domingo, 29 de abril de 2018

Abuso, acoso y agresión sexual: "no todos los hombres" y "los hombres también sufren"

Creo que se ha logrado una visibilización del acoso sexual a las mujeres con campañas como #MeToo, que da gusto. He querido escribir sobre eso, más bien en respuesta a comentarios machistas que he leído, pero no lo he conseguido, tanto porque no he tenido tiempo de ordenar mis ideas como el tema se merece, como porque no quería escribirlo en el momento en que estuviera en el candelero un caso con repercusión mediática, ¡y prácticamente no ha dejado de haberlos! Así que a propósito del movimiento amparado en #Cuéntalo, voy a apuntar solamente dos cuestiones fundamentales, esperando que sirva de introducción para más adelante -en otra entrada-, compartir algo sobre mi experiencia personal.

Se trata de: "no todos los hombres" y "los hombres también sufren".

Hay quien parece sorprendido de que tantas mujeres hablen sobre experiencias de acoso, abuso o agresión sexual; sin embargo, para las mujeres no es sorprendente. Apenas hablas con una mujer, en confianza, resulta que ella también. Sería genial que los hombres preguntaran a las mujeres de su familia, a las amigas cercanas, cuál es su experiencia en esta cuestión y que las escucharan sin decir pío, que nada más escucharan. Yo creo que todas las que tengan capacidad de memoria van a contar que al menos "alguna vez", "algo pasó".

De verdad da para decir que "todas" hemos sufrido acoso, abuso o agresión sexual; pero vamos a hablar de "prácticamente todas".

Prácticamente todas las mujeres han sido alguna vez objeto de trato cuando menos inapropiado, sexualmente; eso es "cuando menos"; el abuso, el acoso y la agresión sexual tienen una dimensión epidémica, sobre todo porque muchos de los comportamientos que son abuso, acoso o agresión son normalizados o justificados. Justo estamos en un momento histórico para darle la vuelta a eso.

Los momentos históricos en los que las cosas cambian, no son cómodos. No tienen por qué ser giros gráciles; más bien, no lo son. En el caso de este cambio, hay enojo, hay posiciones radicales y extremas y tienen su razón de ser y su función.

Vamos a ver:

Va pasando una muchacha por la acera y desde la otra acera, un muchacho le grita: "¡guapa!" Ambos siguen caminando y se acabó. Para algunas, él está invadiendo su espacio, de hecho ella se ha visto obligada a escuchar; él la ha juzgado por su aspecto como si tuviera derecho a hacerlo; dado que vivimos en un mundo donde pasa lo que pasa, su comportamiento resulta amenazante. Está mal, vaya. ¿Es una exageración? ¿Es llevar las cosas al absurdo? Ojalá las personas, sobre todo los hombres, se preguntaran con buena voluntad: ¿Por qué algunas pensarán así? ¿Por qué les molestará que un muchacho le grite "¡guapa!" a una muchacha? ¿Cómo es que una muchacha puede sentirse amenazada por recibir un halago? Preguntárselo realmente, con honestidad. Y luego caer en la cuenta de que muchas veces lo que se dice por la calle no es "guapa", ni termina en "siguen caminando y se acabó".

Que prácticamente todas las mujeres hayan pasado por una "mala experiencia" de este tipo -por decir lo menos-, no quiere decir que todos los hombres sean abusadores, acosadores o agresores sexuales. Pero, resulta que en la abrumadora mayoría de los casos, son abusadores, acosadores o agresores, es decir, hombres. Y los que no lo han hecho, suponiendo que nunca, nunca, nunca, ni en la escuela, hicieron nada del tipo, son parte de un colectivo que tiene la prerrogativa social para hacerlo sin sufrir consecuencias negativas, a veces, siendo celebrados por ello. ¿Y es culpa de Juan, Pedro o Luis tener la prerrogativa de abusar, acosar o agredir sexualmente, impunemente? Pues no. A lo mejor son bien decentes y les choca que Pablo, Sergio o Andrés sí hagan uso de su prerrogativa. Pero la tienen. Por eso se señala a "los hombres". Les toca, si de verdad son decentes, señalar lo que está mal y ver cómo destruimos estas prerrogativas de mierda.

Algunos de estos hombres decentes parecen con gran necesidad de mostrar cómo también sufren: por ser señalados y por ser víctimas. Y su denuncia suele ser hecha a un lado, en medio de la efervescencia de la denuncia colectiva de las mujeres. Se cree que se hace a un lado por obnubilación o por odio; pero la verdad es que, más que nada, se le hace a un lado por inoportuna. Si estamos aquí marchando por el derecho de una comunidad indígena a conservar sus tierras, ¿cómo quedarían los microempresarios pidiendo atención porque ellos son sangrados por el impuesto sobre la renta? ¡No va! Aunque todos sean damnificados del capitalismo.

Pero bueno: los hombres sufren, sí. Ha sido minimizada la violencia contra los hombres en la pareja y la colusión social a favor de las mujeres cuando ellas se "apropian" de los hijos. Hay mucho que estudiar, analizar y considerar sobre todo esto. Pero, enfocando el tema del que estamos hablando: la mayoría de los hombres no teme caminar solo por una calle oscura o en todo caso, no temen ser violados. La mayoría de los hombres no tiene una de estas "malas experiencias" en su historia. No obstante, lo sustancial no es que "la mayoría de las mujeres" sí vivamos ese miedo con frecuencia o sí tengamos que lidiar con estas experiencias a veces desde niñas; no es cuestión de cantidad, pues: lo sustancial es cómo la violencia (acoso, abuso, agresión) es parte del sistema social, llega a ser parte de la socialización. Por eso lo trágico-aberrante no es que cinco hombres violen a una mujer, sino el hecho de que se siga creyendo que "ella se lo buscó", los argumentos por los cuales se justifica no condenarlos por violación.

Silvia Parque

sábado, 28 de abril de 2018

Egocentrismo infantil

Los niños son egocéntricos casi por definición. Son tan egocéntricos que llamar egoísmo a lo que resulta de eso no tiene mucho sentido. Supongo que mi hija es tan egocéntrica como cualquiera, pero como es la única niña con la que convivo diariamente, estoy sorprendida. Creo que se pasa.

Todo es suyo. Que diga que yo no soy hija de mi mamá porque soy su mamá, me parece normal. Que todas las cosas que le gusten las afirme suyas, también me parece normal. Que no quiera que otra persona cumpla años porque la del cumpleaños siempre debe ser ella, me parece que está en el límite entre lo normal y pasarse. Pero esta semana ha renegado de la oración antes de comer. Siempre agradecemos, bendecimos los alimentos y deseamos que todos tengan comida rica como nosotros. Pues ha dicho que no, que solo ella. Debí saber que se había descarriado cuando en diciembre, en casa de mi abuela, fue al nacimiento a advertirles a José, María y Jesús que lo que estaba comiendo era solo de ella y no les iba a dar. 

Silvia Parque

viernes, 27 de abril de 2018

Estos días he estado pensando

He pasado días pensando en la clase de cosas odiosas que pasan en el mundo. Me he quedado apabullada. Hay muchas gotas derramando el vaso. Nombrarlas es dejar de nombrar otras, pero voy a mencionar las dos que me han provocado reacciones físicas: tres estudiantes asesinados cuyos cuerpos fueron disueltos en ácido, en Jalisco, y la sentencia en España a los violadores conocidos como "La manada". Lo escribo y me vienen a la mente las mujeres embarazadas a las que mataron para robarse a sus bebés y luego pienso en la "escort" asesinada que alcanzó a denunciar su situación en un video donde aparece golpeada. Y otras y otras y otras cosas.

También hay amor en el mundo. También habemos gente criando a nuestros hijos lo mejor que podemos. El pan y el café conservan sus aromas.

Pero pasa lo que pasa y me pregunto dónde estoy en ese mundo del que muchos años logré abstraerme y del que ahora no puedo huir porque soy mamá. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo hacer de "la vida" algo inteligible? ¿Cómo pongo mi relación con Dios primero, ante mis reacciones?

Las campañas políticas sacan los trapos sucios de todos los partidos y los candidatos. Acá un singobierno tiene a decenas de profesores literalmente sin cobrar su salario durante meses, se han puesto en paro como gremio y hay gente molesta con ellos, con los que resisten y protestan.

Comúnmente me siento en una isla, pudiendo comunicarme solo a través de lo virtual, con personas que están lejos físicamente. (Me conforta el calor de mi hija dormida, el abrazo de mi amiga cuando la veo).

Así pasan cosas terribles, tan una tras otra que no vale la pena estar pendiente. Pero pues me entero y ayer, cuando leí sobre la sentencia a "La manada", algo me pasó; algo se rompió y un grito gutural, de coraje, salió de mí. Un grito de una rabia a la que agradezco no ser tristeza. La niña debió espantarse. Yo estaba en mi estudio, ella estaba con su papá en el "área de jugar" y desde afuera, él preguntó qué me pasaba, si estaba bien. Dije que estaba bien, que se quedara con la niña, que luego le explicaba. Creo que él preguntó de nuevo y le pedí que esperara, que se quedara con la niña.

Evito lo que puedo hablar de él, mencionarlo siquiera; ya lo evitaba cuando éramos pareja, en parte por respetarlo y en parte por ahorrarme problemas, pero necesito decir esto, que al fin de lo que hablo es del impacto que tuvo en mí.

La niña debió preguntar de nuevo por qué gritó mamá y él respondió: "Para llamar la atención".

Todo mi coraje tuvo sentido.

De pronto tuve un entendimiento brutal, más allá de las palabras, de lo que fueron años de ser considerada "loca" y de cómo actúa el sistema patriarcal a través de las personas decentes y cercanas. Salí del estudio. Dije lo que tenía que decir. Se me asentaron los últimos años y tuve las respuestas que necesitaba.

Lo terrible es incomprensible. Este mundo no está en manos de Dios -habemos gente de su mano, Él toma el control de lo que ponemos en sus manos-. Me hago cargo de lo que es ser mujer, en mi vida, en este sistema de cosas.

Un niño "malcriado" asustó a mi niña, un día. Es una larga historia, pero el caso es que la impresionó mucho, la pasó mal un tiempo y han hecho falta meses para que nos cuente, poco a poco, qué fue lo que pasó. Cada vez que lo hablamos, intentamos hacerla sentir segura y ella ha ido procesándolo. Pues ayer, tres veces durante el día, le hablé de eso. Le volví a decir cosas importantes como que siempre le voy a creer. Una de esas veces, cuando dijo "yo nada más moví mis pies", cosa que ha repetido mucho, entendí por fin -no puedo asegurarlo, pero eso creo- que ella pataleó tratando de defenderse. Y nos pusimos a patalear las dos, "fuerte, fuerte".

Silvia Parque

sábado, 21 de abril de 2018

Política personal

Los últimos años he incorporado a mi política personal:

- No dar explicaciones.

- No hablar sobre mis sueños -lo que me ilusiona- y hablar con reserva de mis proyectos.

A veces me cuesta; pero siempre que me apego a la política me doy cuenta de que estuve en lo correcto y siempre que hago una excepción, me doy cuenta de que habría sido mejor atenerme a lo pactado conmigo misma.

Silvia Parque

viernes, 20 de abril de 2018

Trabajar de noche

Empiezo la jornada de trabajo con mucho sueño. Con la niña, en este momento, trabajar de noche es lo que se puede. A veces puedo tomar una siesta de día; a veces no. Tampoco es terrible porque luego de una racha pesada viene una racha tranquila. Pero ahora  estoy en la "racha pesada" y son varios días de cansancio: voy notando cuando me acerco al límite porque sonrío menos y estoy más gritona (gritona en general, como exaltada, no necesariamente en mal plan).

Cuando me siento así, me gustaría tener una pareja: alguien que me abrazara y me hiciera masaje en la espalda. Ya puestos a imaginar, me gustaría que esa pareja fuera un marido rico que me mantuviera y entonces no estaría cansada; no con cansancio de este tipo, pues.- Estaría cansada de vacacionar, que ya se sabe lo cansado que es.

Silvia Parque

jueves, 19 de abril de 2018

Estos tres años

Ayer cumplió años B 🎈🎂  No he tenido tiempo de sentarme a pensar, pero sería imposible para mí no tener en mente lo que han sido estos tres años de su presencia.

Yo quería tener un bebé. Quería ser mamá. Como este blog hace un poco de diario personal, puedo leer entradas viejas donde hablo de eso. Aprecio poder decirle a mi niña que fue largamente deseada, que le pedí a Dios un hijo y Él la envió. Estar embarazada es lo más increíble que me ha ocurrido y los meses en plan "solo ella y yo" fueron geniales. Creció y crecieron las dificultades, las satisfacciones, la alegría, el miedo. Me equivoqué y me porté mal con ella, más de lo que creí que podía pasar (me perdona siempre; me ama). Yo trato de honrar el privilegio de ser su mamá.

Silvia Parque

martes, 17 de abril de 2018

Los años no pasan en balde

Suelo verme cansada y despeinada.
Los años no pasan en balde, dicen. Terminó el crecimiento: pasó el mejor momento del cuerpo, que es a los veintitantos. Terminó también la preparación para la vida: ese aprendizaje de las primeras dos décadas en las que planeamos hacer, deseamos ser.

No me siento "vieja" ni mal; al contrario: llevo un rato sintiendo que estoy en mi mejor momento. ¡Sería genial estar en mi mejor momento con el cuerpo que tenía a los 20! Pero ese no vuelve ni bajando los 10 kilos que me sobran, ni recolocando las tetas donde estaban; se fuee. Sin embargo, he tenido el gusto de reencontrame conmigo y me gusta (me gusto).

Otra cosa que se fue es la forma joven de vivir el amor. Cuando tenga una pareja no será como aquella realidad fantástica en la que dos fuimos uno y fuimos todo; la inocencia no se repite.

Hace años pensaba que algunas cosas resultaron bien y las más importantes resultaron mal; pero ahora pienso en otros términos; además, lo que era "lo más importante" se resitúa y deja de tener valor para definirme.

Me arrepiento de poco. Sigo teniendo unos miedos que a veces le abren la puerta a la ansiedad y me tumban. Pero estoy bien. Treinta y siete y contando...

Silvia Parque

lunes, 16 de abril de 2018

Dar ayuda

Estoy leyendo "La dialéctica del sexo", de Shulamith Firestone y desde ayer tengo en mente esta idea de Margaret Rhondda, que encontré ahí:
[...] el entusiasmo que impregna el deseo de procurar por nuestro prójimo y de beneficiarle según el propio criterio es una actitud mucho más extendida que el deseo de proporcionar a cada uno el poder necesario para cuidar de sí mismo. 
Como estamos en temporada de campañas electorales, están más o menos presentes los discursos en relación con apoyar a "los necesitados"; pero cae mal la pregunta del millón: ¿por qué están necesitando? Y las que le siguen.- ¿Cómo podrían estar en otra posición? ¿Será que si se mueven de posición tienen que moverse los demás? 

Al negocio de dar ayuda no le conviene hacer posible que la gente tenga sus propios medios para sostenerse (no todo el "dar ayuda" es un negocio).

Silvia Parque

domingo, 15 de abril de 2018

El huevo o la gallina, en la prédica de hoy

En medio de la prédica, el Pastor pregunta qué fue primero, el huevo o la gallina. La mujer a mi lado, una señora de lo más amable y agradable, dice que la gallina porque Dios la creó así. Creo que hasta el Pastor siente un poquito de lo que yo siento (su intención no era ir en esa dirección), pero quién sabe, sé que hay Pastores que creen en el relato bíblico de la creación como si fuera un relato histórico.

Un día, mi hija va a encontrarse con que en casa no compartimos muchas creencias de la congregación -cualquiera en la que estemos-. Probablemente tenga un conflicto antes que otros niños. Su papá y yo estamos listos para hacer las acotaciones que hagan falta respecto a cada tema que se le comparta, en la escuela o en el templo. Ella formará su propio criterio.

Silvia Parque

sábado, 14 de abril de 2018

Soy una gran cocinera

Últimamente estoy llegando a niveles insospechados de maravillas en la cocina. Tantos videos de recetas se me han metido en el alma y han dado fruto. Preparo algo delicioso que parece insuperable y al día siguiente preparo algo que me hace replantear los límites de lo posible. Soy una gran cocinera. Para mayor mérito, me las arreglo con una parrilla eléctrica y un micro.

He soñado con una cocina amplia y totalmente equipada, con un cuarto alacena repleto; ahora, además, la merezco. Todavía le faltan dos rayitas a la higiene que consigo mantener, pero soy tan buena cocinando, que eso compensa lo que me falte; además: si puedo tener una cocina como la quiero, puedo pagar a alguien que limpie.

Silvia Parque

viernes, 13 de abril de 2018

Los mecanismos de la recompensa

Escribía AQUÍ sobre la maravilla que son para mi vida las aplicaciones en mi teléfono. Hace unos días descargué Roubit [AQUÍ ESTÁ], un "gestor de rutina diaria" y de inmediato sentí su efecto. Me hace hacer las cosas. Una maravilla. Tenía muchísimo sin conseguir hacer en un día todo lo que quería y zaz, que lo consigo. ¡Quienes diseñan estas cosas merecen hacerse ricos!

Roubit es básicamente una lista de lo que tienes por hacer, en la que marcas si ya lo hiciste. Una especie de agenda sencilla. ¿Entonces por qué no simplemente tomar un cuaderno, enlistar las "cosas por hacer" y marcar cuando se hayan hecho? Es una opción; pero en mi caso, no tiene el mismo efecto. Cada detalle en la aplicación ayuda a que funcione del modo en que lo hace; por ejemplo, que cuando todas las tareas fueron hechas, aparezca una carita feliz en el día correspondiente, en el calendario. 

¿Qué gano con las caritas felices? ¿Qué diferencia hace el hecho de que a cada cosa le corresponda un color? Si fuéramos robots, no importaría. Si fuéramos más espirituales tendríamos motivaciones más trascendentes. Pero la verdad es que funcionamos siguiendo determinado estilo de pensamiento, en concordancia con determinados esquemas mentales y respondiendo a condicionamientos

Me resultó muy ilustrativo el cambio en Duolingo [ESTE SITIO]: un sitio para el aprendizaje de idiomas en el que practico mi inglés y me acerco al francés. Su modelo funcionaba de una forma que me encantaba, a mí y a otros tantos; cambiaron la jugada y la primera reacción de varios es de respingo: podemos pensar que es resistencia al cambio, pero hay algo más. En el modelo anterior, el avance iba dorando circulitos; el camino se marcaba como "ya hecho" y se accedía a lo siguiente. Con el modelo nuevo, nuestros circulitos perdieron su color dorado y nos dan oportunidad de hacer más niveles de las mismas unidades. Fue interesante leer comentarios de los usuarios molestos. ¿Dónde estaba su avance?

No perdimos nada en el mundo material. Nada nos obliga a volver a esas unidades y hacer los nuevos niveles que se nos ofrecen. Pero hay una sensación de pérdida y de que ahora eso "está sin hacer". Entender cómo funcionan los mecanismos mentales de la recompensa y la satisfacción es entender buena parte del comportamiento humano.

Silvia Parque

jueves, 12 de abril de 2018

Hija musical

Mi hija es musical. Tiene una dulce voz que canta cuando habla; de hecho dice muchas cosas cantando, como en un musical. Hay algunas canciones que empieza a cantar de inmediato, aunque sea la primera vez que las oye. Hay algunas melodías que le mueven el cuerpo, como si no fuera ella quien decide ponerse a bailar, sino el cuerpo que baila al percibir la música. Hace un par de días seguía un ritmo, dormida. 

No lo sacó de mí. Me encanta.

Silvia Parque

miércoles, 11 de abril de 2018

Otras mamás, cada mamá


La semana pasada estaba en una reunión con niños y una amiga mencionó que le molesta que sus hijos griten mientras juegan; entiende que es normal, pero le molestan los gritos.

Estaba ahí otra amiga que un día mencionó que a veces le abruma el parloteo de su niño; le gusta hablar con él, pero a veces quiere un momento de silencio y la criatura no para de hablar.

A mí no me molesta que B grite mientras juega ni me cansa su conversación, así repita veinte veces lo mismo; pero me sentí acompañada porque hay más de una cosa que me saca de quicio y una lista larga de indicadores que me alejan de la mamá lindabuenaondasiempredispuestarelax que me gustaría ser.

Me hacen falta esos encuentros con otras mamás con las que pueda sentirme identificada, así sea nada más que en una interacción de Twitter.


Silvia Parque

martes, 10 de abril de 2018

Amo mi teléfono

Esoy encantada con mi teléfono nuevo. Me impresiona. Es genial. LO AMO.

Mi teléfono anterior no aguantaba las aplicaciones. Yo necesitaba uno en el que pudiera tener la aplicación de mi banco y la de Uber. Luego, empezó a trabarse en algunas funciones. La gota que derramó el vaso fue no poder contestar llamadas.

Este lindo teléfono no tiene problemas. Toma una fotos increíbles; para empezar, para mí es la maravilla que la foto se tome cuando hago "click": el otro teléfono no tomaba la foto en el mismo instante y eso hacía bastante difícil fotografiar a alguien que se mueve muchísimo, como una niña que yo conozco; además como que se ensució el visor y salían la fotos "pañosas".

Sin embargo, como decía, lo que puso un teléfono nuevo en mi deseo era la cuestión de las aplicaciones. Luego ya lo necesité para hablar, pero lo que empujó mi deseo fue el asunto de las aplicaciones. Así que llegó: una amiga que es la mar de generosa me lo dio. ¿Y descargué las aplicaciones que me hacían falta?

Todavía no. He estado ocupada. Pero cuando fui a Play Store a buscarlas, me topé con un montón de cosas interesantes. Ahora estoy como niña con juguete nuevo con:

  • "Mi calendario", un diario para registrar la menstruación, que es mucho más que un calendario. [AQUÍ ESTÁ]
  • "Thing To List", una aplicación para hacer listas.
  • Y "Planner 5D", con la que haré el plano de la casa de mis sueños. [AQUÍ ESTÁ]

¡Las primeras dos son tan bonitas que me hacen sentir bien! Es más: la primera me hace sentir acompañada; como si a alguien le importara que tal día amanecí hinchada. La amo, de verdad. La segunda está hecha a mi medida porque desde hace unos tres años -qué casualidad- ni los post-its, ni los cuadernos, ni las agendas se adaptan realmente a mis necesidades para organizarme. Soy de listas, pero me temo que ya no soy de lápiz y papel, al menos no para lo ordinario. Además, cuando intento tomar notas "bonito", pierdo tiempo: no puedo andar buscando el color tal para anotar tal cosa y el color tal otro para anotar la otra y ya hace mucho que no tengo buena letra; en cambio así, en el teléfono, siempre queda bonito.

La aplicación para hacer planos sí es nada más un juguete -en mis  manos-. Le dediqué unos diez minutos cuando la descargué y ahí me espera: no tengo tiempo para jugar en "días de trabajo", pero ya vendrá otro fin de semana y nos conoceremos hasta que le entienda.

Me ponen contenta.

Silvia Parque

lunes, 9 de abril de 2018

Estrategia de eficiencia y The Crown

He ido postergando los proyectos que en este momento no son redituables, pero que son los que más me interesan. Para asegurarme de no robarles tiempo, me propuse no volver a ver películas hasta que concluya al menos uno de ellos... o llegue el 2019, lo que ocurra primero. Porque le dije a B que en el 2019 vería su primera película.

No se trata de no ver nada. Hay noches en que me hace falta despejarme con algo entretenido. Empecé viendo documentales, pero ganó la tentación de las series. Empecé "The Crown". [AQUÍ la entrada de Wikipedia sobre ella.] Llevo dos capítulos. Como sé que puedo hacerme adicta, la regla de la temporada es ver solamente un capítulo por día.

Ahora necesito apurarme con las cosas del trabajo remunerado para poder llegar a "lo mío".

En cuanto a la serie: me encanta: la ambientación, el vestuario y sobre todo, el tema.

Silvia Parque

jueves, 5 de abril de 2018

Persona de gatos

Creo que mi hija es una persona de gatos.

Como he dicho antes, yo soy de reptiles; pero entre perros y gatos, pues perros: sin pensar, absolutamente.

Mucho tiempo, los gatos me provocaron miedo y desagrado. Aprendí a estimar su existencia luego de convivir con amantes de los gatos; pero la verdad es que prefiero estar lejos de ellos. Me da repelús tocarlos.

B, en cambio, se ha sentido atraída por los que le ha tocado tener cerca. Hasta creo que más que por los perros. Y dice que es un gatito -así, en masculino-.

Hay cosas que una sabe. Me late que va ser de gatos.

Silvia Parque

miércoles, 4 de abril de 2018

Música

El casi recién llegado.
Hace unas semanas llegó a mi casa un reproductor de música: un Sony viejito. Le funciona el radio y se puede conectar al teléfono o a la lap -no sirve lo demás-. Llegó con un juego de bocinas, no sé qué tan buenas, pero estupendas para mí: mucho mejores que las que estaban en funciones.

Y he redescubierto la música.

Las melodías son otra cosa. Algunas son increíblemente superiores a lo que oía de ellas. Otras, al contrario.

Y me gusta -también me gusta bailar-.

A pesar de que conozco las generalidades sobre el efecto de la música en el estado de ánimo, nunca le he dado el lugar que merece. He creído que no soy musical. Sin embargo, el día que llegó la música con el reproductor y las bocinas, mi cuerpo lo apreció; mi mente lo apreció; realmente me hizo bien.

Silvia Parque

martes, 3 de abril de 2018

Superficiales y tontas

Me parece mal calificar a las personas para "hacer menos" a quienes según yo son de tal o cual manera; pero a veces lo hago. Hoy, hace un momento, he concluido que me caen requetemal las personas superficiales y tontas; las personas superficiales, no; las tontas, tampoco; es la conjunción de las dos características: me choca.

Además, misóginamente, siento aversión en mayor medida hacia las mujeres superficiales y tontas, que hacia los hombres superficiales y tontos; tal vez eso lo trabaje conmigo misma después.

Silvia Parque

domingo, 1 de abril de 2018

Necesidad de aprobación

Escribo un artículo sobre relaciones de pareja que dañan y me centro en la dependencia emocional. Debí terminarlo hace días.

Esta mañana, llamo al papá de B y le comunico que he decidido hacer algo de tal modo. Es un asunto más o menos intrascendente; cambia un poco un plan que teníamos, pero a él no le afecta. Responde, en tono más o menos plano: "Haz lo que te parezca".

No es como eso que dicen sobre las mamás: que cuando dicen "haz lo que te dé la gana" están diciendo "deberías hacer lo que ya sabes que quiero que hagas". Él de verdad me dice, sin vuelta ni revés, que decida yo. Y va. Hago lo que me parece, nos hablamos más tarde para ultimar detalles sobre el asunto y listo. Su "haz lo que te parezca" no está dicho de mala manera, no es áspero, no es rudo; pero tampoco fue dicho de manera gentil y antes eso me hubiera puesto mal. Yo necesitaba un "está bien" ("qué buena idea", "¡claro!", "tienes razón"). Ahora, justo el momento en que deseo su aprobación me hace recordar cómo era sentir esa necesidad y sonrío por ya no estar en eso.

Sin embargo, creo que es el hecho de que no seamos pareja lo que me hace no esperar su aprobación. Me pregunto si un día tendré una relación de pareja en la que no quiera / necesite / espere estar siendo aprobada.

Silvia Parque