Uno de los modos más significativos en los que he recibido amor ha sido a través de la comida. Más allá del compartir la mesa, que ya es bueno, me refiero a que me den de comer: que cocinen para mí, que paguen mi cuenta en un restaurante, que lleguen a mi casa con comida, que en su casa me den comida para llevar a la mía... Todo eso me ha llenado el corazón al llenarme la panza.
Alimentar es una forma de amar preciosa porque es sostener la vida del otro (por eso, amamantar fue una experiencia maravillosa para mí).
Y en este conjunto de obras de amor que atesoro en mi corazón, hay un subconjunto reluciente que me parece un gesto de franca hermandad y que ha sido la respuesta a una oración, cada vez que ha ocurrido: el poner en mis manos una bolsa de mandado.
Silvia Parque
Preciosa entrada. Cuando una madre nos prepara el guiso favorito, nos grita cuánto nos sigue amando.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz viernes
¡Gracias! Eso mismo creo.
Eliminar¡Abrazo y feliz viernes para ti también! :)
jajaja yo también amo a la gente que me alimenta. Si que me alimenta con retos, con palabras bellas, con reconocimiento, con confrontaciones, con eso pues...
ResponderEliminarPero que me den pastel...un mazapán...uff te entiendo perfecto!!!!
*-*
Estamos en sintonía ;) :*
EliminarCompartiendo nuestros escritos también nos alimentamos los unos a los otros.
ResponderEliminarGracias por tu alimento espiritual.
Qué amable. Gracias a ti, Macondo.
EliminarTotalmente identificada con tus palabras
ResponderEliminarUn beso
:) :)
Eliminar¡Un beso, Matt!
Cuando te leo, invariablemente recuerdo mi madre, ella cuidó cada día de mi vida, incluso hasta mayor.
ResponderEliminarHay una Gracia de Dios sobre nosotras que es misteriosa, eso que te alimenten. En Chile somos bien dados a regalar fruta o algo hecho por nuestras manos.
Me alegro que sepas cuánto te aman. Hace bien recordarlo cuando tenemos bajo el ánimo.
Lindo post.
Me honra que la recuerdes al leerme :) :) :)
EliminarAmo esa Gracia que no deja de asombrarme en su maravilla...
Sí: todos necesitamos sabernos amados y hay momentos en los que se hace apremiante recordarlo; yo creo que entonces conviene recordar los gestos específicos, los hechos concretos. Y a mí estos en relación con la comida me llenan el alma, porque más allá de lo bonito que puede ser, por ejemplo, que mi abuela prepare -todavía- lo que sabe que me gusta o que mi mamá llegara de la tienda con la chuchería que me gustaba, realmente he estado en situación de hacer malabares para tener comida y realmente llegué a tener hambre; en esos momentos, que alguien te sustente es bien, bien grande.
¡Abrazo, Ojo humano!
Qué bonito, suscribo todo lo qu edices.
ResponderEliminarMuy feliz día.
¡Gracias, Marigem! :)
Eliminar¡Feliz día para ti, también!