No se preocupe por estar triste. Como seguramente le han dicho: se le va a pasar. Puede que usted crea que no se le pasará, o bien, que haya
resuelto que no se le pasará -en cuyo caso, probablemente no se le pase-; en cualquier caso, no se preocupe: la tristeza durará lo que va a durar. Ya tiene suficiente con estar triste; concéntrese en eso, y deje la preocupación de lado.
No se moleste con usted. Probablemente ya esté molesto por alguna cosa asociada con el origen de su tristeza; no le agregue una molestia con usted mismo; como le decía: ya tiene suficiente con estar triste. ¿Cree que no
debería estarlo? Si lo cree, parte de la premisa de que está
mal estar triste, y no está "mal". Puede ser inconveniente, puede ser muy problemático; pero no es algo "malo".
No se fastidie. Tal vez haya dado cabida a los sermones de gente bienintencionada que quiere sacarlo de la tristeza; tal vez haya intentado salir
de ahí, para caer como un oso patinando sobre hielo, y sentirse tan torpe como un oso obeso y borracho patinando sobre hielo que, en su caso, ha de ser hielo delgado. No trate de salir de la tristeza hasta que
necesite hacerlo, entonces encontrará el modo: su modo, con calma.
Descanse, consiéntase, téngase paciencia. Está usted triste: consuélese, hágase cariñitos -literalmente- y llore. Si no se siente mejor después de darle este espacio libre al sentimiento que por algo llegó -un espacio no cronometrado-, ya pensará en lo que hay que hacer.
Silvia Parque