jueves, 24 de febrero de 2022

Mi niña no tiene mi sentimentalismo

B tiene una temporada intentando cocinar a uno de sus pulpos. De niña, yo no me lo habría planteado; pero ella no es esa clase de sentimental. No deja de intentarlo en el sartén de verdad en la estufa de verdad, cuando se ha preparado algo con bastante aceite; al parecer, tiene claro que lo va a freír, porque no lo intenta cuando el sartén no tiene aceite, ni en el comal ni en una olla. 

Sobre ese no sentimentalismo, todavía resulta medio impresionante para su padre que su principal juego con muñecas es quitarles la cabeza para introducir algo en el orificio que queda donde sería la base de la cabeza; si es posible desmembrar el cuerpo, lo hace, y si es posible introducir objetos en las partes del cuerpo, también lo hace. Pero no imaginen que es una cosa simplona tosca. Pone atención y cuidado en la introducción de objetos y además, usa el hueco para formar un tambor, cubriendo la superficie de la entrada del hueco con un plástico; luego, hace música con toquecitos. Le gusta hacer eso con cualquier objeto que tenga un hueco y cuando ve una muñeca, lo primero que hace es averiguar si podrá convertirla en una serie de objetos con hueco.

Silvia Parque

viernes, 18 de febrero de 2022

El pan

¿A quién le dan pan que llore? Dicen los memes de Facebook que es una droga de la que no se sale... Yo lo quiero con el alma. Es un lujo que una se puede dar cuando hay poco dinero, es como un cariño de parte de la vida, una cosa sencilla que expresa  el grado mágico al que puede llegar el trabajo con las manos. 

Me gustan los roles de canela glaseados, las esponjas-conchas, los quequis parientes de las magdalenas, las donas, las orejas-palmeras cuando tienen un pedacito bañado en chocolate, los de hojaldre con mermelada de fresa, el pan ranchero que acá es famoso por la tonada con la que repiten los vendedores: "pan ranchero, recién hecho..."

Silvia Parque

martes, 15 de febrero de 2022

La niña come

He bromeado con que la niña come como si no me quisiera.

Come muy bien, gracias a Dios. No solo de todos los grupos alimenticios, sino que come algunos alimentos que por este lado del mundo no son, generalmente, bien acogidos por las criaturas: ajo, cebolla, brócoli... Algunas verduras, como la zanahoria, las deja si tiene otra opción, pero si no hay más y tiene hambre, las come sin problema. Tampoco le gustan los trozos de carne: come carne molida, deshebrada o en pedacitos pequeños, pero apenas prueba un buen bisteck o una chuleta; creo que se cansa de masticar... Como todo el mundo, hay cosas que de plano no le gustan: hace varias temporadas no come alimentos preparados con crema, no come queso excepto en la pizza, ni frijoles solitos -en pan o en tortilla, sí-; el atún, nada más muy frito. Come buena cantidad de todo lo que es deseable y más procesados y postres de los que debería, pero nada escandaloso. 

No se pasa con los procesados y los postres porque ahí estamos. La primera vez que le di cereal -de caja, del que es chatarroso-. Yo tenía la idea de que las criaturas se regulan a sí mismas y, si ella pedía más, sería porque su cuerpo estaría bien con más, así que le di más y más y más y más y lo vomitó por la noche. Efectivamente, es una manera en que el cuerpo regula y las criaturas van aprendiendo, pero preferí que no aprendiera de esa manera y cuando ya es bastante de algo como "cereal", le ponemos alto. No le ponemos alto a cosas como las naranjas o las manzanas. A su edad, todavía puede servirse esos carbohidratos con cuchara grande.

Esto no quiere decir que coma bien absolutamente todos los días de su vida, mañana, tarde y noche; pero el que una mañana o una semana coma poco o se ponga quisquillosa, no creo que sea suficiente para quitarla de la categoría de "niña que come muy bien". 

Considerando que el "comer bien" de las niñas y los niños se vive con frecuencia como una complicación en las familias, creo que tenemos suerte. Me encantaría decir que se debe a la educación que le hemos dado o a nuestra dinámica familiar; pero, la verdad, es suerte más que otra cosa. Suerte y mi actitud relajada al respecto. Yo no me preocupo si un día no quiere cenar, ni le doy importancia a que no quiera tal cosa que preparé; no problematizo que se conduzca en la mesa como cualquiera se conduce y veo que muchas mamás -no he visto papás- sí se preocupan -enojan, incomodan, etc.-. Ya para cuando me preocupo es porque han pasado varios días en que come poco y la preocupación es porque eso invariablemente señala que está enferma o en una sobrecarga sensorial: la preocupación es por la enfermedad o la sobrecarga sensorial.

Silvia Parque

viernes, 11 de febrero de 2022

Surgen los medios

 Hoy tuve oportunidad de hablar con una maravillosa mujer que se dio la oportunidad de hacer cambios importantes en su vida; unos cambios que le permiten estar bien, pero que implicaron quedarse sin los medios económicos y materiales que conocía para sostenerse. Se atrevió y medios nuevos surgieron. Sé que no todas las historias son así, pero yo soy creyente: creo que si nos ponemos en manos de Dios y nos encaminamos por donde nos corresponde, Él acomodará todas las cosas.

Silvia Parque

jueves, 10 de febrero de 2022

Atrapada

Vivo en un hermoso pueblo. Se llama "Ciudad", pero es un pueblo grande. Amo que las vacas entren al terreno de la casa en la que vivo. Amo caminar y encontrar caballos o burros, como se encontrarían perros en otros lugares -que tampoco faltan-. Frente a mi casa hay ganado menor. Hace unos días, había un cochino precioso en mi calle -los perros, vueltos locos-. Me gusta. Me gusta que en el centro hay un río y árboles frondosos de troncos gruesos. Pero tiene sus desventajas...

No se puede confiar en los camiones urbanos -solo hay una ruta- y puede ser muy difícil conseguir un taxi antes de las 8:00 a. m. o después de las 8:00 p. m. Ni hablar de servicios como Didi o Uber: no hay. Así que sin vehículo propio, es muy complicado llegar a algunos puntos a algunas horas; por ejemplo, que yo llegue a la universidad a mi hora de entrada.

El semestre pasado no fue "tan así". Sí pasó varias veces que al camión se le hacía tarde y más de una vez me dejó plantada; pero este semestre es peor y se está haciendo insostenible. Hacer una hora y cuarto entre el pueblo y la ciudad -más el camino a la universidad- no me resulta muy pesado porque leo, duermo y tonteo en las redes; puedo hasta preparar clase en el camino, gracias a todo lo que es capaz de hacer mi celular; pero el no saber si podré llegar a tiempo o si podré llegar: no, no.

Hoy he gastado una cantidad considerable de dinero, tomando un taxi desde el pueblo hasta la universidad, en la ciudad. Habrá que mudarnos. Lo habíamos pensado para cuando B terminara preescolar, pero parece que tendrá que ser antes...

Vivimos en donde vivimos, justo por la escuela de B; pero con la pandemia, todavía están siendo las clases a distancia: la maestra envía actividades que realizamos en casa. No sé y nadie puede saber a ciencia cierta, cuando volverán a lo presencial, que por cierto, debido al aforo correspondiente a las medidas de sana distancia, no es de todos los días, sino de dos días a la semana. Por Ley de Murphy, capaz que nos cambiamos y al siguiente día se dispone que todos los niños a los salones; pero está siendo muy difícil mi desplazamiento a lo que es nuestra principal fuente de ingresos, así que...

Silvia Parque

miércoles, 2 de febrero de 2022

El papá

El papá de mi hija vive en mi casa porque así conviene a la organización familiar. Si por mi fuera, nos quedábamos así, pero la verdad es que puedo ser muy borde con el asunto de "mi casa-mis modos" y entiendo que llegará el momento en que se mudará. 

El punto es que es tremendamente útil para mí que esté aquí. 

Una cosa es su paternaje y las obligaciones de ambos como equipo parental; en ese sentido, ambos nos beneficiamos, en este momento, de habitar la misma casa. Otra cosa son los beneficios extra que me reporta su presencia y son bastantes.

Incluso en los peores momentos de nuestra relación, nunca dejamos de vernos como familia. Él es mi familia más cercana, con B, y sé que soy su familia, de tal modo que me interesa su bienestar y a él, el mío. Nos hacemos el bien, en la medida de nuestras posibilidades. Cuando no vive donde yo, de todas formas se ocupa de las cosas que típicamente hace un hombre en esta sociedad, como traer el gas e instalarlo. Es un reparador y con la hija que tenemos, eso es un beneficio muy grande. Viviendo aquí, hay más cosas que hace por mí, digamos, "directamente-por-mí", como salir en la madrugada, cuando todavía está oscuro, a acompañarme mientras espero el camión: aprecio mucho esas cosas.

Silvia Parque 

martes, 1 de febrero de 2022

La leche y mi década de los cuarenta

Debo ir aceptando que la leche me cae pesada... Sé que no le hace falta a mi cuerpo: la cosa es que me gusta mucho. Muy rara vez me sirvo un vasito de leche; pero amo usarla para preparar licuados, para el chocolate caliente, para el cereal, y no me gusta ni la leche de almendras ni ninguna de esas otras que no son leche de vaca... Aunque hace años no tomo leche de vaca tal cual, sino lo que se vende como "producto lácteo": de 50% a 75% de leche de vaca + grasa vegetal: es mucho más barato que la leche-leche. Supongo que la siguiente opción es la leche deslactosada.

Silvia Parque