miércoles, 13 de julio de 2022

La añoranza de estar en paz

Cuando B nació, yo no quería hacer nada más que contemplarla y amamantarla... Eso y cosas en relación con el gran drama que había con su padre; pero el tema al que voy es a que en mi maternidad viví ese enamoramiento de tú y yo somos una misma, qué bonito existes y no me interesa nada más. Trabajé desde casa porque era necesario y afortunadamente, mi ocupación siempre fue disfrutable, pero mi pasión en esa etapa era ser una vaca echada. En la medida en que B adquirió "movilidad" fue haciéndose cansado eso de "solo vivo para ti". Se fue revelando que neurotípica no era y empecé a fastidiarme de cosas como que durante varias noches fuera difícil dormirla. Sin embargo, de cualquier modo, mi alma estaba en maternar.

El encanto se perdió con el destete, a los dos años. No es que se perdiera por causa del destete; más bien, supongo que quise destetar porque fui empezando a recuperarme. Amamantar fue cada vez más incómodo hasta que no quise seguir haciéndolo. A la vez, fui queriendo volver al mundo y fui queriendo mi espacio: tiempo sin ella, tiempo con otras personas.

Todavía estoy enamorada de su ser y de su existencia. Cuando hace algo como estornudar o bostezar me provoca la misma sensación de encanto que cuando estaba recién nacida. A veces me quedo contemplando su imagen y me parece perfecta. No obstante, ahora el "encanto" son momentos. La amo siempre, pero el encanto es de momentos. Y muchas veces, MUCHAS más veces de las que habría creído que ocurriría, quiero que me deje en paz, que vaya a otro lado que no sea encima de mí.

Sé que más pronto de lo que imagino será mayor. Me queda clarísimo porque se han escurrido estos siete añitos. Agradezco su vida, agradezco que estemos juntas, agradezco su salud que le da energía y su interés en mí... Ese interés me hacía sentir superestrella hace años. Pero la verdad es que ahora soy una mamá que quiere tomarse un café mientras escribe esto, sin estar respondiendo a demandas constantes de atención y cuidado.

Silvia Parque

6 comentarios:

  1. Querida Silvia: Estuvo en casa nuestro hijo que viajó por las vacaciones de invierno desde provincia. Hoy se fue y el hogar ha quedado silencioso, tal como esa paz que añoras. Pero yo preferiría un tiempo más de barullo y harta sonajera; más regaloneo y comidas que me han dejado un par de kilos de invierno. Ya no lo veré hasta un tiempo.
    Disfruta tanto como puedas a tu B. Esa edad es un tiempo maravilloso.
    Se feliz.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por compartir. Tienes razón total. Ahora mismo, B duerme y, como casi cada noche, pienso que mañana estaremos más juntas, tendré más energía y más paciencia :)
      Un abrazo, Ojo humano.

      Eliminar
  2. Lo explicas muy bien. Ese darse es casi una adicción, y no es sana. Hay que buscar que puedan volar solos sin llevarnos de mochila, y a la vez, volar nosotras sin llevar la mochila del hijo. Si tuvieras cinco hijos más, verías que cada uno tiene una personalidad y que hay que dejar que busquen ellos, cada uno, su espacio.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me gusta pensar eso: que le hace bien buscar su espacio, dejarme mi espacio...
      (Nada más pensar en cinco hijos, me sobresalto. Mi abuela tuvo siete; mi mamá, cuatro. Yo quería tres. Pero ya noooo).
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Me has descubierto el verbo maternar y me parece de lo más explícito y bonito. A veces parece que tienes remordimientos —desde luego que sin motivo— por necesitar tener algo más de tiempo para ti. Tu dedicación a tu hija es conmovedora, que lo sepas.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay, Macondo, es que en cuanto a demandas de atención, esta criatura mía es como un examen de Física Cuántica nivel posdoctorado para mi nivel de matemáticas básicas de primaria menor XD
      Sí tengo remordimientos... pero cosas como tus palabras amables ayudan mucho.
      Un abrazo.
      Un abrazo.

      Eliminar