jueves, 29 de noviembre de 2018

Evolución de un amor

Mi porqué tiene nombre propio.

No quisiera nunca que se viera a sí misma como "algo al servicio", como si el sentido de su existencia anclara en lo que ha hecho por mí; pero su presencia ha sido capaz de moverme, literalmente. Nunca más pude cubrirme con una cobija a desear estar muerta. Nunca más fui pedazos de mí en el piso porque aprendí a "hacer" desbaratada. Porque ella. Para ella.

Así las cosas, lo más injusto que me han dicho -aunque fuera con buena intención- es que piense primero en ella. Desde que vi dos rayitas en la prueba de embarazo, no he dejado de pensar primero en ella. Que mi camino no sea convencional, no significa que ponga mis necesidades de ningún tipo delante de las suyas o que tome decisiones a la ligera.

No la he amado románticamente. Siempre sentí su extranjería durante el embarazo. Me pareció desconocida cuando nació -su papá lo vivió diferente-. Nunca la he visto como una "mini-yo" o una extensión de mí, a pesar de que nos parecemos, me refleja y todavía nos amalgamamos. Nunca he sentido, por ejemplo, que me pertenezca como para tener derecho a adornarla para darme gusto -pronto supe que yo le pertenecía-. La amé de otro modo.

Supongo que como otras mujeres, llegué a imaginar que el parto podría complicarse y pensé -telenovelescamente- en cómo haría que me hicieran caso para que privilegiaran la vida de la bebé. El punto es que mientras lo fantaseaba yo no quería su vida más que la mía; yo la elegía. No me sentía inclinada a eso, lo decidía motivada por un amor que no es de sentir bonito, sino de darse una misma -se sienta como se sienta-. Claro que amarla me ha traído gozo, pero no la amo por ni para el gozo.

Creció y la fui conociendo. Me sigue sorprendiendo y no la asumo "conocida" porque ni tengo tanta capacidad ni permanecemos inmutables. Pero a lo que iba es a que he estado con ella -estar con ella es lo más de lo más en mi vida- y eso me ha hecho "crecer" como mamá, de un modo que ha sido, increíblemente, amarla más cada día.

Entonces pasó algo.

Es penoso porque creo que otras mamás lo sienten desde el principio y a mí apenas me pasó este mes. Su bienestar se convirtió efectivamente en lo que más quiero. Hacer lo que me corresponde como su mamá es un centro que desborda ocupando cada espacio en mi vida. De un modo nada abrumador, ¿eh? De modo apasionante. Y tremendo. Terrible -en un sentido literal, no "malo"- en cuanto a cómo me siento inclinada a elegir su vida sobre la mía, de modo que en esa fantasía estúpida de "cuál de las dos vive", no solo la elegiría a ella por amor, sino también con gusto. Y no valoro en poco mi vida, ni pretendo -para nada- dedicarme a ella, olvidándome de lo que quiero para mí. Es nada más que la amo así.

Y no la amaba así cuando nació. La amaba con toda mi alma y su bienestar era mi prioridad delante de todo. Lo remarco porque quizá un día ella lea esto o se lo cuenten y debe ser muy claro que siempre la amé con toda mi capacidad de amar. Tal vez esa capacidad creció, pero lo que había no era poco: era muy grande.

Y bueno, pues aquí estamos, viendo cómo nos ponemos de acuerdo y cómo hago para hacerme cargo.

Silvia Parque

lunes, 26 de noviembre de 2018

Interactuar, comunicar, estar, en redes sociales y más allá

Esta entrada es una serie de notas; espero transmitir la noción de lo que he estado procesando, a pesar del ahorro en redacción.

* Hace años supe que una persona cercana, mayor que yo, contestaba todos sus correos electrónicos en cuanto los veía: aunque perdiera tiempo, aunque no sintiera deseo de responderlos, aunque ni siquiera el mensaje recibido fuera de su interés; contestaba incluso los correos genéricos que habían sido enviados automáticamente. Su imaginario en relación a la comunicación le hacía sentir que debía hacerlo.

* Por ahí del tiempo de la campaña electoral de este año, alguien (Alfonso Dosamentes, para ser específica) me dijo en Facebook que cuando vas ganando una carrera no volteas a ver a los que van detrás. Esto, como cualquier cosa, requiere contexto para tener sentido y definitivamente no todo es equiparable a una carrera; pero a mí tenerlo en cuenta me ha sido útil. Me remite a dos cuestiones.
** Primero, ya que en las carreras "de verdad" se gana o se pierde por décimas de segundo, hay una especie de administración del gasto de calorías, el foco de la atención es decisivo y mucha inteligencia está puesta a trabajar coordinando los movimientos del cuerpo; por tanto, voltear a ver lo que sea no puede ser casual como cuando vas de paseo: ese voltear a ver afecta la carrera.
** En segundo lugar, hacemos crecer en importancia aquello a lo que ponemos atención. Y a veces, no nos damos cuenta de que estamos en una posición en la que personas, entidades, situaciones o cosas a las que estamos dando el poder de afectarnos, podrían no afectarnos en absoluto, afectarnos poco o afectarnos de diferente manera: de una que no implique pérdida.
** Estando en el comedor de mi abuela, oyendo comentarios sobre las novedades en relación con el presidente electo, en algún punto dije algo parecido a: "Bueno, ganó una opción que representa X y está a favor de Y. Sería bueno que consideraran conocer porqué muchos pensamos que X y Y es bueno, ya que habrá X y Y". Y me oí. Ganamos los que pensamos que era mejor X y Y, siendo X y Y usualmente las opciones denostadas, lo "no dominante". ¿Puedes no darte cuenta de cuál es tu posición?

* Este año, además, asimilé por qué maravillosas mujeres no dan explicaciones a los hombres que cuestionan el feminismo desde una ignorancia soberbia que los pone en una posición infantil de "a ver: convénceme; tengo estas barreras de las que no voy a mover ni un tabique ni un segundo, pero a ver: convénceme". Es pedir que una mujer haga, de nuevo, lo que históricamente hemos hecho: poner al servicio de un hombre nuestros recursos. Y no. Por una posición política que es cuestión de ética. Lo que he podido conocer, entender y comprender me ha costado lecturas, reflexión y procesos personales deconstructivos que implican tiempo y esfuerzo Muchas personas, directa e indirectamente me han apoyado y aportado en ese camino; no podría hacer menos que tratar de apoyar y aportar a quien quiera servirse de ello para crecer, así sea en un camino que no es como el mío, que va para otro lado. También me gusta simplemente la interlocución. Pero la tierra es de quien la trabaja y el conocimiento también. [No me ha tocado interactuar con una mujer con esa actitud; si me tocara, le consecuentaría buen tramo porque es otra su posición en el sistema de poder.]

jueves, 22 de noviembre de 2018

A la hora de la hora

¿Han visto en Facebook esas publicaciones inspiradoras o dulces o de algo que es la gran cosa y que se aleja de lo ordinario?

Tienen gran éxito.
Para eso se hacen. 
Y no hay problema con eso: es Facebook.
Creo que es más o menos la naturaleza del muro: "mira esto, qué genial; se merece un me-gusta". 

Yo también reparto pulgares arriba y corazones donde me place, sin que eso me comprometa a nada más que sostener que he dado click en "me gusta" o "me encanta" -y puedo quitarlos-.

Pero no deja de asombrarme el tamaño de la distancia entre la cantidad de reconocimiento o alabanza a una forma de hacer, a un estilo de vida o a una corriente de pensamiento que se presenta en una postal o una semblanza y esa misma forma de hacer, estilo de vida o corriente de pensamiento tal como se presenta en la realidad material o en la cotidianidad. A veces, será que el "me gusta" se puso sin pensar o que es pura pose; pero creo que sobre todo, se debe a que las personas no visualizan lo que llamo "el paquete completo". Quieren a la mujer libre, pero no soportan a la niña desobediente. 

Vi un video hace unos días, de los que comparte BBVA (AQUÍ ESTÁ la página), en el que una persona cuenta cómo se fue a recorrer el mundo. Siempre que veo estos videos tienen un montón de "me gusta" y este caso no era la excepción. A mí también me gustó. Sin embargo, me da por pensar que muchas de las personas aprobando el discurso de ese hombre al que no conocen, en realidad no se muestran tan aprobadoras con las personas cercanas que se atreven a ir tras sueños locos. Muchas veces, cuando lo singular o atípico está cerca, no se ve como extraordinario y maravilloso, sino como raro o anormal en un sentido que va hacia "inapropiado". Cuando una persona "realista" ama a alguien, del modo común en que se ama, suele desear para esa persona un camino convencionalmente seguro hacia un éxito convencional; algunos tienen gran dificultad para aceptar que su persona amada no irá por un camino de ese tipo. Y es que a veces tarda en llegar el momento en que, con expresión satisfecha, te sientas a platicar cómo te fue en tu vida soñada... a veces no habrá esa vida soñada. Y el trayecto, que desde mi punto de vista siempre vale la pena, puede poner nerviosas a las personas que proyectan su propio miedo en el soñador o a las personas que no pueden estar en paz con dejar a su ser amado en manos de Dios; puede suscitar la crítica y hasta el desprecio de los responsables convencionales, sobre todo de quienes cargan en su corazón sueños abortados.

Frecuentemente veo esta distancia entre el éxito de propuestas educativas en las redes sociales y su aceptación en la realidad. Los videítos sobre innovaciones exitosas en otros países son geniales, pero si el agente educativo que se propone hacer lo que nunca se ha hecho se llama Juán Pérez o María González, mejor hay que seguir haciendo lo de siempre. Las frases sobre educación emocional quedan muy bien cuando se acompañan de dibujitos tiernos, pero no aplican a la hora en que la criatura "hace berrinche" o cuando pega o cuando... justo cuando se necesitaban.

Silvia Parque

jueves, 15 de noviembre de 2018

Los propósitos en la educación

Escribí "Preparar a niñas y niños" y Ojo humano, del blog Palabra breve, comentó que le gustaría que ampliara la reflexión. Así que seguí pensando...

Dicen que todos queremos lo mismo para nuestros hijos, pero no es cierto. No puede ser cierto porque no tenemos la misma escala de valores, a veces ni siquiera tenemos los mismos valores figurando en una escala.

Evidentemente, la mayor parte de las personas queremos lo que consideramos "bueno" para nuestras criaturas. Así tenemos el famoso inicio de Mateo 7:11: "Pues si ustedes, siendo malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos..." Pero lo bueno se explica y se expresa de diferentes maneras. Nuestros valores van a hacer que nos dirijamos fundamentalmente a la consecución de "algo", de modo que "lo otro" tal vez esté presente, pero no dirigirá las intenciones.

No todos los caminos son iguales ni llegan al mismo sitio.

Si una mamá tiene como propósito de la educación de su hija hacerla una persona feliz, no quiere decir que no quiera que sea una persona honesta, capaz o libre; sin embargo, que el propósito sea la felicidad sí significa que todas las otras cosas que quiere, se configuran alrededor de la felicidad, están permeadas por ese propósito o se subordinan al mismo. Sus decisiones, discurso y actos no serán los mismos si su propósito es que su hija sea una persona plenamente consciente de sí misma o autónoma o materialmente exitosa. Por supuesto, no es tan simple; un propósito puede ser una especie de perfil configurado por una serie de valores relacionados entre sí. Pero nunca "cabe todo": no queremos lo mismo para nuestros hijos.

En el mismo sentido, cada modelo educativo tiene su propósito. Todos pueden pretender "cosas buenas"; pero entenderán de diferente manera qué es "lo bueno" y cómo se vive. Los lemas de las instituciones de nivel superior pueden dar una idea de esto. No es lo mismo "Espíritu emprendedor con sentido humano" que "Educo en la verdad y en el honor" o "Luchar para lograr, lograr para dar".

Según yo, en general, el sistema cultural hace que en la mayor parte de los casos, las experiencias en cualquier modelo se ajusten a los supuestos culturales dominantes en relación con "género", "vida", "sociedad", "educación", etc. Por eso hay, por ejemplo, muchas menos escuelas que verdaderamente siguen el método Montessori, en comparación con las que llevan "Montessori" en el nombre -y faltaría ver qué tanto las familias realmente viven la educación Montessori-.

Considerando lo anterior, para mí está claro que la educación formal en México, tanto como la educación informal -que parte de la socialización-, en general se encamina a hacer que niñas y niños sean obedientes y por tanto sumisos, lo que termina en mujeres y hombres acríticos, alienados. En tanto personas sometidas, niñas y niños aprenden a acomodarse en un sistema jerárquico que les adiestra para participar en relaciones verticales donde la violencia es el recurso usual para sobrevivir, a veces literalmente; se les enseña a manipular, a engañar, a aparentar, a complacer. Está gacho.

Nótese que el propósito suele sonar bien: un niño educado es un niño obediente; por tanto, gusta: es aprobado.

Esta es una de las cuestiones sobre la que más hemos necesitado hablar, el papá de B y yo. Él quería que B obedeciera. Yo quiero que "haga caso". Parece lo mismo, pero es completamente diferente. Las personas pueden usar las frases como si fueran intercambiables, pero el concepto de obedecer, como lo conocemos, implica someterse; otra cosa es dar su lugar al otro, prestándole atención para valorar lo que nos está diciendo y actuar como corresponde.

Hay mucha tela de dónde cortar con este tema...

Silvia Parque

jueves, 8 de noviembre de 2018

Preparar a niñas y niños


Existe la idea de preparar a niñas y niños para competir e incluso para pelear o aceptar ser sometidos, bajo la premisa de que así es el mundo "real".

Suponiendo que el mundo siga siendo tan violento o injusto como es o que empeore -lo cual es probable-, no tenemos por qué elegir adaptarnos a la injusticia o a la violencia. Podemos resistir. Podemos crear recursos para sostener hábitats de "otra cosa", de mundos preferibles. Podemos preparar a niñas y niños para eso.

Silvia Parque

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Dolor: castigo

Unos meses después de casarme, dejé de tener dolor de cabeza y me enteré de que había vivido con dolor de cabeza. No me había dado cuenta porque era un dolor permanente. 

No mucho después, sentí por primera vez un dolor de brazos que a partir de entonces se presentaría de cuando en cuando, a veces en las manos, a veces subiendo del hombro al cuello, a veces por toda esa ruta hasta la cabeza. Una mañana, cuando desperté con dolor y ya no tenía esposo que me asistiera, de plano no pude ir a trabajar: no podía moverme; vestirme fue una odisea. Ese día me tomaron una serie de fotos de interior y supe que tengo un nervio oprimido porque mi columna no está alineada con mi cabeza. El nervio siempre ha estado oprimido; en determinadas circunstancias, duele.

Meses después, descubrí que tengo el pie cavo; usé por primera vez plantillas especiales en los zapatos y la experiencia total de mi cuerpo fue otra. Caminar teniendo demasiado arco en el pie es como andar "de uñas" -pisar con el talón y las puntas de los dedos-, lo cual provoca un malestar que en realidad es una especie de dolor. Hace años que no tengo las plantillas. En parte por eso, en parte porque no estoy acostumbrada a caminar mucho y estos días tuve que ir de aquí para allá, tengo un penoso dolor de pies.

La novedad  es un molesto dolor que ubiqué en una teta: creí que todavía tenía leche y que estaba congestionada; pero una noche me di cuenta de que el dolor no estaba en la teta, de que usualmente se extendía hacia lugares que claramente no eran la teta. Al parecer es inflamación de algo que cubre las costillas.

¿Qué necesidad hay de más dolor?

¿Ninguna?

Pues mi maña de rascarme la cabeza hasta levantar la costrita que se formó por haberme lastimado por rascarme la cabeza, llegó demasiado lejos últimamente y he tenido dolores de cabeza para regalar -en realidad, es algo así como dolor de cuero cabelludo, supongo-.

Creo en interpretaciones no científicas de los hechos, sobre todo de la experiencia humana, así que la respuesta a la pregunta es: castigo. A veces, muchas veces -tal vez la mayoría de las veces- lo consciente no se impone.

Silvia Parque

domingo, 4 de noviembre de 2018

Nuevo y sorprendente

Me encuentro haciendo cosas que nunca creí, de las ordinarias y de las trascendentes. Con una capacidad que no hubiera creído para sentir el quiebre y el dolor de personas literal y metafóricamente cercanas y lejanas.

Es un mundo loco, enfermo de varios lados, podrido en otros, maravilloso, con colores, aromas y magia como la del ciclo del agua.

La vida no se parece a lo que pensaba a los quince años. Es muy cortita: está bordeada por muerte y llena de muerte. No se puede domar ni detener: hace lo que tiene que hacer: hace que se haga.

Me tienen sorprendida, la vida y el mundo, aunque no pasa nada de lo que no tuviera antecedentes o contexto y que comprenda al menos al mínimo nivel.

Me tiene sorprendida mi vida. Me hago un nuevo mundo.

Silvia Parque