jueves, 28 de diciembre de 2017

Lo peor del resfrío

Lo peor del resfrío es que no estás muriendo. No pasa nada, en realidad. Podría complicarse y ponerse de cuidado, pero un resfrío como la mayoría, como este con el que ando, solo jode "gachamente". Esa es la expresión: "gacho", como las orejas gachas de los animales alicaídos.

Los resfríos están hechos para que una descanse, tome algo calientito y sea apapachada; pero cuando eso no se puede, no te dan pretexto para incapacitarte: el cuerpo sigue, como si pudiera trabajar y pensar, y más o menos puede, pero gachamente. Patético.

Silvia Parque

martes, 26 de diciembre de 2017

Cena de nochebuena

Esta Nochebuena tuvimos una cena deliciosa. No apagué el horno cuando creí que lo había hecho, pero nada se quemó. Al contrario: todo quedó muy bien. 

Preparé pastel de carne que acompañamos con tomates, fusilli con pesto y de postre: un pequeño pastel de chocolate rodeado de chocolates. Mi mamá nos dio bollos rellenos de queso crema que hicieron un excelente papel. Hubo aceitunas que yo no como y dulces de alpiste que B comió sin parar, uno tras otro. Ella cenó exclusivamente chocolate. Ni intento que su alimentación vuelva a la normalidad hasta que termine la semana. Le pidió a Santa Claus galletas y Santa se las trajo, así que vivimos en la excepción.

Silvia Parque

sábado, 23 de diciembre de 2017

La Navidad cristiana

Convertirme en cristiana fue empezar a tener Navidad y Pascua todos los días. No se nota porque dejo mucho que desear como cristiana, pero Dios y yo estamos bien con eso.

Por lo común, se entiende que un "santo" es alguien libre de pecado, alguien muy bueno. En la "cultura cristiana" no se entiende así. Lo "santo" es lo que ha sido apartado del conjunto en el que se encontraba, volviéndose especial. Tengo a la mano el ejemplo de la comida porque lo vivo todos los días e instruyo a mi hija al respecto:

Santificamos la comida al bendecirla y entonces no es la comida de antes, así que ya no podemos desperdiciarla o tratarla sin cuidado: reconocemos en el plato servido la Providencia, el amor de Dios en la intervención de todos los que hicieron algo para que la comida llegara hasta nosotros, el sacrificio de los animales a los que quitamos la vida, la gloria de la obra de Dios en la naturaleza, el trabajo de quien eligió, compró, cocinó y sirvió. Agradecemos y dedicamos a Dios el momento. Recordamos a los demás y deseamos que todos tengan comida rica, como nosotros. Disfrutamos.



Lo mismo hacemos con la celebración de navidad: santificarla para que sea Navidad: la fiesta por el cumpleaños de Jesús, en palabras que mi hija pueda entender. Eso no significa que vayamos a pasar la noche arrodillados. Significa que nos damos una fiesta para celebrar lo contentos que estamos por lo que recibimos -a Cristo-, honramos a Dios dedicándosela y dándole un lugar central, lo alabamos y tenemos un momento especial de adorarle en oración. De las cosas que amo de haber "entrado" a una congregación cristiana es que me dio esta Navidad que ahora vivo con mi pequeña familia. Todos los días oramos juntos pero esa noche será especial. B ha escuchando partes del relato del nacimiento de Jesús estos días, pero esa noche lo escuchará entero.

Como le escribía a Ojo humano en el comentario a ESTA entrada, cada cual es libre de celebrar lo que quiera.

El blog de Ojo humano
De hecho me parece muy bueno para el mundo y para las personas, que tantos tengan estos días una fiesta familiar y de buena voluntad. No pierdo conciencia de que se eligió esta fecha del año para suplantar celebraciones paganas que "estaban ahí primero". Pero la Navidad es la fiesta por el nacimiento de Jesús.

El Día de la mujer la gente es libre de dar y recibir flores con mensajes cursis, como para que también le toquen felicitaciones a las que no las recibieron el día de la madre; pero aunque sean mayoría, el Día de la mujer es una conmemoración feminista. Pues así: la Navidad es cristiana. Vivirla de ese modo ha sido maravilloso estos últimos años.

Silvia Parque

jueves, 21 de diciembre de 2017

Mi casa tiene ratones

¿Mencioné que me siento a-tope de mí? [Sí: ACÁ.]

Pues cuando una siente que puede, llegan las oportunidades para concretar el poder en acción.

Pero a mí no me gusta la acción tipo moverme. Yo hablaba de sentarme aquí a teclear, escribiendo artículos, corrigiendo tesis y por fin por fin por fin retomando mis proyectos de escritura. Pero la vida es como es y ahora tengo una niña resfriada y ratones.

Con la niña me llevo muy bien. Se pone irritable, pero es la hija de mi corazón hasta en sus peores momentos, así que: vale. Además, últimamente tengo ayuda con ella, así que no me agobio. Los ratones son un asco. Yo: una lela para las cuestiones domésticas.

File:The Town Mouse and the Country Mouse - town mice - Project Gutenberg etext 19994.jpg
Al menos es hermosa esta ilustración de Milo Winter,
de la fábula del ratón de campo y de ciudad (en Wikimedia).
Según el examen de los rastros, los roedores han estado aquí desde que nos mudamos; pero no hace mucho adquirieron confianza y empezaron a salir a pasear. Esos ruidos nocturnos no eran porque en la noche hay ruidos en las casas. Esas bolsas de plástico medio destruidas habían sido rasgadas y mordidas.

Esta casa tiene su historia con el tema. Aquí vivió mi mamá y en esa temporada hubo una crisis con ratones de campo que exterminó el papá de mi hija. Recuerdo un ratón agonizante que me pudo mucho; el veneno los inmovilizaba y les daba una muerte cruel, pero yo era -soy- incapaz de hacer el trabajo sucio que en esos casos es cuestión de humanidad. Ahora es peor porque ya no estamos en un fraccionamiento nuevo rodeado de terrenos baldíos, así que no tenemos despistados ratones de campo, sino cochinos puercos ratones de ciudad que han de tener su roedortopía en la casa de al lado, que está abandonada.

Aquí también, según la versión oficial, una plaga de roedores atacó nuestros libros, guardados mientras conseguíamos llevarlos a Querétaro. Los perdimos todos; lo más valioso que tuvimos.

Ahora intento devolver a la cocina su dignidad antes de la cena de nochebuena. Según el voluntario encargado del exterminio, no hay de qué preocuparse porque han muerto ya o están muriendo; pero para mí entre una opción y otra hay un abismo de diferencia. De cualquier manera, habrá que limpiar todo, desinfectar, tirar lo que pueda ser desechado en el área invadida. No era para lo que quería sentirme capaz; pero bueno, mejor capaz que incapaz.

Silvia Parque

¡Ey, JLO!

Este es un mensaje para JLO del blog "Cuando el arte ataque":

No puedo entrar a tu blog, ni desde mi lista de lectura ni desde los resultados de búsqueda de Google. Tal vez a otras personas les pase lo mismo y tal vez puedas revisar algo en tu configuración. 

Si alguien pasa por aquí y sí puede pasar por allá, ¿le puede decir por favor? :) Gracias.

Silvia Parque

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Kylo Ren como hijo terrible

Pasé los últimos días huyendo a cualquier comentario que aludiera a la nueva película de Star Wars. Apenas fui a verla hoy y la experiencia fue increíble.

ESTA es la primera crítica que leo. He hecho una pausa en la lectura de los comentarios porque es muy noche, pero están bastante interesantes.

Para mí, es la mejor película de la saga y admite múltiples lecturas. Tiene mucho qué decir sobre quiénes somos y me resulta impactante ver reflejado en la pantalla lo que acabo de leerle a Sloterdijk en "Los hijos terribles". 

Me centro en el caso del villano: un hombre que tres veces mata a su padre. Tres veces, que significa "totalmente", "literalmente" porque alude a los tres niveles en los que puede entenderse la vida: el de lo material, el cuerpo; el del alma y el del espíritu. Kylo Ren mata a su padre biológico en la película anterior y en esta película: al padre que eligió para trascender y a quien fuera su padre como Jedi, en tanto maestro.

El primer asesinato me hace pensar en esta cita del libro: 
[...] lo que en la modernidad se vuelve crónico y epidémico: que los hijos se ven frente a padres que son demasiado vanos como para poder aceptar en serio a sus descendientes, y demasiado insignificantes como para despertar en los hijos el deseo de ser aceptados por tales progenitores.
El segundo asesinato, me recuerda la forma en que Sloterdijk habla sobre la paternidad espiritual, en la que el hijo se hace uno con el padre, liberándose de la autoridad de otros, empezando por la autoridad del padre material. Así se sitúa como alguien a quien no se puede pedir cuentas. También me recuerda la forma en que expone la relación entre la mitología cosmogónica y la pedagogía: "en sus aspectos más oscuros ambos tratan del surgimiento de engendros monstruosos". Hay padres de los que solo pueden nacer monstruos.

El tercero, que es tal vez el decisivo, muestra exactamente esto: 
Es el temor adelantado ante el hijo imprevisible el que destruye por dentro el continuum genealógico. En el caso de caracteres del tipo de Layo y Yocasta, el semisaber corrruptor, mezcla de miedo y malestar, conlleva un comportamiento preventivo destructivo, cuyas consecuencias recaen sobre ellos. 
Sobre las tres muertes y la creación del malvado, esta otra:
Son ellos y en principio solo ellos, los padres vagos, los progenitores desleales, llenos de pánico, egoístas, incrédulos e incapaces de querer, de una descendencia cualquiera, quienes hacen que se abra el hiato que un día alcanza hasta el umbral de la disolución de toda descendencia.
Hay mucho más qué decir sobre este hijo, tan digno de nuestra generación; pero por lo pronto me ha interesado hablar de sus padres porque oía el eco de estas citas desde que estaba viendo la peli.

Silvia Parque

Los niños tienen derecho a ser dependientes

ESTA noticia me impactó en septiembre. Al parecer, cuatro niños continuaron haciendo su vida, estando los cadáveres de su mamá y de la pareja de ella en una de las recámaras de la casa. Realmente no creo que el de doce años ignorara que estaban muertos; especulo que trató de ocultarlo por miedo, pero quién sabe. Lo escalofriante es que vivieran tan solos, tan a su suerte.

Es un derecho de los niños ser dependientes.

Por supuesto que es genial verlos hacerse capaces. Pero también lo es verlos asumir que recibirán asistencia y apoyo: lo necesitan; tanto la asistencia y el apoyo como la seguridad de que los tendrán. Una niña cuidada espera ser cuidada; sabe que eso es lo que corresponde y se sentirá insegura sola

Estar a cargo es pesado, implica asumir responsabilidades que no deberían ser de los niños. A los niños les toca jugar y aprender con la despreocupación de quien tiene quien le despeje el terreno, le tome de la mano, le amortigüe las caídas, le levante y le cargue de ser necesario.

Yo amo tanto ver a mi hija arreglándoselas, que algunas de sus travesuras me satisfacen porque manifiestan su capacidad. Sin embargo, las mamás y los papás también somos esas personas que hacemos cosas por ellos, no solamente cuando todavía no pueden hacerlas, sino también cuando lo piden para obtener afecto, contacto, presencia.

Silvia Parque

martes, 19 de diciembre de 2017

Del año más loco al mejor año

Estoy al tope de mí: no agobiada; llena, plena. Eso podría ser extrañísimo considerando los últimos doce meses, pero tal vez no, porque al fin me estuve preparando para esto. Es que realmente es el año más loco de mi vida.

Empiezo a hacer. Preparo mi mejor año. Para eso ha sido fundamental mi participación en Psicogrupo.
AQUÍ mi último artículo publicado: "Estrés: cuerpo y mente".

Los proyectos en los que tengo una apuesta vital siguen pausados, pero eso termina hoy: no espero a que sea enero ni a que haya mejores condiciones. No tengo tiempo para perder.

Una niña en casa es una medida del tiempo implacable. No hay otra oportunidad de que tenga la edad que tiene cada vez. Y yo me hago vieja. No es que me sienta vieja sino que tomo conciencia de cómo entro a la "mediana edad": eso sí me parece increíble; también me parece bien.

Silvia Parque

martes, 12 de diciembre de 2017

Cultura del frío en Chihuahua

Chihuahua es un estado de clima extremoso: hace mucho frío en invierno y mucho calor en verano. Apenas ahora para escribir esto me pregunté si estaba bien empleado el término: parece que sí.

"La Ciudad de Chihuahua bajo la nieve", en Wikipedia
Hablando del frío, es costumbre hacer algunas cosas que no hacen falta en otros lugares, como encontrar el modo de que las tuberías no se congelen, por ejemplo, envolviéndolas con trapos. Algún año, en mi casa, cuando era niña, también se colocaron hules en las ventanas para aislar. En mis recuerdos hay muchos de estos "recursos" en relación con el frío: el olor de la infusión de canela, oír "tápate la boca" al salir, las chamarras de pluma de ganso comunes en los años ochenta: mi abuelo llevaba una de esas toda la temporada, fuera y dentro de la casa. Tuvimos un calentón de petróleo; supongo que ya no se usan.

Creo que todavía suspenden clases cuando está helando. La mayoría de las escuelas públicas no están acondicionadas para que los niños y los profesores permanezcan ahí sin congelarse o al menos sin que se les congelen los pensamientos. No es raro que ya acercándose las vacaciones de navidad, el horario escolar se reduzca para que el turno matutino inicie más tarde y el vespertino termine más temprano.

Las personas tienen sus teorías sobre los "efectos térmicos": dormir siempre bajo las sábanas y no entre cobijas;  llevar varias capas de ropa aunque sean delgadas, en vez de una sola prenda aunque sea gruesa. Se ponen de moda unos materiales u otros: sábanas de franela, cobijas de lana... Aunque muchos recordamos que antes no había nada mejor que las cobijas "San Marcos" con su dibujo de león. Hay quienes mantienen su casa cerrada: "ciérrale, ciérrale, que se mete el frío". Hay quienes abrimos la casa por la mañana para que salga el frío. Tener coche -aquí es "carro"- implica usar anticongelante, aprender a quitar el hielo mañanero del parabrisas y estar pendientes si hay hielo en las calles.

No faltan las colectas de cobijas y las campañas de "abríguese bien". La mayoría, sobrevivimos. También hay muertos: por intoxicación de monóxido de carbono y por frío, es decir: por desamparo.

Silvia Parque

lunes, 11 de diciembre de 2017

Anticonceptivos a la basura

He contado antes como afortunadamente nunca he padecido síndrome premenstrual; seguramente eso es parte de lo que me permitió relacionarme muy bien con mi menstruación. A los 18 años, empecé a tomar pastillas anticonceptivas y desaparecieron los pocos cólicos que tenía cada mes, además de poder disfrutar de un ciclo totalmente regular. Usaba Yasmin, que según vi se ha hecho de mala reputación últimamente, pero a mí en ese entonces me cayó de perlas. Casi diez años más tarde, se me sugirió descansar un rato de las pastillas y lo hice. Me encontré tan bien combinando el ritmo con los condones, que no volví a tomarlas.

Con 34 años, me embaracé y tuve a mi bebé. Todo quedó revolucionado en mi cuerpo y por primera vez empecé a sentir que las hormonas me "hacían algo": no como para llamarlo síndrome premenstrual, pero ya no era yo inmune a los cambios de una y otra etapa del mes. Al parecer tengo más hambre los días previos a mi menstruación; siempre quiero chocolate, pero más en esos días. También estoy más sensible emocionalmente, como para notarlo, pero no como para considerarlo un problema.

Así había estado: comiendo más cuando me apetece y usando condones cuando había oportunidad; hasta que pensé que era momento de volver a usar pastillas. Primero, como un acto de fe ante la perspectiva de más encuentros sexuales en el futuro próximo. Pero sobre todo, protegiéndome de mi inconsciente: Yo quiero otro hijo. No es el momento adecuado para embarazarme de nuevo; sin embargo, mi cuerpo que todo lo sabe, sabe que quiero otro hijo y sabe también que no quedan muchos años para que me embarace sin riesgo. Así que me dije: vamos a lo seguro. Fui al médico, me recetó y HORROR.

Empecé a sentir náuseas desde el primer día. Tantas como cuando estaba embarazada, aunque no duraban tanto como cuando estaba embarazada. Náuseas en medio de malestar general. Podía pensar que había estado muy cansada, pero el frío me ha obligado a dormir, de modo que he descansado. Lo que no noté es que me estaba poniendo nerviosa. Hace semanas me queda claro que necesito vacaciones y apoyo con la crianza; pero no estaba poniéndome "loca". Ayer me di cuenta de que me estaba sintiendo como cuando el neurólogo diagnosticó Trastorno de Ansiedad. Una cosa que come por dentro y desborda. Una desesperación que hace años me hacía salir de la casa y caminar rápido hacia donde fuera y después me hizo meterme bajo las cobijas a fantasear morir, pero que ahora me llegó siendo mamá de una niñita que pide, se queja, llora y para quien soy el principal referente de seguridad.

Hoy me sentí desbordada. Lo manejé como pude, me hice una infusión que me cayó bien y oré. Supe que son las pastillas. Así que a la mierda las pastillas.

Silvia Parque

viernes, 8 de diciembre de 2017

El suicidio como opción

Yo creo que las personas debemos poder decidir cuándo y cómo morir. Obviamente no podemos decidirlo si algo nos mata; pero la vida es de cada cual y podemos renunciar a ella:  es una opción. Apoyar a alguien que toma esa decisión o asistirle si lo necesita es otra historia.

Si creo que mi vida pertenece a Dios o si lo pongo al mando de mi camino, no puedo matarme a menos que reciba su permiso -o su indicación-, pero eso es algo de cada persona en su relación con Dios. Acá entre nos, deberíamos reconocer la "propiedad" de cada cual sobre su vida.

De hecho, podemos matarnos. Como a casi todo el mundo, me parece una tragedia que alguien se mate; pero más bien por las condiciones en las que sucede. Que la depresión conduzca tan a menudo al suicidio, que tantos jóvenes se suiciden, que haya personas suicidándose porque se sienten o se saben sin oportunidades frente al sistema económico o judicial, nos habla de lo mal que funcionamos como sociedad. Pero el suicidio en sí mismo puede ser una opción digna.

Silvia Parque

jueves, 7 de diciembre de 2017

Mucho frío

Hoy ha hecho tanto frío que B aceptó abrigarse. Una tía nos ha traído más cobijas. Tenemos calentón, pero no lo he prendido porque creo que conseguimos mantenernos bien así y prefiero esperar a usarlo cuando sea imprescindible: puede llegar a ponerse helado.

El frío duele. Y mata.

He visto a B tiritar de frío en breves momentos, en el baño o saliendo del baño; habrán sido segundos o minutos, pero por supuesto: me encargo; la cubro, froto mis manos sobre su cuerpo, la abrazo. No quiero que mi hija se enfríe un momentito. Así que pienso en la gente que tiene a sus hijos pasando frío y se me encoge el corazón.

Ahora mismo me duelen los dedos de las manos, ayer me dolieron los dedos de los pies. Se pasa con que los mueva. A los pies los puedo cubrir con doble calcetín. Podría cortar los extremos de unos guantes para usarlos dentro de la casa. Al rato me meto bajo las cobijas y ya está. Pero si a mí me duele, ¿cómo estará la gente con casas en mal estado, la gente que está en la calle?

Silvia Parque

martes, 5 de diciembre de 2017

Compras especiales

Hoy compré un recipiente rojo, uno verde y uno naranja: recipientes de plástico con la tapadera del mismo color que el contenedor. Los había estado buscando desde hace mucho, para la colección de tapaderas de B. Teníamos un balde azul con tapaderas azules, uno amarillo con las amarillas; pero las demás estaban en un recipiente de plástico transparente. Tal vez habría que buscar uno blanco, uno dorado y uno negro; pero soy tan feliz con los que hay ahora, que hasta podría dejar al resto de las tapaderas en paz.


Eso habría bastado para que las compras fueran una gran fiesta. 
Pero además compré un banquito
Es muy importante.

Una de las cosas que me hacen sentir rica es tener los objetos específicos para cada uso. Si pudiera, no serviría el helado con una cuchara cualquiera sino con una servidora de nieve, no pelaría las frutas o verduras con un cuchillo, sino con un pelador. Hasta ahora, para que B alcanzara el lavabo, se subía en un bote de basura volteado al revés, que además uso como balde para el agua. Pero ya tenemos nuestro banquito.

Suyo, en realidad. 

En cuanto llegamos a la casa, empezó a subirse para bajar juguetes a los que antes llegaba trepándose al mueble donde están. No quería jugar con ellos, sino subir al banquito y alcanzarlos.

Inicialmente puse esos juguetes donde los puse para que ella no los alcanzara; pero no tardó en aprender que había modo de llegar a ellos.  

El síndrome de Turner se distingue por la baja estatura. Las pediatras endocrinólogas que hemos consultado nos han dicho que el tratamiento adecuado administrado a tiempo permite alcanzar lo que ellas llaman, si mal no recuerdo, "estatura meta": la estatura que se supone alcanzaría sin el síndrome, calculada a partir de la de su papá y la mía. Pero hace poco, una mujer contaba -con satisfacción- que había llegado a 1.35 m, con tratamiento. Así que me importa mucho que B aprenda a alcanzar, a llegar a donde necesite; que aprenda que hay recursos y que gracias a Dios, nuestra inteligencia nos da posibilidades en cualquier situación. Por eso necesitábamos un banquito.

Silvia Parque

lunes, 4 de diciembre de 2017

Nunca creí

- Cuando era niña, no creí poder soportar un brassiere. Tampoco sabía que había una variedad enorme de brassieres para escoger.

- Me he acostumbrado a usar audífonos de los que entran en las orejas. No creí que pudiera. Me incomodaban mucho. 

- Soy completamente diferente a mi mamá y mi maternidad es completamente diferente a la suya; también es en cierta forma una respuesta a la suya, así que tal vez por eso, aunque no lo hubiera creído, aunque verdaderamente jamás lo habría creído posible, me he visto ser como mi mamá montones de veces, con mi hija. 

Cada vez pasan más cosas en mí, que nunca creí.

Silvia Parque

domingo, 3 de diciembre de 2017

Leer, escribir, adormecer

Leo y leo y me dan ganas de leer más. Tengo una listota de temas, autores y libros por leer, como cuando era jovencita. Ahora es mejor porque ya no hay presión por ningún "deber ser" en ese sentido; aunque cuando era jovencita estaba la gran cosa de que podía dedicarme a leer -o a lo que fuera- todo lo que quisiera y si quería cuatrocientos libros, bastaba decirle a mi mamá.

También quiero escribir. Solo estoy escribiendo los artículos para Psicogrupo y me hace falta recuperar proyectos abandonados. Necesito inventarme tiempo para eso o me voy a congestionar. O a adormilar, que es el mayor riesgo con el cansancio que traigo a cuestas. Si no escribo pronto lo que me interesa, me las arreglaré para neutralizar la necesidad de hacerlo, adormeciéndola, adormeciéndome.

Silvia Parque

sábado, 2 de diciembre de 2017

Cierre de año

Este ha sido el año más loco de mi vida. No por bueno o malo, sino porque yo no había cambiado tanto en el lapso de un año desde que soy consciente y aunque he vivido otros cambios que nunca habría creído, habían sido en mi situación o circunstancia, no en mí.

Aunque por el momento sigo algo lejos de mis objetivos económicos, ha sido una temporada provechosa. Hago lo que quiero, otra vez, eso es la gran cosa. Y creo que mis últimas  lecturas han hecho que los cientos de horas de diván den posfruto de autoconocimiento.

Es temporada de dar frutos.

En el lejano noviembre...

Veo cosas bárbaras y terribles todo el tiempo, sobre todo en el espejo.

He estado drogándome de cansancio y hoy llegué a otro nivel: hace rato tiritaba de cansancio y eso combina  de locura con las canciones eufóricas que pide B. Ahora mismo solo tengo un poco de dolor sordo en la cabeza y en el cuello, con punzaditas que me avisan que la noche va a estar interesante. Todo ha estado muy interesante últimamente.

Silvia Parque