Casi todas las personas adultas conocen la ansiedad. El trastorno de ansiedad es otra cosa: implica un malestar significativo que impide hacer cosas sin contar con ajustes relevantes y que desgasta física y emocionalmente.
Hoy intenté hacer un trámite sencillo y antes de salir de la casa, ya estaba agobiada por alistar los papeles que debía llevar. Había tomado mi sertralina y aún así, empecé a sentir el aviso de un ataque de pánico. Me conozco bien, sé que hacer conmigo y el papá de B es cada vez un poco mejor dando contención; la sensación pasó y seguí adelante.
Para cuando terminó la pequeña odisea de la mañana -por cierto, sin el objetivo alcanzado-, yo estaba desgastada: sin energía, pero no como cuando una se cansa porque hubo mucho trabajo, sino exhausta como con el alma atrapada por un alfiler en una enorme superficie rugosa.
Si no las conocen, les invito a pasar por este sitio a leer poquito sobre: la teoría de las cucharas y la teoría del tenedor
Silvia Parque
Muchas gracias por el enlace, me he asomado pero me lo guardo para cuando tenga mas tiempo, Cuidate y un abrazo
ResponderEliminarGracias por el interés, Ester. ¡Un abrazo!
EliminarA veces la burocracia nos devora los ánimos antes de conseguir el objeto de la adquisición. Ni presentamos los papeles, vaya.
ResponderEliminarUn abrazo
Ay, sí, yo dejo de hacer muchas cosas "mías" por eso, solo que las de la niña no las puedo evitar.
EliminarUn abrazo, Albada.
Por suerte no sufro pero es interesante saber para poder entender y tratar a los que si padecen.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí: necesitamos paciencia y algunos ajustes; por ejemplo, para mí es súper diferente si los funcionarios me hablan con mucha calma.
EliminarUn abrazo, Alfred.
Muy interesante la explicación con la teoría de las cucharas, aunque tú te explicas igualmente bien sin ella.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Macondo. ¡Un abrazo!
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