sábado, 27 de enero de 2018

Sin internet, con ansiedad y viendo cómo aplastan a una mujer

No tener Internet en casa se está poniendo chungo. Una semana me pareció bueno: desintoxicante; un tiempo para dedicarle a otras cosas. Con la segunda semana, ya "bueno-bueno" no era, pero estaba bien; me sirvió para tener fresco cuál es el uso que le doy al servicio, para qué lo necesito. Los días que se han acumulado después ya no son ni poquito buenos ni me sirven, al contrario; se me complica bastante trabajar sin conexión en casa y me voy sintiendo desvinculada. Yo calculo otro par de semanas así; habrá que hacer algo inteligente al respecto.

Aparte, la ansiedad llegó a tope esta semana con un incidente que será gracioso dentro de diez años, pero que estos días fue la gota que derramó el vaso. Solo comentaré que lo que iba siendo un feliz encuentro sexual terminó en un consultorio médico de la ciudad-pueblo más cercana. Al menos conocí al médico más agradable del mundo. La verdad es que yo estaba muy ansiosa y en un ataque de nervios llegué al punto de "más bajo no se puede caer" que hace que todo lo siguiente se sienta mejor.

Así las cosas, ayer ocurrió algo que me dejó triste y enojada, con uno de esos enojos que tienen indignación y frustración de las que oprimen el pecho. Clausuraron a la señora que cuida a B. No voy a decir que clausuraron su negocio porque es hacerle el juego a los clausuradores. Clausuraron su casa. A ella. Esta es la situación:

Como contexto, hay que decir que la colonia funciona más o menos como un pueblo y que hay personas de diferentes condiciones socioeconómicas, pero en general es un lugar pobre. Una señora mayor, conocida  como "la abuela", cuida niños en su casa. Lleva y trae niños del kinder o la primaria, los alimenta, juega con los chiquitos. Al conocerla, ella advierte que no tiene una estancia, ni una guardería: no hay actividades programadas ni nada por el estilo: los niños son libres de tomar un juguete u otro, de pintar o lo que quieran. Una señora le ayuda mientras ella lleva o recoge a los que van a la escuela. Creo que eran cinco criaturas; nunca las conté bien porque se movían; pero eran cuatro, cinco o seis, más B. Ningún bebé.

Me pareció exactamente lo que estaba buscando: nunca quise escolarizar a mi niña antes de tiempo; necesito que la cuide alguien más mientras trabajo, pero estoy segura de que el mejor lugar para un niño pequeño es un hogar, no algo que funcione como lo que normalmente reconocemos como "institución". Lo malo era que la señora los deja ver televisión si eso quieren; pero los puntos buenos eran muchos. El primer día pude ver a mi niña sentada a la mesa con los otros, comiendo en orden. Desde ese primer día entró como burro por su casa, directo a convivir con los demás; de inmediato le hizo caso a la señora. "Aquí todos hacen caso", me había dicho ella. Y sí. Sin "silla de pensar" ni nada más que autoridad moral: lo que los niños necesitan. Sin estudios de puericultura, ni de educación, ni de psicología, que muchas veces estorban, B no le pareció "muy" inquieta ni "muy" nada. Y en cinco días disfrutamos que aprendiera una canción, hiciera oración antes de comer, jugara con los demás.

Pero llegaron a prohibirle a la señora que haga lo que sabe y puede, porque no tiene una estancia infantil "en regla".

¿Cómo se le explica a la "autoridad" que eso no es una estancia infantil? Le digo a la persona que está escribiendo el letrero de "clausurado", que deberían permitir que las mujeres se organicen para apoyarse y me dice que sí, que están las casas de cuidado diario. Yo la entiendo, es su trabajo y hasta donde le llega la preparación. Pero la respuesta es una imbecilidad porque las casas de cuidado no son una estrategia comunitaria por medio de la cual se creen lazos de apoyo. Todavía me dice que lo hacen por proteger a la señora, porque si "algo" pasa con un niño, la culparemos a ella. Si quisieran protegerla, llegarían a fortalecer su trabajo y a cuidar el bienestar de los niños, no a dejarle un montón de papeles que están en chino para una persona mayor sin estudios. Toda su lógica es vomitiva porque es la expropiación de los saberes de las mujeres y el aplastamiento de un conato de poder social. Ella está criando y educando en su casa: además se está ganando la vida y posibilitando que las vecinas hagan lo que tienen que hacer. Pues hay que hacerle lo mismo que a las parteras y a las herbolarias: convencer a todos de que "eso" es muy peligroso y por supuesto: meter a todos en el redil de los menores de edad, porque en este sistema de cosas se llega a adulto para pagar impuestos, no para decidir, por ejemplo, quién cuida a los hijos, dónde y cómo.

Voy a tratar de puntualizar un par de cosas:

La operación de una estancia infantil debe estar regulada y debe ser cuidadosamente supervisada. Las consecuencias de no hacerlo son mortales. El problema es la incapacidad para reconocer y valorar otras lógicas, otros espacios. Lo nefasto es el poder para aplastarlos. El problema es el progresismo cucho del "que te cueste, como nos ha costado a todos". Como si todos estuviéramos en la misma posición.

Hay a quien no le pasa por la cabeza que para algunas personas, los trámites son un problema que llega a ser un impedimento. No todo el mundo puede pagar lo que cuesta una copia del acta de nacimiento, por ejemplo -por cierto, ahora por acá las piden de reciente expedición, como si caducaran-; no todo el mundo puede pagar impresiones, copias, fotografías. No todos los que saben leer y escribir pueden llenar formatos. No todos pueden transportarse a donde se realiza una gestión; no todos pueden gestionar. En una economía de subsistencia cada gasto cuenta y los pesos valen menos porque nunca hay muchos juntos. A ver si me explico: yo no podía seguir pagando la estancia a la que iba B, no solamente por la mensualidad, sino por los materiales que había que llevar a cada rato, además de las cuotas por esto y por aquello: mi caso es singular por muchas razones, lo que trato de hacer notar es que hay gastos que otros no toman en cuenta porque no conciben que puedan ser una dificultad. Aquí recuerdo a la familia que conocí, que resolvió que ese año las niñas no iban a la escuela; no faltará quién piense que en una escuela pública pueden alegar que las cuotas no son obligatorias, que se consiguen uniformes de segunda mano, que ahora reparten útiles... Ajá. Desde el privilegio se resuelve bien bonito la vida de los demás, que han de estar tontos o han de ser flojos y por eso no la resuelven solitos.

Para mí, no llevar a B con la abuela es un problema; pero a la señora la dejan sin su modo digno de vida.

Espero que las demás mamás no lo tengan tan difícil como puede llegar a ser. En la casa de cuidado diario no reciben niños desde las 4:30 de la mañana ni los cuidan por la noche si se ofrece. 

¿Que hay que seguir las reglas? A ver quién las puso y a quién le están sirviendo. 

Silvia Parque

6 comentarios:

  1. Las reglas le están sirviendo a los redentores que protegen a tu niña de una señora que en teoría no está capacitada para cuidar a tu hija y en la práctica sí que lo está, pero a ellos no les queda una parte del pastel.

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    1. Sí, Macondo. Pinche filo del cuchillo con el que cortan el pastel. Y es que además quieren todo el pastel, todos los pasteles.

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  2. Qué intervencionismo absurdo. Estamos en un híbrido de sociedad en la que se desprecia lo de siempre pero todavía no hay forma, ni recursos para que todo se haga con un nuevo modelo que cumple todos los controles y al que todo el mundo puede acceder. Muy loco todo.

    Ánimo y muchos besos

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    1. Exacto. Qué claro y conciso lo dices. Es loco, absurdo y hace daño. Gracias por el ánimo. ¡Besos, Matt!

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  3. Totalmente de acuerdo, ¿por qué hay que seguir las reglas de otro, que es como nosotros al fin y al cabo? Y reglas que, además, benefician a unos pocos.
    Esta frase resume bien lo que a veces quiero decir y no me sale de la bronca:
    "Desde el privilegio se resuelve bien bonito la vida de los demás, que han de estar tontos o han de ser flojos y por eso no la resuelven solitos".

    Te mando un abrazo.

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    1. Gracias, Eme, un abrazo para ti también. A veces es patéticamente evidente que el orden del mundo beneficia a poquitas personas y a muchas no solamente las perjudica sino que las aplasta o las desecha.

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