Silvia Parque
jueves, 9 de enero de 2014
La persona adulta y la reja
Por una larga historia, me vi sin llave afuera de la casa. Llamé al casero, esperando que estuviera dentro para pedirle que saliera a abrirme; pero no estaba. Esperé un rato a que llegara o saliera alguien, pero no sucedió. Así que pensé en saltar la reja. Lo pensé sobre todo en relación con lo mal que iba a verme haciéndolo. Calculé dónde podría colocar los pies y según yo calculé la seguridad de pisar en el buzón, que podía hacer de escalón. Trepé. No es una gran reja, así que estaba apenas poco más de un metro sobre el piso, cuando el buzón se movió con el peso de mi pie. Bajé, porque no quería cargarle un buzón a mi pago de la renta, pero sobre todo porque la terminación en punta de los barrotes cumple eficazmente la función de disuadir intentos como el mío. Supe que no es la sensatez de la razón lo que hace adultas a las personas que no intentan saltar las rejas, sino la sensación de miedito por lo que pueda pasarle al cuerpo.
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A veces el miedo es la mejor reja. Un beso.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo.
EliminarUn beso, Susana.
jajajajaja Sabia decisión lo de no exponer tu cuerpo a las puntas de la reja. :P
ResponderEliminarBesazo y feliz año, hermosa
;) Tuve la imagen de los empalados de Drácula en versión campo de maíz de Stephen King :S
Eliminar¡Feliz año, Dolega!
Beso :D
Jajaja, ese es el motivo por el que yo sigo pagando al coger el metro. Miedito al mi torpeza, y al daño físico y moral de hacer el ridículo ¿sentido de la responsabilidad o de la ética? Cero.
ResponderEliminarBesitos
Soy de ese equipo, Inma :)
Eliminar¡Besos!