sábado, 29 de septiembre de 2018

Feliz cumpleaños a mí

Desde enero estuve pensando en que este año cumpliría 38. Me sonaba increíblemente cercano a "40", que a su vez sonaba a demasiada edad en una vida increíblemente lejos de la que pensé que tendría.

Llegó septiembre y pensé más a fondo, básicamente: "¿y ahora qué?"

Entonces, hoy, he visto Nannete. Sigo procesando los "veintes" que me cayeron. No había exageración en los comentarios que leí sobre este "acto".

Si doblé la apuesta -por mí- el año pasado, ahora la quintiplico.

Estoy en el mejor momento de mi vida.

Silvia Parque

viernes, 21 de septiembre de 2018

Los límites de mi creatividad

Últimamente he comprobado que no soy creativa de modo "simpático". No tengo esa gracia. Está bien: tengo otras cualidades. Es solo que yo creía que en el fondo, por ahí, había un poquito de eso o podría haberlo y no: nada. Está muy bien, nada más estoy... "impactada" de conocer el límite.

Por ejemplo, explorando los blogs de BoosterBlog, encuentro estas dos descripciones:

De "La verdad de los blogs".- "Listado de Blogs con estadísticas de visitas públicas ¿Ya están los 50 caracteres? Que bien".

Le falta un punto y un acento, pero tiene la clase de creatividad que no tengo. Yo tengo los puntos y los acentos y cobro por eso; además, tengo otra creatividad; pero de la de ellos no me tocó nada... Sé que estoy siendo repetitiva, pero para mí es un descubrimiento.

De "¿Dónde está la esquina?".- "Somos algo más que un grupo de freelance, somos un grupo de freelance fracasados, seguros de encontrar el merecido éxito a la vuelta de la esquina".

Yo no puedo hacer una descripción así de mis blogs. Las mías están bien, no quiero otras; pero me acabo de dar cuenta -en estas semanas- de que si quisiera, no podría.

Silvia Parque

jueves, 20 de septiembre de 2018

La escolarización de la niña

En la colonia-isla en la que vivo hay un jardín de niños y una primaria. Ya he comentado características que no me gustan de este sitio y de sus habitantes (la violencia normalizada, la suciedad en las calles, el vandalismo). En cuanto inició el ciclo escolar me di cuenta de que la escuela no es un botón de muestra de "eso", sino al contrario: es lo mejor que tenemos -ahí sí hablo en plural-. 

La adaptación de B al jardín de niños fue tan increíble que en realidad no parece haber habido "adaptación". Llegó como pez a nadar al agua. Era justo su momento, la maestra parece ser justo lo que necesitaba y el sistema que llevan le viene de perlas, aunque mi ideal sea otro. Esto me permite dejarla con confianza y gusto, sin embargo:

Su escolarización ha sido buena para mí no solo porque esté conforme o contenta con eso que ella tiene, sino por lo que me ha traído a mí -valga la redundancia-.

Dos cosas son fáciles de compartir:

Hacer que la niña esté lista para salir de la casa a determinada hora me obliga a levantarme temprano. Hace años que había perdido esa costumbre. Si me llego a levantar "tarde" es un tarde que de todas formas es temprano porque necesito haberme puesto de pie antes que ella.

Tengo una especie de "prueba objetiva" de que "funciono" como mamá. No tengo la estabilidad económica que mi hija necesita, mis complicaciones existenciales y las de mi sistema nervioso no juegan a su favor y cada vez es más difícil que me ponga de acuerdo con su papá respecto a ella (antes podíamos diferir en todo, pero estábamos de acuerdo en lo que concernía a la niña); sin embargo, me siento bien porque ella va cada día bien presentada a la escuela, llega a tiempo, lleva su almuerzo saludable y lo que haya indicado la maestra. Para alguien que no consigue dos noches seguidas sin trastes sucios en la tarja, es un logro que la criatura tenga uniforme limpio cada día. Hay cosas más importantes que eso, pero sentirme satisfecha por "eso" ayuda cuando me siento incapaz frente a las cuentas por pagar y esa clase de cosas adultas con las que la mayoría parece entenderse tan bien. 

Silvia Parque

sábado, 15 de septiembre de 2018

Otra oportunidad

Este mes de cumpleaños, la celebración no está siendo festiva al modo tradicional. He estado pensando.

Pienso y pienso.

Pensé un poquito en el pasado y me permití un ratito de la fantasía de haber hecho algo diferente, pero el gusto no me duró: no puedo dejar de tener conciencia de que B no estaría aquí si cualquier cosa hubiera sido de otro modo. Traté con cambiar "algo" después de la fecha en que nació, pero se me ocurrió que si cualquier cosa no hubiera sido como fue, tal vez eso habría cambiado su crianza y ella no sería exactamente la niña que es ahora.

Luego pensé en el futuro. Un poquito de mi fantasía favorita: la casa de mis sueños. La he remodelado. Tenía años soñando con la misma casa. Ahora es otra.

Y pensé en cómo pasar de donde estoy a donde necesito estar, pero las respuestas en realidad las conozco, así que no me entretuve mucho.

Pienso en la persona que soy y mi relación con mi alrededor.

He dejado de decirle a B que recoja sus juguetes. No los recoge porque no he sido suficientemente consistente creándole el hábito y porque yo misma no soy ordenada, así que en vez de insistir, me detengo y observo cómo funcionamos.

Pierdo mucho tiempo. Fue ocurriendo en la medida en que tenía menos trabajo y seguramente no ayuda a que tenga más trabajo (no es que quiera trabajar más, pero me urgen más ingresos). Pierdo energía en Facebook y Twitter, así que le pongo nuevas reglas a mi paso por ahí.

Pienso en los blogs como parte de pensar en mí. Más de lo que quisiera admitir, escribo y publico aquí porque es muchísimo más fácil que ocuparme de los proyectos de escritura que me dedico a abandonar y recuperar. Y eso me lleva a considerar por primera vez en la vida: ¿realmente quiero escribir? ¿No lo habría hecho ya, si tanto quisiera hacerlo? El papá de B me dice que Proust no había escrito ni una línea de En busca del tiempo perdido cuando tenía mi edad. Le digo que seguramente podía mantenerse a sí mismo y me responde que era un noble, así que la cuestión no aplica. Yo pienso en que a mi edad, mi mamá ya había pagado mi carrera en una escuela particular. Cada cual su camino, pero...

Recuerdo los días y noches escribiendo en la adolescencia, apasionada con lo que estaba haciendo. Solo he vuelto a sentir esa pasión cuando me metí en el proyecto laboral de mi vida, que avanza a paso lentísimo: tan lento que no tiene para cuándo concretarse. Porque siempre pasa "algo". Siempre. Una complicación. Un problema. Un "algo". Una cuestión de salud, de dinero, de la casa, en relación con la niña, conmigo, "algo" pequeño, mediano, grande que me interrumpe y cuando quiero continuar en lo que estaba, no puedo: me paralizo; mejor escribo una entrada, leo algo, comento algo, me sigo "preparando" (es un trampa seguir preparándose).

Voy a darme otra oportunidad.

Silvia Parque

viernes, 7 de septiembre de 2018

Reusar comida

Soy buenísima para hacer economías en la cocina. La mayor motivación para hacerlo es la necesidad, pero la verdad es que me da mucha pena el desperdicio de comida, así que lo he hecho siempre: cuando hay mucho y cuando no hay tanto.

Respeto la comida porque sé que otras personas tienen hambre y que el consumo irresponsable en unos lugares se relaciona con la miseria de otros sitios; ni qué decir cuando se trata de productos de origen animal: tengo conciencia de que un animal fue ejecutado o confinado a un ambiente hostil para satisfacerme.

Así que aquí, en la medida de lo posible, no se tira la comida. Y cada vez que hago una "jugada" en este sentido, me siento orgullosa. Como el día en que nació la sopa de jícama porque media jícama avejentada ya no se antoja para comer con limón y chile.

También me encanta cuando una cosa se transforma en otra y luego en otra más. Hace unos días preparé avena, pero no había azúcar y así no tuvo gran éxito. La niña comió apenas una pequeña porción; sobró mucha. Usé una parte de eso para hacer hot cakes. A lo que dejé como avena, le puse azúcar cuando ya hubo. Esta vez la niña comió una porción normal, pero siguió quedando. Entonces volví a hacer hot cakes, pero como ya tenían azúcar, no le ofrecí a B la cucharadita de miel con la que los acompaña últimamente.

Y así los restos de un guisado se incorporan a otro y los pedazos grandes de tomate o de cebolla cocida que no nos comemos en los caldos se usan para algo más. Solo se tira algo si tengo sospecha de que pueda estar descompuesto.

Silvia Parque

jueves, 6 de septiembre de 2018

Escenas de la vida cotidiana

El papá a B: Hija...
B: ¡No quiero!
El papá a B: ¿No quieres qué, B?
Yo al papá: ¿Dejaste por ahí un libro de Bakunin?
El papá a mí: ¿En la computadora?
Yo al papá: En cualquier sitio al alcance de B.
El papá a B, con pretendida seriedad: Hija, aquí hay una estructura vertical... el librero.

Silvia Parque

lunes, 3 de septiembre de 2018

Amistad con persona adulta fuera de la familia

Me parece especialmente valiosa la relación de amistad que una niña, niño o adolescente tiene con una persona adulta fuera de la familia.

Crecemos pensando que el mundo es lo que en nuestra casa nos dicen y lo que en nuestra casa vemos, apenas extendiendo está visión a las casas de los primos o los abuelos. En otros espacios como la escuela y la Iglesia aprendemos otras cosas; ahí nos relacionamos con adultos que no son de la familia, sin embargo, casi siempre son personas en una posición de autoridad con las cuales no hay un tú a tú.

Un caso especial es el de las tías y los tíos. Es una relación que puede ser preciosa. Sin embargo, casi siempre tíos y tías participan de la cultura familiar, lo cual no ocurre con la persona adulta "de fuera".

El adulto que no es de la familia tiene una relativa lejanía en cuanto a responsabilidad y afecto para con la niña, niño o adolescente, que le da un toque especial a la relación; por ejemplo, tiene posibilidad de hablar sin el cuidado que tenemos para con los chicos en casa y puede aportar perspectiva para "juzgar" la dinámica familiar.

Por supuesto, la persona adulta siempre será la responsable de que la interacción sea apropiada y tendría que hacerse cargo en caso de notar o saber algo que pone a la criatura en riesgo -por eso digo que la lejanía en cuanto a responsabilidad es relativa-. No todo el mundo está dispuesto a eso.

Por su parte, los papás o tutores son enteramente responsables de la cercanía que pueda tener con alguien, la hija o hijo a su cargo. Está claro que no todas las personas son confiables y que, hasta con las personas confiables hay que tener reservas, digamos una "política sobre las relaciones" en la que estén bien claras cosas como que una niña de diez años no va a ir a platicar a la recámara de su amigo, el vecino de veinticinco.

Silvia Parque

sábado, 1 de septiembre de 2018

Cumpleaños

Septiembre es el mes de la patria; pero para mí, es el mes de mi cumpleaños.

Los dos primeros años de mi hija, como que no me interesó mucho cumplir años. El año pasado volví a darle importancia. Este año retomo la bonita costumbre de celebrarme todo el mes.

Silvia Parque