- Pues eso!! Que dejábamos nuestra casa, ¡la que conocemos, todas
nuestras cosas!
- Y?
- Y nada más, eso. Que dejábamos todo lo nuestro mamá, TO-DO, con
lo bien que conozco yo mi cuarto y todas mis cosas, y nada, lo
dejábamos sin más para irnos a un chalet de tres pisos.
Menos mal que era un sueño: el niño despertó en su cama, tuvo a sus papás para contarles la pesadilla y volverá a su cuarto. La idea de dejar lo que una conoce asusta porque nos parametramos en nuestro espacio, con nuestras cosas.
Silvia Parque
Yo me he mudado unas mil veces (bueno, sólo 8)y siempre he considerado que mi hogar es donde estoy yo, ni más ni menos. Jamás me apegué a las cosas materiales, me cambio de casa cargando sólo un par de bolsas de ropa. Las cosas materiales me parecen lastres, incluídas las casas jajaja de las que siempre me acabo cansando... Es un problema, no?
ResponderEliminarUn saludo!
La verdad es que tampoco tengo gran apego a las cosas. Mi referente estaba en la modalidad "persona". Sin ese referente a la mano, entonces las cosas se vuelven importantes. Y sin referente-persona y sin referente-cosas, es difícil encontrar "norte", hay que inventarlo.
EliminarSí, es lo que le comentaba yo a Matt, el niño se encuentra seguro entre lo conocido y sus rutinas, por eso nos dan miedo los cambios.
ResponderEliminarYo he dejado mi casa sin volver la vista atrás porque si lo hacía seguramente me hubiera costado demasiado irme, le cojo apego a las cosas, al hogar, porque lo hago muy mío, lo adapto a mis necesidades, y pongo tanto amor en él, que luego forma parte de mí.
Cuando regresé, pese a la pena con la que volvía, me ayudó el hecho de que me sentía regresando a MI casa, mi refugio.
Besitos
Me encanta ese niño. ¡Tan claro!
EliminarTambién hago muy mío el lugar donde pongo mi hogar, también le pongo mucho amor... y por eso cuando hay complicaciones en ese "ámbito", del hogar-casa, puede ser muy doloroso.
¡Besos!