específica sobre el asunto.
Silvia Parque