viernes, 30 de enero de 2015

El antojo se abre paso

Si quiero algo dulce, no hay algo salado, amargo o de cualquier otro sabor en el mundo, que pueda satisfacerme. Y si lo quiero durante un rato, y lo sigo queriendo, esperar unas horas parece como esperar durante un mes: buscaré por la casa como alcohólico capaz de beber colonia. Así es como me encuentro comiendo sustituto de crema para café.

Silvia Parque

Haciendo la lista

Ayer hice la lista de cosas que necesitará la niña. Cosas para cuando recién llegue, y cosas para los primeros meses. Hacer cuentas de pañales y toallitas es escalofriante, pero de esos escalofríos que se tienen con una sonrisa.

Pensé que tener poco hace que se necesite poco. Por ejemplo, creo que los aparatos que permiten ver y oír al bebé desde otra habitación, son la gran cosa; pero con el tamaño de mi casa, no creo que uno de esos entre en la categoría de "necesario". Tampoco necesito ocuparme de adecuar una habitación, porque no habrá un cuarto para ella; su cuna estará en nuestra recámara, y sus cosas, en el espacio común de la casa.

Silvia Parque

Se siente diferente por los bebés

He lamentado mucho la explosión de ayer en el Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa, en la Ciudad de México. Comentando sobre eso, expresaba mi pesar y repetía: "los bebés... los bebitos..." La persona con quien hablaba me dijo algo así como: "Bueno, y las mamás, todas las personas".

Cada vida humana es igual de valiosa. Recuerdo una vieja película sobre el Titanic, todavía en blanco y negro, en la que un joven se disfraza de mujer, tratando de escapar del "niños y mujeres primero". Una señora lo reconoce y se queda callada. Es un muchacho que quiere vivir. 

Yo lo entiendo. Me queda claro que ayer había más adultos que bebés en el siniestro, e imagino la preocupación de sus familiares, la angustia de la mamá común si sabe que su hijo, de cuarenta o cincuenta años, estaba en el lugar donde ha habido una explosión. Pero no siento igual por todos. Pienso en los bebés y me enternezco de modo que siento más pena por su riesgo, su dolor o su muerte. No creo que sea porque estoy embarazada: nuestra cultura nos ha hecho eso, a la mayoría; al menos, a muchos.  

Silvia Parque

jueves, 29 de enero de 2015

Tanto le cabe a un día

Le puede caber de todo, a un día. Una persona encarna dos, tres, cuatro, cinco roles diferentes en un solo día. En la misma mañana o en la misma tarde es posible experimentar pena, esperanza, miedo, satisfacción.

Hay miércoles y domingos en que la vida cambia, y aunque esto se deba a un evento trascendente, el día no deja de tener irrelevancias que ocupan su espacio, molestando o alegrando.

Hay días -tal vez lunes o martes, o cualquier otro día- en que no pasa nada especial, y sin embargo, queda la sensación de que ha estado lleno de cosas, y habría que recordarlo.

Silvia Parque

Sobre admirar criminales

Las personas son personas antes de ser carpinteros, artistas o lo que sean; no dejan de serlo si son miserables, tontas, etc. Así que miro al criminal como al hijo de alguien, como a un sujeto cuya forma de vida expresa la cultura en la que vive; como a Fulano de Tal, en quien confluyen multitud de condiciones y circunstancias. Habrá matones que amen a sus hijos y sean tiernos con ellos: la vida real no genera villanos de caricatura. Pero apartar la visión maniqueísta y ser capaz de ver lo bueno que tenga cualquiera, no debería soslayar la condena del crimen. No me refiero a condenar a las personas, sino a los actos criminales. Y a mi parecer, el repudio debería ser de tal naturaleza, que no permitiera apreciar como "bueno" nada de lo que envuelva: si Fulano de Tal muestra su sagacidad y creatividad en la planeación y ejecución de un crimen, puedo reconocer que hubo sagacidad y creatividad; pero no admirarlas, no de modo que se coloque a Fulano como ejemplo de sagacidad y creatividad, por muy sagaz y creativo que sea.

Silvia Parque

Me gusta tocar la sal

El salero de mi casa no tiene una tapadera con agujeritos. Es un botecito que destapamos para tomar la sal entre los dedos y espolvorearla.

A muchos platillos, no les agrego sal; pero en los que sí la agrego, me gusta que se vea; es decir, por ejemplo, que las quesadillas tienen que llevar la sal encima, no en medio.

Fin del comunicado.

Silvia Parque

miércoles, 28 de enero de 2015

La conferencia del Procurador

Me ha costado ver completa la última conferencia de prensa que dio el Procurador General de la República. Ayer lo intenté tres veces, y no llegué sino al minuto cuatro. Hoy, hasta la laptop se  resistía y se apagó en el minuto cuarenta, más o menos. El quinto intento fue el bueno y lo logré.

Como tantas otras personas, no le creo ni al señor Procurador, ni a la institución Procuraduría General de la República. Le creo a los sobrevivientes, a los padres, a los defensores de derechos humanos, a los expertos independientes. No dejo de creer o creo porque sean unos o sean otros, sino por lo que están diciendo.

Me pregunto cómo funcionaría la justicia si las personas supieran qué es el respaldo científico, si estuviéramos acostumbrados a analizar un argumento. A veces suena a repetición vacía eso de que a los poderosos no les conviene que la gente aprenda a pensar; pero parece que efectivamente, no les conviene.

Silvia Parque

Lo que no sirve para nada

Tengo gusto por las cosas inútiles; objetos que podrían ser decorativos, pero que no están ahí para trabajar decorando.

También me gustan las actividades inútiles: jugar porque sí, no para desarrollar alguna facultad o para relacionarnos de mejor manera; escuchar música por oírla, sin buscar relajación, ni nada.

Me gusta cuando se puede hablar con alguien de ningún tema en particular; cuando se puede estar con otra persona, sin algo que hacer.

Silvia Parque

Falta respeto, en general

Creo que la crianza respetuosa es algo muy ajeno a las comunidades que conozco, no porque se crea que el niño es propiedad-objeto, por ideologías rígidas sobre la autoridad o cosas así, sino porque falta respeto, en general. Las relaciones de poder suelen obligar al sujeto promedio, a portarse "decentemente" con quienes le van a castigar si no lo hace; como los niños no entran en esta categoría, les va como les va.

Trabajando en preescolar pude asombrarme del trato tan poco respetuoso que recibían los niños, por parte de algunas personas supuestamente educadas para educarles -y que recibían ingresos por tratar con ellos-; sin embargo, hay que decir que estas personas eran poco respetuosas con otros adultos, también.

Silvia Parque

martes, 27 de enero de 2015

Porque soy tal persona

Quién eres determina en gran medida cómo te portas.

Me recuerdo al salir de clases en la secundaria. Nos sentábamos en la banqueta de enfrente de la escuela, con tal desparpajo que más bien habría que decir que nos echábamos. Ahora no haría eso. No querría ensuciar mi ropa, ni que mi piel tuviera contacto con la banqueta; me parecería incómodo físicamente, pero sobre todo, me daría pena. Digo "ahora" como adulta, no porque esté embarazada. Así que creo que en el fondo, no lo haría porque soy una mujer de 34 años, en tal y tal condición. Lo hacía porque era una jovencita de trece, en tales circunstancias. 

Con cada compromiso identitario, una va dejando de permitirse cosas y va asumiendo nuevas facultades. 

Silvia Parque

¡Qué tamaño!

Como el espejo más grande de mi casa no es tan grande, y ha pasado de la cocina al patio, no me veo el cuerpo todos los días; bueno: volteo a verlo, pero no veo mi imagen reflejada. Mi encuentro con mi imagen suele darse en el baño del supermercado y en el baño del auditorio donde se reúne mi iglesia. Cada vez me sorprendo, y cada vez pienso lo mismo: ¡qué tamaño de panza!

Silvia Parque

¿Serán las brujas del cuento?

Ayer veía un documental sobre Picasso y se sugería la posibilidad de que su última mujer, Jacqueline Rocque, le hubiera mantenido aislado. Recordé que se dijeron cosas parecidas de la segunda esposa de José Luis Cuevas y recientemente -guardadas proporciones-, de Florinda Meza respecto a Roberto Gómez -con lo que podemos saber que no es un problema de grandes artistas-.

Tal vez si Jhon Lennon llega a viejo, habría pasado algo similar; se habría pensado lo mismo de Yoko Ono. Me pregunto si no será que simplemente, algunos viejos quieren apartarse de todo y se escudan en la mujer que les administra la vida.

Silvia Parque

lunes, 26 de enero de 2015

Otra verdad comprobada

Así como en este país, los tamales no salen si una embarazada está presente cuando los ponen a cocer: en mi casa, el arroz no sale si una embarazada lo prepara.

Silvia Parque

Mis dos cortedades en la diversidad de la crianza

Veo, escucho y leo sobre recién nacidos y bebés. Me parece muy interesante lo que la gente piensa y cómo viven las familias. En cada casa hay un universo bien singular de relaciones. Las condiciones objetivas de cada situación hacen que cada caso bebé-familia sea único. Simplemente, no es lo mismo tener a un prematuro que a un nacido a término. Luego están los valores, los estilos de vida, tantas cosas que nos hacen diferentes.

Así las cosas, hay propuestas con las que no estoy de acuerdo y hay entendidos que me parecen francamente equivocados; pero asumo que seguiremos sobreviviendo como especie con todo y eso: no escandalizo. Nada más hay algo que juzgo como gran tontería: querer, en serio, que los bebés no sean dependientes. No sé si hay que poner ahí signos de admiración o de interrogación. Evidentemente: si no es porque le atienden, el bebé muere. Ya podemos estar de acuerdo o no en cómo cuidarlo, en si conviene tenerlo en brazos o es perjudicial, etcétera, etcétera; ¿pero hacer o dejar de hacer para que no sea tan dependiente? Ya sé que en realidad, lo que quieren las personas preocupadas por "la dependencia" es que sus críos no vayan a dejar de desarrollar las capacidades para la autonomía que habrán de ir mostrando si todo va bien. No tienen porqué saber que no hay nada peor para la independencia que no haber tenido una buena dependencia. Pero decir que hacen o no hacen en favor de la independencia del bebé... no del niño en que se va a convertir, sino del bebé que es... ¡¿?! Como a todo: si se le busca, se le encuentra el sentido; pero de buenas a primeras, me parece una tontería, qué le vamos a hacer. Más de una cortedad tenemos todos y ahí está una de las mías.

Mi otra cortedad con estos temas es la única idea que me hace mirar para arriba con cara de "¡por favor!". Y aquí abro un paréntesis.- Me he enterado de cosas que me parecen medio locas (como parir y llevar al niño con todo y placenta a casa, hasta que se seque -la placenta, por supuesto-), pero uso "loco" aquí en confianza para significar: "qué extraño respecto a mi cosmovisión, qué enredosamente complicado desde mi punto de vista", siempre teniendo en cuenta que no tenemos por qué compartir significados, cosmovisiones o puntos de vista. Cerrado el paréntesis, declaro que entre todo el mundo de ideas diferentes a las mías, realmente fuera de lo común o que rayan en lo "medio loco", la única que me hace mirar para arriba con cara de circunstancia viene de parte de los interesados en que papá y mamá compartan la crianza y es la de dar biberón al bebé para que el papá no se pierda el gusto de alimentarle. ¡Si son unos meses, nada más, los de tomar pura leche! Van a pasar años enteros en los que el niño o niña va a necesitar asistencia y/o supervisión a la hora de comer. Por supuesto: se puede dar biberón -con leche materna o con fórmula- porque a los papás les da la gana y pues sí: puede darles la gana hacerlo porque el señor de la casa quiere darse el gusto. Pero yo oigo que es por eso y de verdad me hace pensar: "¡por favor!"

Silvia Parque

Dedicando canciones, antes y después

Perder un amor, sentir morir un amor, puede ser peor que perder una parte de una misma; parece que la pérdida vuelca el universo y se está acabando el mundo: el mundo que incluye a todos los otros que andan por ahí haciendo sus vidas como si no importara lo que ha ocurrido. Así que es fatal. Una puede llorar y llorar o pasar directamente a la autodestrucción. Luego, si una no está realmente mal de la cabeza y/o
tiene una buena red de apoyo
o es capaz de arrastrarse hasta un diván
o se acerca a alguna disciplina de autoconocimiento 
o empieza un camino de búsqueda espiritual... 
luego: la cosa termina. Y no vuelve a pasar.

El mal de amor en su punto, vacuna. Después de sentir que una está muriendo o está muerta, una sabe que en realidad, no va a morirse. De hecho, nunca se vuelve a amar de la misma manera porque no hay más creencias fantásticas sobre necesitar al otro. Ya no puede una cantar "sin ti, no podré vivir jamás // sin ti es inútil vivir".

Como yo tenía endiosada a mi pareja y sobreviví al mal de amor haciéndome cristiana, empecé a notar en las canciones, cuánto se pone al ser amado en el lugar de Dios. Me empezó a pasar que oía alguna canción, y pensaba en eso respecto a Dios; entonces pensaba:  qué cosa, estarle diciendo esto a un ser humano. Me sorprendía cuantísimo se pone a otra persona como fuente de vida.

Claro que es bonito emocionarnos con frases como: "eres mi vida, eres mi sol"; pero tanta caracterización del amor como un vínculo de dependencia en el que se pone al otro en un lugar imposible de ocupar por un persona, para mí que tiene efectos. Si es nada más un reflejo de cómo nos enseñan a amar, tiene lo suyo de escandaloso.

Silvia Parque

sábado, 24 de enero de 2015

Dijo mi mamá reptil que siempre no

Estos días las tortugas han sacado las patas más que nunca. La más grande ha estado un muy largo rato con la cabeza muy adentro y las patas muy afuera. Estaban en tierra porque no se les había podido cambiar el agua -que siempre está templada-, y pensé que comenzarían a hibernar, por primera vez. Afortunadamente, ya se han movido; no pasaría nada malo si hibernaran, pero prefiero verlas moverse.

Silvia Parque

Decepcionada de Cuéntame

Le he dado tres oportunidades a la última temporada, y no veo cómo... estoy tristemente decepcionada de Cuéntame. Y es muy, pero muy difícil decepcionarme con algo como una serie de televisión; en cosas así soy la persona más fácil del mundo. Digo: es televisión. No me importa que toda su ropa se vea nueva. No me importa que pierdan la esencia de lo que había en la primera temporada. No me importa, siquiera, que los sucesos sean inverosímiles.Yo soy fiel con mis aficiones. Que los personajes de pronto sean otras personas, sí que empieza a importar un poco... la gente cambia, por supuesto, pero el cambio se va dando, y está en función de lo que ha ido ocurriendo... han de pagarle muy mal a los guionistas, como para que no se hayan puesto a ver o a leer cómo se perfilaron los personajes por más de diez años. Y bueno, yo de todas formas lo vería, porque para empezar, tenía que ver reconciliarse a Mercedes y a Antonio, y porque ya lo he dicho: soy fiel y conformista. Pero es que no puedo imaginar cómo podrían ponerse más aburridos.

Silvia Parque

viernes, 23 de enero de 2015

El tema de "hasta cuándo" con el colecho y la lactancia

Escucho una tras otra, conferencias sobre la crianza. Leo notas y entro en foros a ver qué se sabe y que se dice. No me canso, no me aburre, y como casi no hablo con nadie, nadie tiene que fastidiarse con mi temporada monotemática.

Voy imaginando cómo será cuando tenga a mi hija en brazos. Decido lo que quiero. Sin embargo, sé que los planes son para marcar un rumbo, pero que no hay cosa más sana que ajustar y adaptar conforme a lo que vaya pasando. Y me queda muy claro que no sé lo que irá pasando. Ya se irá viendo. Parte de lo bonito de la vida es cómo sorprende. Mis ideas no son metas a cumplir, no son expectativas por llenar para sentirme satisfecha; son ideas, nada más, de como quisiera que fueran las cosas.

Como en el asunto de amamantar y colechar sale mucho el tema de "hasta cuándo", lo pienso... Habrá que ver sus necesidades, pero por lo pronto, tengo lo que conozco de mí...

Sé que cuando nazca, la quiero en mi cama. Querré tenerla pegada a mí todo el tiempo, día y noche. Me veo casi en trance-de-niña en la cuarentena. Si en la barriga se ha vuelto tan central y protagonista, no creo que sea diferente cuando salga, llore, mame y me sonría. Así que seguro -aunque ya he dicho que seguro, nada- pasa al menos cuarenta noches en nuestra cama. Si todo va bien, la imagino durmiendo con nosotros más o menos hasta el año; luego en su cuna en nuestra habitación, más o menos hasta los dos años. No me parece ningún fastidio ir a quedarme con ella hasta que se duerma, cuando dé el gran paso a su propia cama, en su propio cuarto; ni creo que nos moleste recibirla de vuelta cuando emprenda visitas nocturnas para acompañarnos. Pero la verdad, no creo preferir dormir todas las noches con un niño preescolar, y sé que no me gusta la idea de dormir con un escolar. Como que me imagino colechar con un bebé, y en la medida que pase de "bebé" a "niña", la idea me gusta menos.

Más o menos lo mismo con la lactancia. Haré todo lo que esté en mis manos por amamantarla al menos el tiempo que la generalidad de los conocedores recomiendan como mínimo-mínimo: seis buenos meses. Pero yo espero amamantarla al menos un año; me gustaría que fueran dos. No sé si pueda sentirme cómoda con una niñita mayor de dos años prendida a una teta, no solamente por el momento de dar de mamar, sino en general: vivir haciéndolo. No veo la lactancia como esclavizante y me queda claro que a más edad, menos tomas, pero no sé... me entran más dudas si la pienso de tres años... a lo mejor resulta que nos encanta y tan felices. Pero hasta ahí ya es "prolongado" para mí. A los cuatro, la verdad es que no me veo... puede ser, tal vez buscando que el destete sea suave... Mayor, ya no. He visto las imágenes de mujeres dando de mamar a un niño o una niña mayor, y no es para mí.

Ya se verá lo que resulta. Como sea, será con amor.

Silvia Parque

El embarazo se parece un poco a la vejez

Sabía que en la vejez se viven, en gran medida, los efectos del estilo de vida de los años anteriores. Ahora sé que en el embarazo es similar. Moverse con una barriga abultada puede ser difícil, pero si una siempre ha sido más bien sedentaria, se hace más difícil. Una dieta poco saludable hace que el organismo sea propenso a la diabetes o la hipertensión; si se llega con una dieta así al embarazo, el riesgo es mayor.

Por otra parte, ancianos y embarazadas compartimos algunas limitaciones. A mí me duele la parte de abajo de la espalda, y cuando me pongo las manos ahí mientras camino, recuerdo la danza de los viejitos. No la paso realmente mal, pero un día sí me quedé engarrotada, sin poder dar un paso. Además está la barriga como obstáculo: necesito ayuda si mis pantuflas se meten bajo la cama o el sofá, y dada la experiencia de depilarme las piernas, tal vez termine necesitando ayuda para atarme los zapatos.

Silvia Parque

En Querétaro hay "Pueblitos"

En cada lugar hay algunos apellidos comunes. En Querétaro, por ejemplo, parece haber muchos "Olvera". Puede que también, cada lugar tenga no solo nombres comunes, sino algunos que no se oyen por otros lados. Aquí me sorprendió encontrar personas que se llaman "Pueblito". Un nombre en diminutivo; que es para mujer siendo masculino como sustantivo; que significa: "conjunto de personas de un lugar" (según la RAE). Ya me acostumbré, pero al principio me sonaba extraño. Alude a la Virgen o Señora del Pueblito, que es venerada por acá.

Silvia Parque

jueves, 22 de enero de 2015

Yo sí quiero visitas cuando nazca la niña

Ya he mencionado que sigo la página de UPSOCL, y he comentado algunos de sus artículos. Hoy volvieron a publicar uno que leí hace tiempo. Esta vez bajo el título: "Ojalá todos hicieran esto al visitar a una amiga que acaba de ser mamá" (AQUÍ ESTÁ). Trata sobre las visitas a la madre recién parida y a la cría; es un llamado a pensar primero en la familia visitada, y después en tu gusto por conocer al angelito.

Sé que no he pasado por esa experiencia y que hasta entonces, no sabré verdaderamente qué me viene bien o me viene mal; pero me conozco: no me aplica. En mi caso:

- Respecto a que el bebé se agitará con las visitas y eso me dará problemas.- Recuerdo haber escuchado a mi hermana ponerse de acuerdo con sus amigas para que no llegaran todas juntas; creo que hablando se entiende la gente. Sé que ninguna de las personas que aprecio va a llegar con mariachi. La verdad es que no imagino a nadie haciendo algo inapropiado; pero si alguien lo hiciera, por inexperiencia o por descuido, no tendré pena en pedir que por favor, no haga tal cosa o lo haga de diferente manera. No quiero criar a la niña en una burbuja sin ruido, ni quiero que solo se le acerquen puericultores.

- El siguiente párrafo es especial, así que lo transcribo:
Les aseguro que yo no me habría enojado si nadie me hubiera venido a ver. [...] Hay un hombre que vive aquí y que me hace compañía por las noches. Durante el día estaba demasiado cansada, abrumada, y cubierta de escupitajos como para preocuparme por la soledad, y recibir visitas sólo significaba que tenía que meter mi gordo trasero en algún pantalón que no me quedaba bien, y aspirar el pelo del perro de la alfombra.
Claro que no me enojaré si alguien no me viene a ver; no me enojaría si nadie viniera a verme, ni me sentiría sola: estaré en pleno enamoramiento de la recién llegada, y tendré la fortuna de la compañía de su papá (si no se echa para atrás, también gozaré el cuidado de mi abuela). ¡Pero estaré feliz si vienen! Me sentiré honrada si el nacimiento de mi cría los mueve hasta mi casa. Me gustaría que así fuera. Seguro estaré cansada, y con mucha probabilidad, tendré incomodidades, así que amaré poder contárselo a todo el que tenga paciencia para oír. Querré palabras de aliento y bendiciones. Nadie tiene que preocuparse por agobiar: no voy a ponerme a atenderlos; si estoy cansada, estaré echada; si no tengo ganas de arreglarme, andaré en bata, y de ninguna manera voy a ponerme a limpiar recién parida. ¡No hay problema! Se me ocurre que tal vez los primeros días sea prudente llamar antes de llegar; como dije, hablando se entiende la gente... pero cuando pienso en las personas que me conocen -no soy miss popularidad-, odiaría que cualquiera dejara de visitarme porque como no llamó antes, mejor no llegó.

- Y respecto a que haya reglas para hacer la visita.- ¡No, por favor! No para llegar a mi casa a hacerme el favor de darme enhorabuenas. Amaré si traen comida, como siempre lo he amado; pero de verdad: no hay un pase de entrada. Y si no lo hay, y de cualquier manera tienen la gentileza de llegar con un obsequio, ¿creen que me voy a poner remilgosa? ¡Por supuesto que no! La verdad es que si recibo una prenda invernal talla recién nacido, no podré ponérsela, pero lo agradeceré igual y me encargaré de que algún bebé lo use. No tienen que hacerme favores ni ocuparse de ver qué necesitamos; sabré que lo que quieren es vernos; por favor sepan que queremos que nos vean.

Silvia Parque

El lugar de las certezas

Estoy bien con mi comprensión del mundo; me resulta suficiente para estar y moverme en él. Por supuesto, hay muchas cosas que no sé, y muchas que no entiendo con claridad y que no podría explicar. Me quedo con mi intuición sobre algunas de ellas, con lo que tengo por verdades superiores sobre otras, y con la simple ignorancia sobre lo que importa menos.

Tenemos percepciones, tenemos el conocimiento de hechos de la realidad material, tenemos interpretaciones, teorías diversas... Entre todo esto, hay algunas certezas: llegamos a ellas por revelación, por extensión de la experiencia directa o simplemente por ser parte de un mundo socioconstruido. No dudo que soy yo, cada mañana; no creo que fui abducida y sustituida por otro ser-entidad.

La jerarquización de los entendidos es muy útil. Si me pregunto algo que no comprendo cabalmente, o de lo que no tengo la menor idea, cuento con estas certezas para dirigir mi opinión, sentimiento, conducta. En la jerarquía, las certezas van arriba. Dado este poder, hay que tener cuidado con ellas: que no sean muchas, que no sean anatema...

Silvia Parque

No verduras para estas tortugas

Dicen que los perros se parecen a sus dueños. Yo creo que mis tortugas se parecen a mí. Aunque ya tienen edad para comer verdura, no comen la que les ofrezco, incluso si les hago pasar algo de hambre. La pequeña sí la prueba; come un pedacito, otro, otro más, pero ni de lejos como sus palitos procesados o el camarón seco. La otra, nada; se pone inquieta sin entender de qué se trata el menú colorido.

Silvia Parque

miércoles, 21 de enero de 2015

Entre el saludo y la asociación

Yo creo que saludar, como otros gestos de cortesía, no quita ni agrega casi nada, en la mayoría de los casos. Son gestos de civilidad por los que nos es posible compartir el espacio con otros, estemos o no de acuerdo con sus formas de vida, modos de pensar, etc. Pero hay contextos en los que un saludo dice mucho. Hay quien hace fila para rendir sus respetos a un político y eso puede significar "aquí estoy, para lo que se ofrezca". Hay quien le habla al apestado del pueblo y eso puede significar "declaro que eres digno de que se te trate como persona". ¿A quién no se podría ni saludar? Recuerdo un par de videos en los que alguien que recibe un premio o algún tipo de incentivo estatal, no saluda al presidente en turno. Es un mensaje importante que puede ser un modo de levantar la cabeza con dignidad ante situaciones de oprobio.

En la vida cotidiana, una cosa es saludar e intercambiar comentarios sobre el clima, y otra cosa es asociarse y vincularse. Pero el límite no es siempre de lo más clarísimo. No sé como será ahora, que tantas cosas han pasado; pero hace años, en el rancho de donde vengo, era complicado no hacer tratos con personas de un modo u otro relacionadas con el narcotráfico. ¿El carpintero iba a negarse a hacerle los clósets a ese tipo que, por otro lado, se está portando de la manera más normal del mundo con él? La pregunta puede extenderse hasta abarcar cualquier situación. Si sabes que el compadre hace robo hormiga en la oficina, te presta un bolígrafo para hacer una nota y te dice que te quedes con él, ¿te niegas? ¿Le preguntas si ha pagado por él? Por supuesto es diferente que las acciones de la persona sean inapropiadas, incorrectas, inmorales, malas, ilegales, criminales, etc. Cada calificativo tiene sus implicaciones, y habría que considerarlas.

Si solo nos relacionáramos con blancas palomas, no podríamos relacionarnos, o solo trataríamos con lactantes. Pero entrar en relación puede ser hasta peligroso, según el caso. En principio, es verdad que quien con lobos anda, a aullar aprende. Luego está el riesgo de compartir la suerte del otro, nada más por estar enseguida. Así que hay que saber hasta qué punto se trata con cada persona. No con cualquiera se sube una en el coche, ni a todo el mundo se le invita a casa o se le cuentan cosas personales. Estas consideraciones son nuevas en mi vida, y me cuestan algo de trabajo. Trato de escuchar a Dios para saber "esto sí", "esto no", "con esta persona hasta aquí". No me gustaría ser alguien con barreras hacia los otros, ni alguien que hace de jurado y de juez; pero también creo que es bueno establecer límites en las relaciones, y entre los criterios para establecerlos, están los basados en quién y cómo es el otro, algo de lo que nos enteramos sobre todo por sus acciones.

Silvia Parque

No ser manillenta

Mi nariz se congestiona fácilmente. La limpio tanto, que se lastima. Si se lastima, suele quedar una pequeña herida. Y a mí las pequeñas heridas me atraen como el refresco anaranjado a las moscas. Toco, raspo, levanto un pedacito de piel, la herida se hace más grande y no se cierra. Si está por dentro es terrible porque meto los dedos en la nariz; aunque si está por fuera también se ve mal. Evidentemente, lo hago en mi casa, pero ahora pienso que al rato me verá una niña, así que tengo unos meses para dejar de hacerlo...

Silvia Parque

Ombligo mutante

Como sabrá medio mundo, el ombligo cambia con el embarazo. Es de lo que, según dicen, puede volver a la normalidad después, aunque no siempre para ser exactamente como era antes. El mío me ha hecho subir las cejas y contener el aliento. Para mi gusto, como era, era perfecto. Ahora se ve lindo: simpático. Me cae bien. Apenas lo toco, como si me diera algo de miedo.

Silvia Parque

martes, 20 de enero de 2015

Seamos gentiles con las personas que crían

He estado aprendiendo sobre crianza con apego, en brazos, respetuosa y sus asociados; leo artículos y veo documentales sobre colecho, lactancia prolongada, a libre demanda, etc. Le hago caso a fuentes que me parecen confiables, busco los argumentos en detrimento o en contra y exploro los comentarios de las personas. Doy gracias a Dios porque tengo conocimiento y criterio suficiente para moverme con soltura entre la información y porque un poco por mi edad, un poco por mi forma de ser, me asumo con la autoridad para decidir -con mi pareja- sobre la crianza de mi hija. No me abruman las opciones, al contrario; no creo que tenga que saber absolutamente todo sobre todo; tampoco creo todo tal cual a todos, con lo que no me sucede que construya un castillo de naipes y luego lo vea caerse.

Lo anterior viene a cuenta porque me apena que muchas mamás y papás se sientan mal por decidir sobre su maternidad, su paternidad y sobre las vidas de sus hijos. También porque denuncio la poca consideración que tienen algunas personas respecto a las situaciones de vida ajenas. Así que:

Mamás y papás del mundo: los invito a que se preparen lo mejor que puedan para la aventura de criar hijos, se encomienden a Dios y confíen en ustedes mismos. En el mejor de los casos, de cualquier manera, todos vamos a cometer errores, pero con suficiente amor y tiento no tiene por qué ser terrible.

Comprendo la desazón de quienes no se sienten preparados, digamos "en el conocimiento". Me imagino a una mujer que ha parido hace apenas unos días, todavía desgastada físicamente, escuchando que tiene que darle fórmula a su bebé porque la criatura está pasando hambre. ¿Qué va a sentir cuando se le advierta que si no lo hace, no solo hará sufrir al niño, sino que pondrá en riesgo su desarrollo, quizá hasta su vida? ¿Va a tomar el riesgo de decirle a una enfermera que no: que ella sabe que la leche tarda días en llegar y que el bebé nace preparado para esos días? ¿Va a decírselo a un médico que ha estudiado diez años para que su palabra valga?

También comprendo la angustia de quienes no quieren "echarlo a perder". Es algo muy grande estar a cargo de alguien más. Estoy convencida de que no puede hacerse sin ayuda y no veo mejor manera de vivirlo que de la mano de Dios. Sé que Él da indicaciones precisas cuando se le piden y capacita para las misiones que encarga. Pero los no creyentes pueden encontrar el modo de despertar la confianza en sí mismos que les permita elegir en libertad. Ahora hay movimientos que promueven, por ejemplo, que las mujeres se pongan en contacto con la sabiduría de sus cuerpos.

En cualquier caso, cada cual hará lo que pueda; casi todos, tratarán de hacer lo mejor posible. Seamos gentiles con las personas que crían porque están enfrente de un paquete del tamaño de la humanidad. En verdad no lo digo por mí. Yo tengo muy asumido que habrá personas que me digan que haré dependiente a mi hija por tenerla en brazos todo lo que ella quiera, que podríamos aplastarla durmiendo con ella, que darle pecho después de los seis meses en realidad no le sirve y etc., etc. Sobre cada cosa que me diga alguien en quien confío, puedo informarme para contrastar lo que yo he pensado; pero no tengo ningún conflicto con poner mi propio juicio en primer lugar. También estoy lista para ser vista con alguna variante de no ser "suficientemente buena": sé que con todo cariño me dirán que debería esto o lo otro o se espantarán de lo que sí hago. Yo tomaré en cuenta lo que me convenga. Sé que necesitaré aprender muchas cosas de las que no tengo idea y si resulta que tengo que darme más baños de humildad de los que pensé, no creo que eso dañe mi autoestima. Pero pienso en muchas personas para quienes puede ser muy duro enfrentar al mundo diciéndoles que están mal, respecto a algo que todo el tiempo están preguntándose si estará bien. También pienso en lo delicado que puede llegar a ser el tema para muchas personas: el bebé es su tesoro, por lo que darían la vida y llega Fulano o Perengano a decirles que lo tratan como perro porque le enseñan a dormir en otra habitación a una hora determinada. Yo puedo pensar que el método Estivill es inadecuado, pero no me atrevo a señalar a un papá y una mamá por usarlo. Mucha gente no solo señala, sino que señala duramente y viendo solo una esquina del cuadro.

Silvia Parque

My favorite cookie

En el lugar donde desayuno encontré unas galletas muy buenas. Las vi después en la juguería, y luego en la clínica donde está el consultorio de mi ginecóloga. Me cuido de no comprar una a menudo, porque ya hay suficientes carbohidratos en mi vida, pero están para aficionarse a ellas. Además, su concepto es lindo, y yo sí soy de las que están de acuerdo en pagar por el diseño.

No creo que tengan mucho tiempo en el mercado; creo más bien que les está yendo bien rápido, y me da mucho gusto. Siempre me da mucho gusto ver que alguien tuvo una idea, se atrevió a poner manos en la masa -en este caso, literalmente-, y su hacer le lleva a ocupar un lugar en el mundo. Fui a ver su página: www.myfavoritecookie.mx Muy recomendables.

Silvia Parque

lunes, 19 de enero de 2015

Dejarás a tu padre y a tu madre

Hace mucho tiempo participé en un sitio en el que la gente pedía consejo o apoyo en relación a situaciones familiares. Me sorprendió cuánta gente sufría o al menos tenía complicaciones por causa de su relación con la familia política, en particular con la suegra. Dejé de participar en el sitio porque era muy demandante, pero desde entonces no he dejado de ver ejemplos de suegras entrometidas. Independientemente de que sean buenas personas o no, o de cuál sea la circunstancia de cada caso, creo que son personas que no saben estarse en su sitio: porque el sitio de una madre, respecto al matrimonio de cada uno de sus hijos, siempre es "afuera".  A veces se trata de mujeres sagaces y con toda la experiencia del mundo, versus un par de muchachos: uno o una que le ama, y otro u otra que quiere quedar bien. Pero a veces no es así; a veces el hijo es todo un hombre bien crecido, a veces la hija es una mujer que ha vivido sola durante años antes de casarse, y de cualquier manera se dejan influir y afectar por la mamá de él o ella.

Yo creo que entre las cosas que hay que ver con lupa antes de "dar el sí", es la relación que el ser amado tiene con su madre. Que la señora sea así o asá puede ser algo a tomarse en cuenta, pero finalmente lo importante es cómo el hijo o hija, sobrellevan esa forma de ser.

Silvia Parque

Cada cual sus batallas

Esto parece una perogrullada. Todos los adultos nos hemos enterado en un momento u otro de que, en tanto diferentes, batallamos con diferentes cosas; pero la mayoría no podemos evitar percibir la realidad de los otros, en primera instancia, a partir de nuestra realidad personal. Algunos tenemos entrenamiento para mantener fresca la noción de la diversidad, sea por la carrera que estudiamos, por el oficio que desempeñamos o por alguna circunstancia que nos pone en contacto-empático con la diferencia; pero aún en ese caso, hay un primer impulso a pensar: "¿pero cómo? ¿te cuesta trabajo eso?"

Están los fumadores o bebedores que han dejado el cigarro o el alcohol con la pura decisión de hacerlo y no conciben que para otros no sea de la misma manera. Están los emprendedores que no entienden cómo es que no le apuestas a tus sueños y los persistentes que creen que desistes porque en realidad no quieres lo que dices querer. Mucha gente cree que las personas quieren la situación desagradable en la que se mantienen porque ven las ganancias secundarias obtenidas o porque suponen que "querer es poder" y en ese caso, quien no ha podido...

A veces, la cura para este modo de pensar es ver a alguien a quien amas intentando hacer algo que a ti te parece fácil y atestiguar cómo no puede o cómo puede a medias o cómo puede y deja de poder; eso te enseña que simplemente: así pasa a veces. Es verdad que "si quieres, puedes", pero a esa frase hay que darle mucho contexto.

A mí no me cuestan algunas cosas que a otras personas sí; pero mis complicaciones me dan la gran lata. Ahora estoy en otra temporada de "un día a la vez", como los adictos, tratando de mantener la casa ordenada y limpia. Quiero lo mejor para la bebé en mi barriga, pero las semanas pasadas me he sorprendido descubriendo que de pronto, ya son dos o tres o cuatro días sin comer verduras o sin salir a caminar. En estos trances, a muchos nos viene muy bien recibir apoyo: un poco de reconocimiento por el esfuerzo, una palabra de aliento cuando has metido la pata de nuevo.

Silvia Parque

Un favor

Qué pena cuando alguien que te importa te pide un favor, y lo haces mal. Pueden agregarse variables para que la situación sea más incómoda: que casi nunca te pide un favor, que es un favor que cualquiera podría haber hecho, que realmente le era necesario, que realmente querías hacerlo, etc. Algunas personas sienten culpa; yo no porque soy autoindulgente con casi todo. Tampoco es que me preocupe "quedar mal". La pena está en lo que la persona -que me importa- dejó de recibir. Al fin, lo mal-hecho, hecho está. Pero qué pena.

Silvia Parque

viernes, 16 de enero de 2015

El embarazo y depilarte las piernas

El embarazo y la autodepilación de las piernas, no se llevan.

Tal vez me habría dado cuenta antes, pero depilarme no es algo que haga por rutina. Ahora sí que me estaba haciendo falta, pero en general, convivo muy bien con tener pelos en casi todos los sitios donde la naturaleza los ha puesto.

Otra posibilidad es que hubiera ido aprendiendo a flexionarme de diferentes maneras conforme iba creciendo la panza, poco a poco. Pero como la última vez que me depilé fue mucho antes de que estuviera embarazada, no pudo ser.

La próxima vez, o ya he parido o alguien me asiste.

Silvia Parque

Sobre cómo funciona

Hay que aprender cómo funcionan las cosas. Si una quiere que le vaya bien, más vale actuar de modo congruente a la lógica de eso en lo que una quiere intervenir, o en lo que una está metida.

A menudo sucedía algo como lo siguiente con los estudiantes:

Encargas un trabajo que vas a calificar con dos criterios: A y B, y ellos hacen un magnífico trabajo según los criterios X y Z. No han atendido a los criterios que les diste. Por pura suerte, el trabajo no está tan mal en cuanto a A, pero es pésimo en cuanto a B. Tendrán una mala calificación y usualmente dirán algo como: "¡Pero me esforcé mucho en X!" "¡Mire la calidad de Z!" Nada más que no se trataba ni de X, ni de Z, sino de A y B.

Así en la vida. En los negocios, en el quehacer de la casa, con los hijos, en todo. Es especialmente sorprendente cuando se inicia una relación personal con Dios, porque hay que aprender que su "lógica" no es la del mundo.

Silvia Parque

jueves, 15 de enero de 2015

Toda tú

Las primeras veces que vi la cara de mi hija, pensé que era extraordinariamente bonita. No es como para andarlo diciendo, porque la verdad, ¿qué tan bonito puede verse un feto en la imagen que puede lograr un ultrasonido? Pero eso me pareció. Nada menos. Hoy que la he visto de todo a todo, a colores, en tercera dimensión, no dejo de pensar que está chula, pero eso ha sido desbancado de mi atención. Estoy impactada por lo perfecta que es, digamos, "estructuralmente". Corazón, pulmones, columna vertebral. Sus genitales formados. Sus pequeños deditos. No es que lo haya dudado alguna vez, pero no podría ser obra mía ni de su padre.

Silvia Parque

Te veo al rato

Me he realizado varios ultrasonidos. En el primero vi solamente una manchita. En los últimos, había toda una bebé, que saluda, se ríe y da vueltas. En verdad doy gracias por estas tecnologías que nos permiten adentrarnos en ese mundo tan mágico.

Hoy voy a hacerme un ultrasonido especial: "estructural", dijo la doctora. Vamos a ver todo de ella, y como no hay motivo de preocupación, estoy de lo más emocionada, con pura emoción de la que da gusto.

Es un lujo. No era necesario, pero a la ginecóloga le parece que es conveniente, y la abuela de mi niña se lo regala. Me cuesta pensar que podamos ser más bendecidas; la siento moverse y reafirmo que sí: que vienen todavía mayores bendiciones.

Silvia Parque

martes, 13 de enero de 2015

La diversidad

En la niñez creemos que lo que hay en nuestra casa es universal. Recuerdo a una de mis primitas -ahora una mujer- sorprendida como si el mundo se descompusiera, porque yo iba manejando mi camioneta, con mi esposo en el asiento del copiloto. Por más que explicara: la camioneta es mía, me gusta manejar -otros tiempos, aquéllos-, muchas mujeres manejan, ella tenía una respuesta contundente que implicaba que nosotros estábamos mal: su papá siempre manejaba cuando iba con su mamá.

Algo de eso queda cuando insistimos en que nuestra tierra es el lugar del mejor esto o del verdadero aquéllo. Pero sabemos que es nuestro cariño a lo que hemos conocido de siempre, y si somos educados, ensayamos un modo de decir "no hay manzanas como las de mi rancho", que no sea despreciativo respecto al resto de los manzanos. Por el contrario, creer en serio que la nuestra es la única manera correcta de vivir, y señalar, directamente o dándole vueltas, que todo el que viva diferente está mal, difícilmente no será ofensivo, y es que es la base de un extremismo peligroso.

Silvia Parque

No jugar con la comida

Hay una cuestión peliaguda cuando te dedicas a tu actividad preferida: no puedes tratar las tareas de trabajo o de negocio, como a tus gustos.

Imagino a un restaurador de coches antiguos a quien le llegan con un bello Mustang Cobra. Le piden que repare algo en la carrocería, y luego de hacerlo, se ve atraído por el interior: le falta esto y lo otro... pero los dueños no pueden pagar más arreglos: tal vez después. ¿Debería darse el gusto de trabajar gratis? Una vez, puede ser; pero si lo hace continuamente, no va a convenirle.

Quienes trabajan con comida, muchas veces tienen que sacrificar la amada receta de la abuela, para que el producto o el servicio sea rentable. Quiero decir: que cocinando para los de casa está bien usar los veinte ingredientes secretos, pero para obtener ganancia, a veces es mejor usar dieciocho, y sustituir uno muy especial por algo un poco más económico.

Hay que tener claro no solo por qué hacemos las cosas, sino también para qué. Muchos aficionados ven como algo mediocre que un equipo de futbol no dé lo mejor de sí en un partido determinado, pero eso puede ser la estrategia adecuada en un torneo. Entregarse por completo es un lujo para el juego: para los niños echando una cascarita en el callejón, para los amigos que se juntan los viernes a sacar el estrés con el balón.

Silvia Parque

lunes, 12 de enero de 2015

Si quiere saber cómo portarse con una mujer: pregúntele

Me he topado con artículos sobre hábitos que "deberían volver a tener los hombres", cosas que "deberían volver a hacerse en las citas", "lo que todas las mujeres querrían", etc. He leído alguno, pero me he ahorrado la mayoría. Yo creo que cuando vas a tratar con alguien, hombre o mujer, conviene dar poco por sentado y enfocarte en conocerle.

Hace mucho que no estoy en el universo de las citas, pero si la cosa tiene una mínima intención romántica, espero que él pague la cuenta. Como cuando estuve en ese universo era todavía adolescente, no disfruté mucho de que fuera así: entre estudiantes de clase media, conviene que los dos aporten para la causa. No obstante, nunca me ha gustado esperar a que me abran la puerta del coche para bajar, me hace sentir restringida.

¿Y cómo va a saber alguien, que esto no y aquéllo sí? Poner atención al observar puede ser suficiente para algunos; para ir a lo seguro, no hay más que preguntar.

Silvia Parque

Hombres trabajando

Están colocando la instalación de gas en donde vivo. Eso implica dividir la cocina en cocina y patio, construyendo una pared.

Las incomodidades son menores, pero se acumulan, y se viven más porque se acumulan los días. Primero: el tiradero. Una puede tener todo tirado, pero de su propio tiradero; el tiradero por causas ajenas a una, es chocantito. Luego: las puertas abiertas. Los trabajadores necesitan entrar y salir, por lo que la puerta a la calle pasa largo rato abierta, con lo que entra el frío y la privacidad brilla por su ausencia: el interior de la casa queda a la vista para el mundo, pero además, en cualquier momento aparece un hombre u otro en mi panorama visual. Por último está la distancia entre la expectativa y la realidad. Supongamos que nunca quedó bien claro en qué plazo terminarían, pero otras cosas sí se dijeron con claridad y no están siendo: que no dejaría de tener una ventana en la cocina, que no retirarían la regadera eléctrica hasta que estuviera lista para usarse la regadera normal (conectada al agua caliente del boiler).

Esta mañana tuvieron que quitar la electricidad por un rato, así que tuve que dejar de usar la computadora cuando se le terminó la batería. Con la casa vuelta al revés, habría sido bueno que me pusiera a recoger, pero no es inspirador mientras el material de construcción sigue entrando y se siguen oyendo martillazos... más un extraño sentido del pudor, que me impide hacer cosas como lavar el baño, habiendo desconocidos por ahí.

Ejercito mi capacidad de adaptación.

Silvia Parque

Lo que queda en el fondo

Tengo una lata de La lecherita, con leche condensada en el fondo y las paredes. Mi dedo meñique ya no es capaz de recolectar más. Habría que quitar toda la tapa con un abrelatas, y hace años que no tengo uno.

Es casi tan malo como la mostaza o la mayonesa que queda en el fondo de un bote de plástico, de los que tienen un cuello estrecho. Yo compro frascos de vidrio, pero he pasado por esa experiencia.

Silvia Parque

domingo, 11 de enero de 2015

Otra forma

Hay una forma diferente de entender cada cosa. Cada evento, circunstancia, condición, puede verse de múltiples maneras. Vendría bien considerar, al menos, una manera diferente de ver; no para cambiar la forma en que vemos, sino para comprender mejor a los demás.

Silvia Parque

sábado, 10 de enero de 2015

Haciéndome señora

Me estoy sintiendo mayor. He leído y oído a gente que se queja porque hacen arreglos en su casa: que si el polvo, que si el desorden, que si el ruido. Creo que nunca había estado en esa situación, y hoy que me toca, como toda una señora, quisiera que acabaran de una vez. Desordenado ya tenía, no son ruidosos y de hecho, son agradables. Pero necesitan dejar la puerta abierta, y se mete el frío. No puedo moverme con libertad por la cocina y tampoco he podido bañarme. Ya sé que he comentado que no me apura no bañarme; pero no me da tan igual si no puedo bañarme cuando quiero...

Silvia Parque

El universo único de cada bebé

He estado viendo documentales sobre bebés. Muchas cosas me resultan nuevas y sorprendentes. La investigación no para, y cada vez se sabe -y se elucubra- más...

Llaman mucho mi atención, las diferencias entre los niños, cada cual con su temperamento. Por supuesto que serán moldeados por el ambiente, y que responderán al trato que reciban; pero traen lo suyo desde el vientre.

Silvia Parque 

Mi experiencia en el centro de salud, estando embarazada

Estoy inscrita en el Seguro Popular. Más de una vez, antes de estar embarazada, fui al Centro de Salud que me correspondía, y recibí atención médica y medicamentos. Me había ido bien; pero mi experiencia durante el embarazo, como usuaria del servicio, no fue buena.

En primer lugar, señalo que no todas las unidades son iguales. Al cambiar de domicilio, cambié de centro de salud, y la infraestructura era mejor en el primero que conocí. Voy a hablar del centro en el que me estuve atendiendo por unos dos meses. Está en la delegación Epigmenio González, en el municipio de Querétaro.

Recibir atención ahí, significaba levantarme de madrugada para estar haciendo fila afuera de las instalaciones, a las 6:30 de la mañana, y esperar ahí, a que abrieran, a eso de las 8:00. O las 8:30. O la hora en que buenamente pudieran abrir. Los primeros meses del embarazo, eso significa estar ahí con náusea, con frío, y sentarme donde fuera posible, o permanecer de pie. Ni qué decir de estar esperando con una infección en las vías urinarias, o cualquier otra condición.

El baño de mujeres estuvo descompuesto durante semanas. Ni el de hombres, ni el de mujeres, tuvo nunca los suministros necesarios (papel higiénico, jabón, papel o algún aparato para secar las manos); pero lo más desagradable era que no siempre estuvieran limpios. El baño del primer centro de salud al que iba, sí que comúnmente estaba sucio; me extrañaba que llegué a entrar cuando lo acababan de abrir, y los botes de basura rebosaban... también tenía puertas que no cerraban...

Pero volviendo al centro que me corresponde ahora: El espacio al que podría considerarse pasillo y sala de espera, solía tener el piso sucio. Hay quien pensará que eso es culpa de los usuarios que ensucian, y tal vez; pero es responsabilidad de quienes manejan la institución. En las bancas para esperar turno, siempre insuficientes por la mañana, había algunas sin asientos. Pero lo peor eran las sillas del aula donde fui a varias pláticas para embarazadas; no sé si estarían muy viejas, pero varias no servían, y vi caer a tres mujeres con todo y sus panzas. El aula en sí misma, no tenía las condiciones adecuadas; con un pintarrón rayado de los que ya no vuelven a quedar blancos, con cajas de cartón y otras cosas apiladas en una de las esquinas, con mala ventilación.

Antes de entrar a la plática o a consulta, leía los carteles de las paredes. Ponen los que les manda el Sector Salud, más alguno de algún farmacéutico. Los demás, habría que saber quién los hace para darle un cursillo, porque son una vergüenza. Que los letreros con avisos estén pobremente redactados, parece que ya es parte de nuestra cultura mediática: vale. Que haya anuncios superpuestos, mal pegados, de torpe diseño, no tiene gran importancia. Pero había tres periódicos murales con campañas educativas o de divulgación; dos de tres, no solamente mal presentados, sino realmente mal escritos, con pésima ortografía. Sobre el contenido de la información, tengo mis objeciones; algunas, serias; pero eso podría ser cosa muy mía. Lo de que esté mal escrito, en un ámbito institucional, sí me parece nefasto. Resulta difícil confiar en lo que van a enseñarme, supuestamente desde su conocimiento científico, personas que no pueden escribir bien, palabras comunes que manejan cotidianamente.

Luego escribiré sobre la atención brindada por las personas...

Silvia Parque

jueves, 8 de enero de 2015

273

Esta mujer recibe el año con altas expectativas: habrá una hija, ni más ni menos. Eso es lo más grande, pero hay sueños por cumplir, metas por alcanzar... Luego están las cosas ordinarias que son un gusto. De ese conjunto, la más esperada está ya disponible. Hoy ocho de enero, después de revisar y revisar, aunque ya sabía que la fecha sería ésta, estoy cargando el capítulo 273 de Cuéntame.

Ya no es lo mismo que al principio, pero sigo siendo su fan. Y hoy, toca.

Silvia Parque

La imagen de Carmen Aristegui, llorando

Murió Julio Scherer, y se habla bien de él y de su trabajo. Ya que todos nos vamos a morir, qué bueno debe ser poder irnos, dejando un buen legado.

Vi algunas fotos de su velorio, y me llamó la atención una, en la que Carmen Aristegui aparece con los ojos llorosos. Es especial ver conmoverse, a una persona valiente y fuerte.

Me pareció que se veía pequeña, y pensé en cómo cambiamos de tamaño, según estamos en esto o en aquéllo. Lo que somos no es nuestro tamaño.

Silvia Parque 

La crítica en la escuela y el trabajo

He dicho antes que me parece que entre las personas, la crítica tiene lugar cuando se le ha invitado, y casi nada más. Esto incluye las sugerencias que son crítica velada. ¿Por qué tenemos que señalar al otro? ¿Por corregirle? Nada más que estemos en una relación en la que eso se espere. El papá tiene que corregir al hijo, hasta si no le gusta hacerlo. Y a veces, la crítica es parte de lo que hace posible corregir.

Hay otros ámbitos, no personales, en los que la crítica es necesaria. En las cuestiones académicas, laborales, de política, debería ser bienvenida. La crítica a las formas de gobierno y a los gobiernos específicos, es indispensable para un pueblo libre (y no debería pedir permiso). Pero nos llenamos de críticas sobre las vidas personales, y no nos preparamos para hacer y recibir críticas de las otras.

Yo me entrené para una clase de crítica sobre el trabajo, participando en talleres literarios. Se me enseñó, por ejemplo, a no defender un texto; a quedarme callada y escuchar lo que otros pensaban. En todo caso, el texto tenía que defenderse por sí mismo; si no lo hacía: fallo mio. Me costó trabajo procesar otras críticas sobre cómo me portaba en la universidad; no tenía que gustarme, pero creo que un niño, un adolescente, puede prepararse para que no duela, para no tomarlo como algo personal (porque no lo es). Algunas críticas hacen crecer.

Conocí a una antropóloga cuyo trabajo admiro mucho. Una persona de lo más agradable, además. Tuvo la amabilidad de facillitarme su tesis doctoral, que usé como material para mi tesis de Maestría. Me sorprendí de ver cambiar su actitud cuando leyó que mi trabajo criticaba el suyo. Me envió documentos con comentarios en relación a temas básicos, como explicándome el a, b, c, de lo que estábamos hablando. Soy respetuosa con ese tipo de autoridad, así que me guardé las ganas de responder: "tengo los antecedentes necesarios para entender su trabajo". No creo que le cuadre que admiro lo que hizo, y al mismo tiempo, puedo criticarlo.

Mi directora de tesis, al contrario, fue una persona grande en ese sentido. Feminista de las marchosas, activista de muchos años, acompañó en todo momento mi recorrido, siendo que yo estaba criticando cómo ha operado el movimiento de género en la cuestión de la violencia en la familia. Ella no solo toleraba que yo pusiera en tela de juicio, un trabajo del que ella había sido parte, sino que se lo cuestionaba ella misma. Y es que sin la duda que lleva a la crítica, no se genera conocimiento. Sin esa duda, estamos en el jardín de niños.

Silvia Parque

miércoles, 7 de enero de 2015

Lo que se mueve

Tengo un par de semanas preguntándome si esos movimientos en mi bajo vientre, son ella. Me han sugerido que piense que sí, pero me apenaría volver a confundirla con mi intestino. Es un poco como cuando el agua baja abruptamente por la garganta hasta el estómago, pero en el vientre: abajo, a veces de lado a lado.

Creo que casi se siente por fuera...

Silvia Parque

De las cosas que pasan

Por acá siguen encontrándose cuerpos de muertos, y cabezas sin cuerpo. Por otro lado del mundo, un atentado criminal en el nombre de un profeta, levanta indignación. Hace frío, pero más al norte, hace más frío.

El milagro de la vida mantiene sus brillos, únicos y renovados para cada mañana, tarde, noche.

Dentro de casa, amenaza un problema viejo, que deriva en complicaciones nuevas, incómodas pero no graves. Lleno todo de oración, pero lloro cuando me canso. Luego como chocolate.

Y todo pasa al mismo tiempo -o casi-. Y todo se pone detrás o alrededor de la bebé que viene.

Silvia Parque

Protagonismo

Ayer tuve una conversación, y surgió un plan. Dije que yo podría hacer esto, mientras ellos hacían lo otro, siendo "esto", digamos, la tarea, y "lo otro", digamos, el recreo. Se me pidió, entonces, que no me quedara en un lugar secundario, y se me llamó a ocupar la mejor posición posible. Esa amabilidad es un modo de decir "que quede claro que eres importante para nosotros", y es apreciable. Pero incluso cuando aclaré que para mí estaba bien hacer la tarea, que yo no disfrutaba ese recreo, y que me daría gusto que ellos tuvieran más recreo, librándose de la tarea, se me insistió en tomar un lugar protagónico: nada menos y nada más que el que merezco.

Pero es que están de algún modo sobrevalorados los protagonismos, e infravalorados los roles secundarios. Estar ahí, donde quiera que sea ahí, para dar apoyo, para dar soporte, para acompañar, para hacer las cosas que no brillan, es importante. Y no es que sea muy importante, en realidad: ese es el punto: no tiene que ser muy importante; es nada más algo con su importancia. Y aunque muchos no puedan creerlo: una persona puede querer estar ahí, para hacer eso. No como un sacrificio. Puede haber vocación, puede haber amor necesitando expresarse en el servicio, pueden ser simples ganas o conveniencia temporal. [Una vez, en Twitter, Empleadas Domésticas (@Empleadas_hogar) aclaraba a alguien que no es verdad que nadie quiera ese oficio.]

Está bien poner la vara alta en la satisfacción de nuestras necesidades: las materiales, las existenciales: todas. Y creo que entre las mejores decisiones en la vida, está la de asumir el protagonismo de la película personal que vamos rodando. Esto significa no dejar que la vida sea nada más algo que "pasa", no tomar los caminos que ya están marcados y que no son los que una querría, no dedicar energía a personas o situaciones que no hacen bien; cosas así... No significa estar en el lugar principal frente a los demás. Hay quien puede quererlo, y está bien; de hecho creo que todos queremos algún lugar principal, alguna vez; pero ni es algo posible todo el tiempo, ni es mediocre que no sea lo que nos motiva.

Silvia Parque

martes, 6 de enero de 2015

Lo musical

Estoy pensando que la música tiene propiedades mágicas. No nada más lo que hacen los instrumentos musicales, sino la melodía en el sonido de las canciones (de las letras, sin la música).

Pueden cambiar un estado de ánimo, un ambiente completo. Hay sonidos de la naturaleza que producen armonía; pero creo que no transmutan mágicamente lo que han producido humores humanos, como lo hecho por humanos. Creo.

Silvia Parque

El momento de tomar un baño cuando hace frío

No soy una persona limpia. Nunca me ha importado suficiente. Pasan temporadas enteras en las que no me lavo la cara por las noches; mi piel es de las que necesitan una lavada de cara por las noches, así que eso es malo. Pero me he conformado con que desde hace años, me tomo en serio la cepillada de dientes nocturna; eso fue un gran avance.

Con tales antecedentes, es fácil imaginar que no desarrollo incomodidad alguna cuando este cuerpo no recibe un baño.

Hay que decir que me baño todos los días... en general.

De vez en cuando me doy un sabadito de flojera, en pijama hasta tarde y me cambio de ropa sin haberme bañado. Luego, están los días de frío. Entre estar limpia y permanecer caliente, mil veces prefiero lo segundo. Además, tengo justificante médico: un año en que enfermé, cuando el médico conoció mi rutina -baño de madrugada y salida al frío-, me dijo que así iba a morirme muy limpia. Desde entonces, busco las mejores condiciones climáticas para el baño, por lo que en invierno es común que me bañe después de mediodía... y que si hace mucho frío y me he bañado el día anterior y el día anterior al anterior:  pues no me bañe...

Disfruto mucho estar bajo el agua y la sensación de frescura que da estar limpiecita; pero es duro ese momento de quitarme la ropa y temer que las primeras gotas no estén calientes, sino apenas tibias.

Silvia Parque

A mí también me gusta servir a mi marido

Por las mañanas, lo primero que hago es abrir Facebook, Blogger y Twitter. Bueno: lo primero que hago es dar gracias a Dios. Antes, en realidad, ya he ido al baño, y a veces, he bebido un vaso de agua.

Siguiendo con la rutina: lo primero que hago es abrir Facebook y ver si tengo notificaciones; casi siempre hay entre dos y cuatro, así que no pierdo mucho tiempo; luego veo el muro, esperando encontrar alguna foto de mis hermanas o mis sobrinas. Enseguida, vengo al blog y reviso los comentarios; aunque me gustaría que fueran muchos, a esa hora encuentro uno, dos o tres, así que no tardo en leer y responder. En Twitter, tardo más. Ahí es menos común que tenga notificaciones, pero doy una vuelta al mundo de mis intereses. Abro alguna nota. A veces, en esas notas (artículos, columnas, etc.), encuentro la referencia a otra, que me llama la atención. Esta vez encontré: "'Me gusta servir a mi marido'. Actriz de Big Bang Theory desata polémica en la red". 

He visto dos capítulos de esa serie. Estaba en casa de mi hermana, hace poco. Lo disfruté; no como para buscar ver otro capítulo, pero me hizo sonreír. No sé quien sea Kaley Couco, que es la actriz a la que se refiere la nota, ni quien sea su marido (Ryan Sewtin, se llama). Pero la mujer declaró que le gusta cocinar para él, sentirse como un ama de casa, y servirle. Eso fue considerado ofensivo por algunos usuarios de la red, y se disculpó -todo según la misma nota, no tengo otra fuente de información-.

¿Por qué rayos tendría que disculparse?

En principio, por educación. Hasta donde sé, no se retracta. No dice que ella esté mal. Se disculpa por el malestar que causaron sus palabras, lo cual es considerado. Bien por ella. Está siendo gentil. También políticamente correcta, lo cual es bueno para su carrera.

Pero... yo digo: 

El ejercicio de la libertad es para que cada cual haga sus elecciones, en el marco del respeto a los demás.

Si voy a ser libre nada más para tomar el camino que indique el libertador, no me está liberando de nada. Es un punto complicado de tratar: la verdadera libertad no se consuma en la concesión ni en la consecución, sino hasta que la persona se asume libre...

Tratando de mantenerlo en términos simples: cada persona debe ser libre para elegir su camino. Las mujeres son personas, así que aplica lo mismo para nosotras. Al menos en Occidente es algo que ya no necesitamos justificar. Y ese camino a elegir, puede ser el tradicional, y puede incluir, por ejemplo "servir al marido".

El mundo le tiene miedo a algunas palabras, y tal vez con razón; las significaciones que han tenido han mellado los cuerpos y las vidas de las personas. Pero habemos quienes no le tememos a esas palabras -tal vez a otras-. Una de ésas, es "servir". Hay que acotarla muy bien: "el servicio público", "buen servicio al cliente", "servicio de calidad en la empresa"... no vayamos a estar de sirvientes unos de otros. 

Y sí: hay que tener cuidado. Yo aspiro a tener una empleada doméstica, un día -capaz que un empleado doméstico-, y no querría una sirvienta -ni un sirviente-. Son conceptos diferentes, que implican un trato diferente para las personas. 

Pero tal vez no me molestaría que desde fuera, yo pareciera sirvienta en mi casa. Tal vez significaría que he logrado un nivel de servicio del que estoy muy lejos. Casi me siento motivada después de la notita ésta que he leído...  

Y es que yo quiero servir a mi marido. Eso no se refiere a un equitativo "yo hago esto por él, él hace esto por mí". Quiero servirle. Amo prepararle la cena y verlo comer. Me siento bien cuando, por la mañana, recojo los zapatos que dejó junto al sillón, o la taza que dejó junto a la computadora. Son mis ofrendas de amor. ¿Creen que le encanta? Este punto se pone complicado de escribir... este blog tiene la política de no tratar sobre él; pero voy a decir nada más lo siguiente, porque me parece importante: no es la actitud que él querría de su compañera; jamás con ese término: "servir". (Él sí que ha sido feminista.) Pero respeta mi real gana. De eso se trata la libertad, y en mi casa, somos libres.

Silvia Parque

lunes, 5 de enero de 2015

El riesgo de complicarnos

"Un sueño compromete tu vida". Pastor Sergio Miranda

Creo que a muchas personas nos resulta más fácil privarnos en absoluto de algo, que moderarnos; es más fácil prevenir algo, eliminando cualquier ocasión de ello, que andándonos con cuidado. La expresión "más fácil", en este caso, puede estarse usando, en realidad, para significar: "lo otro es tremendamente difícil".

Pero entre más nos privamos y reducimos posibilidades, menos vivimos.

En la edad adulta queda claro que no nos perdemos nada bueno con algunas abstenciones. Pero no me refiero a esas cosas peligrosas, que casi tienen solamente el lado peligroso, sino a la aventura de probar lo que podría darnos plenitud; esas cosas que traen riesgo para la comodidad, para el ego...

Si bien, creo que hay momentos -épocas completas- en los que es mejor evitar implicaciones que no podemos manejar; también creo que hay momentos para el riesgo de complicarnos.

Silvia Parque

El regalo de los Reyes Magos

Fui una niña con muchos regalos. Creo que eso me volvió una mujer con muchos regalos...

En nochebuena, abría los regalos de mi familia. En Navidad, abría los regalos de Santa. Y el día de Reyes, abría un único regalo de los Reyes Magos. (Hay que decir que en mi rancho, el dador de regalos importante era Santa.)

Santa no envolvía los regalos que dejaba en mi casa. Los Reyes, sí. Una caja.

Pero yo ya sabía qué era.

Me hacía inmensamente feliz.

Tal vez en mi casa no supieron lo feliz que me hacía, porque no era una niña que diera saltitos; pero me parecía un regalo increíble. Una caja de Almon Ris.

No sé a cuántos años equivale el siguiente "siempre"; pero en mi recuerdo, siempre recibí eso: una caja de chocolates.

Uno solo, este año, sería maravilloso.

Silvia Parque

El tamaño de la panza

En cuanto supe que estaba embarazada, quería que se notara mi panza. Tuve algo de panza pronto porque pasé las primeras semanas, inflamada; pero esa panza no contaba. Luego hice un poco de trampa con la postura, esperando favorecer que se viera. Ahora, tengo una hermosa panza enorme. Amo mirarla.

Bueno: es enorme si la comparo con lo que había en mi cuerpo antes del embarazo. He visto mujeres con el vientre como pelota para pilates; algunas se ven como de revista: delgadas y solo con la barriga crecida; yo sí estoy creciendo de otros lados también; pero creo que nada para preocuparme. Sin embargo, hacia el final, justo en esos casos en los que el cuerpo es menudo y la panza está gigante, por muy lindo que sea porque una sabe de qué se trata, se pone algo marciano: habrá un hijo del amor ahí dentro, pero en la figura, es una protuberancia gigante. Para preguntarse cómo se mantiene sostenido donde está; cómo consiguen caminar esas mujeres...

Yo creía que el cuerpo se iría acostumbrando a tener cada vez un poco más de volumen y un poco más de peso, que iría apropiándose de la nueva forma y el nuevo tamaño. Pero me parece que no. Yo no he dejado de sentir extrañeza un solo día. Siento el peso todo el tiempo; nunca se me olvida; siempre estoy consciente de él. Con el volumen resulta simpático: ya aprendí que al abrazar, se interpone la barriga, y que al acercarme al mueble donde lavo trastes, debo quedarme un paso atrás para hacerle espacio. Apenas asumo que puedo agacharme menos, cuando puedo agacharme menos que la última vez. Y lo más increíble: aunque voy a orinar muchas veces en un día, sigo bajándome rápido el pantalón, como si estuviera liso, haciendo el pantalón hacia abajo, en lugar de hacerlo hacia adelante y hacia abajo.

Ya me acostumbraré, como con otras cosas, para cuando la bebé haya nacido... y sea hora de pensar en bajar la panza.

Silvia Parque

sábado, 3 de enero de 2015

Querida hija bebé

Esta semana empecé a ejercitarme en fantasear con mi bebé, en condición bebé, porque mis fantasías suelen situarla más grande; a veces mucho mayor. Usualmente la imagino en el asunto de desayunar, de la escuela, de la ropa, de salir con sus amigos... así que me puse a imaginarla recién sacada de la barriga, pegada a mi pecho, succionando leche. Fue la imaginación más real de las que he tenido. La vi con nitidez. Le vi un rostro -casi nunca-. Sentí que la amaba. Siempre pienso que la amo, pero esto fue diferentemente real.

Silvia Parque

No haga esto con el arroz

He preparado un arroz espantoso.

Como suelo agregar un poco más de agua varias veces, en el proceso de cocimiento, y como el arroz perimetral del sartén suele quedar menos cocido que el del centro, decidí usar mucha más agua y dejar que se cociera mucho más tiempo.

No lo hagan.

Silvia Parque

viernes, 2 de enero de 2015

Episodio de agresión

La tortuga tenía la cabeza en el caparazón y se quedaba quieta, pegada al vidrio del acuario; usualmente se meten en su caparazón, estando en lo seco. Vi que la otra la movía y la movía, y la metida en sí misma seguía quieta, en esa especie de soy-piedra que hacen. Pero la otra molestó suficiente, y la tortuga quieta tuvo que moverse y sacar la cabeza. La molestona la siguió, y trató de morderla en la cabeza.

Entendí.

Y recordé a las señoras que toman café y piensan que sus hijos están jugando, cuando uno está abajo del otro y no se está divirtiendo.

Silvia Parque

La mala calidad

Hacía la nota mental de no volver a comprar el jabón para trastes de Great Value, cuando recordé que no conocía el frío, antes de casarme.

Yo amaba el frío -todavía me gusta-; pero el frío que conocía era el que se vive en una casa caliente, con agua caliente y comida caliente, transportada en automóviles con calefacción, sin preocupación alguna por lo que iniciara o mantuviera esa agradable temperatura.

Del mismo modo, en mi casa solía haber los mismos productos siempre: las mismas marcas, a veces en la misma presentación durante años: todo entre los límites de lo bueno.- Así que no conocía la mala calidad.

No sabía que hay shampoos que no sirven. Recuerdo el primero que compré: a la semana perdió el color y el aroma; el segundo, me dejó el cabello como alambre, espantoso. Y sigo descubriendo cosas. El mes pasado: que hay fibras para tallar los trastes, que los rayan y se deshacen.

Silvia Parque

Treinta minutos de caminar, en el embarazo

Hacer ejercicio fue uno de mis propósitos, varias temporadas; a veces al inicio de año, a veces en otro momento. Intenté correr, pero lo hice mal y me lastimé pronto. Probé calistenia en casa y rutinas de gimnasio. Fui feliz cuando conocí el "circuito"; pareció a la medida de mis necesidades. Pero siempre "pasaba algo": me resfriaba, salía de viaje, se hacía difícil dar el pago del mes; "algo" que habría podido ser solo una interrupción, pero que a mis pocas ganas de movimiento, les venía como anillo al dedo para abandonar. Y abandonaba.

Ahora es verdaderamente importante que me mueva. Bueno, nada dramático, pero me importa. Antes, el motivo poderoso siempre fue estético: quería más firmeza por aquí y menos volumen por allá. En los últimos años, se agregó un interés que también fue capaz de sacar mi trasero del asiento: me encontré realmente necesitada de energía, y sé que paradójicamente, el buen cansancio revitaliza. Habría que haber considerado, también, que dos médicos me indicaron ejercicio moderado como parte de sus recetas, pero la verdad es que es que no lo consideré más que un rato.

Así ha sido mi relación con el un, dos, tres... Pero he vuelto a empezar por el embarazo. La panza me pesa de un modo que creo que si no me acostumbro a moverme ahora, se me hará muy difícil moverme en un par de meses. Además, quisiera que fuera parto natural, y para eso hay que estar más o menos en forma.

La meta es treinta minutos diarios de caminar. Hoy he conseguido diez.

Silvia Parque

jueves, 1 de enero de 2015

Gracias

Declaré que el 2014 sería mi mejor año, y aunque al principio no se veía claro, no me queda la menor duda de que lo ha sido.

Dejé un trabajo para iniciar la aventura de dedicarme por completo a mis sueños.

Dejé una habitación para montar una casa, que ahora es un hogar.

Viví la entrada milagrosa de Jesucristo en mi vida.

Y todo estuvo bien.

Pero como Dios es grande hasta lo increíble, me dio como regalo de cumpleaños, un embarazo.

Esto nada más por hablar del centro; a mi alrededor, como flores, no ha dejado de haber gente preciosa, risa, historias, ideas. Tres bebés llegaron a la familia. Terminé ciclos de años, que ahora me abren las puertas para lo que quiera. Todo esto sin mencionar mi espléndido colchón, las ensaladas con queso de cabra, ser despertada por mi abuela cada mañana, leer comentarios en el blog... la ministración de cada domingo.

Gracias totales, como diría Gustavo Cerati.

Al todopoderoso, que mete su mano a mi favor cada día, que me sostiene, provee, alienta y conforta, en su amor infinito y perfecto.

A los que me acompañan, de una manera u otra. Son un lujo de bendición, como para aplaudir de gusto.

Por primera vez: a quien se fue y a quien dejó que me fuera (algunos finales tienen mucho de paz y libertad, y eso, algo tiene de amor).

Y al final: gracias a mí. Por los nuevos "sí" y "no". [Vamos bien, Silvia: vamos por un 2015 maravilloso.]

Silvia Parque

Pensaba en escribir lo que agradezco, y me quedé pensando en la posibilidad de agradecer

Dice mi abuela que "la gratitud es la memoria del corazón". En realidad, lo mismo podría decirse del resentimiento; pero no voy a ponerme chocante con la frase. Nada más competo: la gratitud es la memoria del corazón alegre.

El corazón sano es alegre.

Pero según por donde hayan andado, los corazones terminan con el esmalte desgastado, o con abolladuras o raspaduras; incluso retorcidos e irreconocibles. Se merma su salud y así no pueden estar alegres.

Agradecer devuelve la alegría al corazón, pero entramos en paradoja...

Lo que más agradezco a Dios, es haber restaurado mi corazón. Creo que fue su primer paso en la recuperación de mi alma, y agradezco infinitamente ese orden, porque es muy triste vivir con el corazón lastimado: no se puede amar plenamente.

Silvia Parque