viernes, 30 de junio de 2017

Apocalipsis de fuego

Hoy dije que el calor de estos días no era tan intenso como el de las semanas pasadas. Alguien estuvo de acuerdo conmigo.

Entonces llegó la noche.

Me derrito.

Hace unas semanas, me sorprendió que el calor no amainara al atardecer. Otro día, apenas salí, sentí una brisa caliente como caricia del diablo. De verdad que una tarde pensé que esto es demasiado parecido a un apocalipsis.

Silvia Parque

jueves, 29 de junio de 2017

Casa y cabello

Finalmente, me cambié de casa. Fue difícil para B, que repitió varias veces "no quiero ir aquí" desde que vinimos a explorar el terreno; pero a los dos días ya estaba a gusto. Amo tener nuestro espacio y de todas formas estoy cerca de mi abuela y mis tías. Tardé en acomodar y en hacer que hubiera Internet, pero "ya estamos".

Creo que sentir "nuestro hogar" me hace extrañar al papá de B. Afortunadamente, estoy muy ocupada como para ponerme a imaginar cómo sería si estuviéramos los tres o para lamentar que no sea lo que no es. 

Llevo el cabello cortitito como señal de que todo es nuevo. Me han dicho que estoy obsesionada porque he ido a que lo corten unas tres veces en mes y medio (o algo así); pero son cortes simbólicos: había que hacer los necesarios. Ahora ya puede crecer.

Silvia Parque

sábado, 17 de junio de 2017

Hablar y no repetir

Durante años, creo que casi toda mi vida, antes de hablar con alguien suponía una serie de respuestas que la otra persona podía darme, tras lo cual solía concluir que era irrelevante hablar y la mayor parte de las veces, entonces: mejor no hablaba. Entre lo más importante que me dejaron los años de psicoanálisis, está la comprensión de que necesitaba "decir" para que el otro se enterase. Creo que ya he contado por aquí que mi mamá me compró un juego de química cuando se enteró de que yo lo había deseado toda la vida. Pasó y terminó mi niñez sin que abriera la boca al respecto. Cuando tenía unos doce años, un amigo de un tío mío,  me tocó los senos; yo me paralicé de impresión. Horas más tarde, fui con mi mamá y mi abuela a la tienda: me puse delante de mi mamá, de manera que le impedía el paso; esperaba que ella viera mi cara y supiera lo que había pasado. Se molestó y no se enteró. 

Claro que si el otro ya sabe, no tiene caso repetir y repetir, como si por decirlo muchas veces fuera a reaccionar o responder como una quisiera. Frecuentemente, nos portamos como si el otro no oyera o no entendiera, cuando si oyó, si entendió: simplemente no hará lo que querríamos que hiciera con eso que le hemos hecho saber.

Silvia Parque

viernes, 16 de junio de 2017

Hogar para dos

Nos mudamos. Una tía me prestará una casa que en este momento no está habitada. La misión del fin de semana es arreglar el lugar para que podamos dormir ahí el domingo. Estoy contenta, emocionada. Veo la mano de Dios haciendo lo suyo.

A mi niña no le gusta la idea. Por si tenía alguna duda, hoy que hemos ido, ha dicho "no quiero ir aquí". Ya se adaptará.

En esa casa viví unos años de mi adolescencia. Me dio gusto encontrarla diferente y no sentir que "regresaba". Fueron buenos años, fuera de la casa. Ya estaba con el papá de B cuando nos mudamos, de ahí a la última casa en la que viví con mi familia de origen; él me ayudó en esa mudanza; lo recuerdo clarito porque en mi paranoia, le hice llevar escondidas mis pastillas anticonceptivas.

Silvia Parque

jueves, 15 de junio de 2017

Las palabras de B

"Usa tus palabras", le digo a B cuando trata de pedir algo "impetuosamente", a través de expresiones no verbales. "¿Qué se dice?", le pregunto.

En esta familia amamos las palabras. Oír las suyas es de lo mejor que hay en mi día a día.

Silvia Parque

martes, 13 de junio de 2017

Dejar morir la inocencia

Veo películas mucho menos que antes. La organización de mi vida con B, sin el señor papá, dificulta bastante que tenga tiempo para eso. Pero veo una que otra, frecuentemente en episodios. Ayer terminé "LA DUDA". ¡Qué trabajo formidable! De las que sí me habría gustado ver en una sentada. [Coincido con ESTA crítica.]

Entre todo lo que puede llamar la atención de la peli, yo le dediqué un sentido momento a la pérdida de la inocencia por parte de la monja joven. Me vi un poquito, en ella.

Creo que quien fue capaz de llegar a la vida adulta con candidez en la mirada, un día se topará con la oportunidad de perder la inocencia y si no la aprovecha, la inocencia envejecida se pervertirá o se convertirá en pazguatería imbécil.

Silvia Parque

lunes, 12 de junio de 2017

Vergüenza me das

Voy a saltarme esa parte políticamente correcta en la que deslindo a los papás de la responsabilidad por las decisiones que toman sus hijos. Claro que los hijos hacemos muchas cosas que no son "para lo que nos educaron".

El caso es que en esta cultura, lo que hacen nuestros hijos a veces nos enorgullece, a veces nos avergüenza, según el caso. Yo todavía no me avergüenzo porque B tiene dos años y nada que pueda haber hecho hasta este momento, nos avergonzaría a su padre o a mí.

Un día, sin embargo, los hijos crecen. Entonces ya no se trata de que hayan rayado la pared o hayan roto las hojas de la planta de la abuela. Los adultos sí que pueden avergonzar a sus papás.

Pienso en los papás de ese hombre que abusa sexualmente de niños, en los papás de esa mujer cuya negligencia pone a sus hijos en peligro de muerte, en los papás de tantas personas que desfilan por las notas informativas.

Tal vez lo peor es que en realidad, muchas veces no los avergüenzan; ni los avergüenzan ni nada.

Me contaban el sábado, de una mujer muy indignada porque su hijo había pasado una noche en la cárcel, por golpear a la que fue su pareja; muy indignada con la mujer que llamó a la policía y puso una demanda: por su culpa -culpa de ella- habían encerrado a la criatura treintona.

Silvia Parque

domingo, 11 de junio de 2017

Mamá no lo hace todo "por tu bien"

Vamos a eliminar a las madres con severas perturbaciones psiquiátricas. Hablando de todas las demás:

Es mentira que hagan lo que hacen, siempre, por el bien de sus hijos. 

Específicamente: es mentira que siempre hagan lo que hacen motivadas fundamentalmente por una búsqueda de bienestar para sus hijos.

A veces, sí creen que lo que hacen será bueno para sus hijos; pero no es eso lo que las motiva a hacer o dejar de hacer. 

A veces, la motivación de la conducta de mamá está en la búsqueda de la propia comodidad, en una batalla por proteger su ego, en el hambre emocional que provocan vacíos con los que ha cargado toda la vida. Muchas veces, las mamás hacen lo que hacen para cumplir expectativas propias o ajenas que no tienen relación con las necesidades reales de los hijos reales (porque hay otros hijos, imaginarios, que a veces se convierten en los preferidos).  

¿Y cómo van a estar siempre procurando "el bien" de unos hijos, a los que muchas veces no miran ni escuchan? En nuestra cultura no se estila mirar realmente o escuchar realmente; mucho menos a las niñas, los niños y bebés. He visto varias escenas de bebés y niños pequeños cuya expresión es totalmente ignorada por personas que se supone están gustosamente con ellos.

Sean niños o hayan crecido, los hijos frecuentemente son tratados como objetos que se acomodan a lo que conviene a mamá: objetos sobre los que se deposita lo que mamá necesita depositar (frecuentemente, frustración). Pienso en la maternidad y las mamás; por eso hablo de ellas. No digo que no pase con los papás.

Esto puede ser una verdad de perogrullo. Los adultos sabemos que, evidentemente, nadie actúa en todo momento, siempre-siempre, como se supone que corresponde a su papel. Sin embargo, creo que es útil para desmadejar algunos embrollos psicodinámicos, hacer conciencia de cómo nos fue en la feria de las mentirillas sobre las madres.

Silvia Parque

viernes, 9 de junio de 2017

Cuando se va la pelota

La casa de mi abuela está frente a una escuela primaria. Tres veces me ha tocado salir en el momento en que a los niños se les va una pelota a la calle; hoy le tocó a mi abuela, quien seguro habrá pasado por la experiencia antes.

Es una escena que me gusta. Los niños gritan fuerte, alborotados. Cuando consiguen atención, uno pide la pelota "por favor"; cuando la reciben, varios dicen "gracias". He oído hablar mal de "estas generaciones"; de hecho, he encontrado muchos niños sin modales ni consideración, a la edad en que cabría esperar que los tuvieran; pero estos niños piden de buen modo.

Su juego depende de que alguien les haga el favor. Hay que ser miserable para no querer hacerlo, pero imagino muchas circunstancias por las que el transeúnte no pueda detenerse. Una vez que me lo pidieron, iba con B, sin carriola, y no fue sencillo. Lo logré, pero si no hubiera podido, alguien más lo habría hecho. Sé que es así; no obstante, me asombra el espíritu que hay que tener para jugar cada día, sabiendo que la pelota puede irse, confiando en que habrá alguien que la regrese.

Silvia Parque

Te creo

Es común no creer en lo malo que otras personas dicen acerca de sí mismas.

- Soy un egoísta.
- ¿Cómo crees? Claro que no.

Yo les creo. Si lo dicen, por algo será. 

Están los que se tiran para que los levanten. Aparte de esos especímenes, a veces conocemos a la persona y sabemos que realmente hay un exceso de severidad en su juicio. Creo que puede deberse a que hay otra área en la que están mal parados a la que no se atreven a mirar, a nombrar; así que reconozco y respeto la mala nota que se han puesto, aunque esté en un lugar donde no va.

Silvia Parque

jueves, 8 de junio de 2017

Ideas tramposas sobre el quehacer de mamá

Ser mamá es algo demandante, desafiante y complicado. Es muy difícil hacerlo "bien" y es imposible "hacerlo bien" siempre o en todo; por eso se han popularizado dos ideas tramposas:

- Que no se hacen las cosas bien o mal, sino que se hace lo mejor que se puede, esperando lo mejor con la mejor de las intenciones.

Sin embargo, hacer las cosas lo mejor que se puede, esperando lo mejor con la mejor de las intenciones es independiente de estar haciendo las cosas bien; de hecho, es totalmente compatible con estar haciéndolas mal. Una puede elegir salir de la posición de ser evaluada; eso es otro cantar.

- Que no importa si se hicieron las cosas mal porque se hizo lo mejor que se pudo, esperando lo mejor con la mejor de las intenciones.

Pero las acciones y las omisiones tienen los efectos que les corresponden; así que importa si se hacen las cosas mal. El amor compensa, alivia y cura; pero el poder del amor humano no desaparece el error o el agravio.

Voy a poner un ejemplo simple:

- La mamá X sirve el siguiente desayuno a su hijo de tres años: un huevo cocido, cuadritos de queso panela, una rebanada de pan integral, media manzana e infusión de manzanilla; para el almuerzo que comerá en el preescolar, pone en su lonchera otra rebanada de pan integral, pasas, un par de mandarinas y una botella de agua.
- La mamá Z sirve este otro desayuno para su hijo de la misma edad: un tazón de cereal azucarado con leche y una bebida industrializada sabor naranja; para el almuerzo, en la misma circunstancia, pone en la lonchera del niño: un emparedado de salchicha común y otra bebida industrializada, ahora sabor uva.

Si esto es una muestra representativa de la alimentación que brindan a sus hijos, la mamá X nutre mejor a su niño, que la mamá Z. Eso no hace a la mamá Z, una "mala madre". Dado que eso no la hace una mala madre, ¿vamos a decir que ambos estilos de alimentación son igual de "buenos"?

Ambos estilos pueden ser aceptables y pueden ser lo que más conviene a la situación de cada familia. Pero hay uno más nutritivo que el otro. ¿Por qué hacerle creer a la mamá Z que está nutriendo a su hijo "tan bien" como la mamá X?

Toco otra cuestión con la pregunta "¿Vamos a decir que...?" Porque hay que pensar qué le vamos a decir, a quién y por qué se lo estamos diciendo.

Es irrespetuoso ir por ahí pretendiendo educar adultos; además, suele ser insensible. Si la señora Z es mi amiga y me toca verla dar el desayuno descrito a su hijo, no voy a amargarle el momento ilustrándola con mis conocimientos, que a lo mejor no son novedad para ella; mucho menos si no voy a resolverle la vida para que pueda hacerlo "bien". Si una sabe algo que valga la pena divulgar, hay foros, momentos y maneras.

El ejemplo que uso está hecho a modo, evidentemente. En la mayoría de las cuestiones, no es fácil saber qué conviene o qué es apropiado, sobre todo en las que importan; además, por supuesto, hay mucho que no entra en este tipo de "evaluación". Para lo que sí entra:

En lugar de decir que todo es igual de bueno, apoyémonos en la conciencia de que no hay necesidad ni obligación de hacer siempre todo "bien". ¡Pero no quitemos mérito a quien hace algo realmente bien!

Yo he pasado malos momentos con la "hora de dormir" de mi niña. Lo solucionamos, tenemos una buena temporada y luego, otra vez a batallar. Si Fulanita tiene una rutina maravillosa que hace que sus niños vayan a la cama temprano y de buena gana, no voy a decir que en su caso es fácil porque no trabaja, no voy a pensar que es una ridícula por hacer un ritual del cepillado de dientes, no voy a poner cara envidiosa de "tú y tu vida perfecta con hijos perfectos". ¡Me va a dar gusto!

Hay prácticas, por otro lado, consideradas "buenas", que no valoro. Por ejemplo, no me importa que mi hija no se vea muy bien peinada. [Aquí la entrada: "Mi niña no lleva nada en el cabello".] En días ordinarios, si sube de intensidad su protesta porque la peino: no la peino. Pero si veo a una niña con un lindo peinado, puedo apreciarlo. No supongo de antemano que hubo amenazas y chantaje para que ese peinado existiera, no deslegitimo por defecto lo que consiguió otra mamá -casi siempre es una mamá-.

Hay prácticas, también, que siendo consideradas "buenas" por la generalidad de las personas, a mí me parece que no están bien; por ejemplo, las que implican promover la competencia entre niños pequeños. Incluso en estos casos, puedo apreciar lo que hay de buena intención en los papás y mamás metidos en el ajo. El punto es no salir con que: "sería bueno que no lo hicieran, pero si lo hacen, también está bien para los niños porque al fin [inserte aquí alguna de las dos ideas tramposas mencionadas]"

Podemos equivocarnos en nuestra apreciación de que una práctica es buena o conveniente y otra es mala o inconveniente. Pero creo que hace falta la integridad de apostar por lo que concluimos.

Silvia Parque

martes, 6 de junio de 2017

Me rasco la cabeza

En septiembre del año pasado escribí "Me hago hoyos en la cabeza". Desde entonces, lo he dejado, he caído en la tentación, he vuelto a dejarlo, he caído otra vez y así hasta llegar al día en que vine a vivir a Chihuahua. Aquí se desató el acabose. Me puse un alto y ocurrió como cuando aplastas una araña y salen de ella un montón de arañitas. Empecé a rascarme el resto de la cabeza. Toda la cabeza.

Me arde.

Una noche más así y será oficialmente un problema.

Necesito un pañuelo para cubrirme y proteger este lastimado cuero cabelludo.

Silvia Parque

lunes, 5 de junio de 2017

¿Qué es lo más importante?

¿Cómo se establece qué es más importante?

En términos generales, hablando de la vida, de los valores, la introspección revela en dónde están puestos nuestros afectos y nuestra atención, hacia dónde va dirigida nuestra energía y qué necesidades surgen reiteradamente; entonces va revelándose, a su vez, qué es lo que más nos importa: el logra que trasciende en el tiempo, el reconocimiento social, la sensación subjetiva de bienestar, etc.

Pero cuando se trata de lo específico en un momento determinado; cuando se trata de decidir un curso de acción y hay que tomar en cuenta qué importa, qué urge, que se necesita, qué conviene... Me parece más complicado.

Silvia Parque

domingo, 4 de junio de 2017

Ser mamá junto al papá

Me hace falta la presencia del papá de B, apoyándome como mamá. Hablamos por teléfono todos los días y nos escribimos; pero no me da tiempo de describir como quisiera las situaciones, ni a él de responder específicamente a cada cuestión.

Cuando dejamos de ser pareja, lamenté perder ese "estar-con" alguien con quien estás en sintonía... Ya no estábamos en sintonía en muchas cosas, claro; pero siempre hemos compartido, digamos... valores fundamentales. Creo que por eso estamos de acuerdo en todo lo importante respecto a B y extraño convivir con "eso"; me hace falta el apoyo de alguien a quien no solo le importo, sino que va por el mismo camino hacia el mismo lugar; o más bien, las manifestaciones de apoyo que se dan con la presencia física: no es lo mismo a larga distancia.

Silvia Parque

sábado, 3 de junio de 2017

Escribiendo en el espejo

Estoy escribiendo para la página "Psicogrupo" [AQUÍ el enlace a mi artículo publicado]. Los temas que hemos convenido que trate son los que tengo en mente. Hoy envié un texto sobre la separación de las parejas.

No imaginé que sería tan difícil escribirlo. Fue confrontador, catártico y enriquecedor. Tuve que preguntarme varias veces si de verdad quiero decirle al mundo eso que pienso. También lo disfruté.

Aquí una cita que no incluí, de André Comte-Sponville:
Hemos mamado el amor al mismo tiempo que la leche, lo bastante como para saber que sólo él podía llenarnos (que "sin amor no se es nada” como dice la canción), y que desde ese momento, y para siempre, no cesaría de faltarnos...
Y yo, además, destetando a B.

Silvia Parque