En la recta final del año pasado, mi sobrina, un año mayor que mi hija, se quebró un brazo. Mi hermana contó que en el hospital les preguntaron una y otra vez cómo pasó, a ella y a su esposo juntos y por separado, además de a la niña.
Mi experiencia como sospechosa de maltrato es peor. Entiendo y acepto que el personal de salud debe denunciar sus sospechas y en todo caso, supongo, tomar medidas de precaución; pero no creo que esté bien que traten a alguien como culpable de nada. No creo que esté bien y sin embargo, tampoco me queda claro si se puede o se debe actuar "como si nada" frente a quien una piensa que ha lastimado a una criatura... Al final prefiero saber que se preocuparon por el trato que mi hija estaba recibiendo. Supongo que es cuestión de elaborar protocolos, de mayor preparación. O tal vez no haya modo de cubrir todos los frentes: presunción de inocencia, salvaguarda del niño, prevención del delito, etc.
Todo esto me lleva a pensar hasta qué punto estamos dispuestos a meternos en el lío de señalar, denunciar o intervenir en el caso de un niño maltratado. Para los médicos, enfermeras o profesores hay un deber profesional e incluso leyes que obligan a prestar atención e intervenir. ¿Y todos los demás?
Es fácil ser valientes escribiendo en el blog o comentando en redes, pero no lo es en la realidad material.
- A veces, por la duda; sobre todo en una sociedad donde todavía se considera aceptable gritar y pegar a los niños para disciplinarlos. ¿Dónde está el punto en el que hay que hacer algo? ¿Y qué es lo que hay que hacer? ¿Cómo, dónde? Si se denuncia y la criatura es separada de su familia, ¿realmente será lo mejor?
- A veces, el miedo es lo que detiene. No solo el miedo a estar en un error o a pasar una vergüenza, sino el miedo a sufrir una agresión también, por parte del maltratador o la maltratadora. Ya sé que suena terrible: yo, mujer adulta, no defender a un niñito o niñita por temor de que la otra persona adulta me lastime también. Pero pasa: primero porque habemos cobardes; luego porque en algunas comunidades con mucha violencia se aprende que los otros pueden ser verdaderamente peligrosos -"no sabes con quién te estás metiendo"-.
- Y está la comodidad, que también suena terrible. No intervenimos, muchas veces, por no perturbarnos, por no perder nuestro tiempo u otros recursos en un problema ajeno. [Justo el meollo del problema está en que lo veamos como "ajeno".] Pero no es tan simple.
Se entiende que es despreciable o cuando menos cuestionable no ayudar a un niño para no perder la comodidad. Sin embargo, hay que decir que en la mayoría de los casos, esta "comodidad" no es cómoda. Quiero decir que no se trata de que yo me haré de la vista gorda mientras medio matan a una criatura porque quiero permanecer en mi tumbona bebiendo limonada. Creo que lo de no incomodarnos, muchas veces, quiere decir tratar de conservar nuestra forma de vida, que suele ser fruto de todos los años de nuestra existencia y además, con lo que sostenemos a nuestros hijos. De todas formas está mal no hacer lo que se debe hacer; pero no es por no estropear el peinado.
Me pregunto hasta dónde me metería yo y no me queda tan claro.
Entre lo que me queda claro está que: además de intervenir cuando es necesario, hay que dejar que los otros intervengan.
Hace meses, entrando al carril de la caja del supermercado, choqué con la carriola en un mueble, pero ni caso hice; la verdad es que me acostumbré a esas torpezas. Una señora me dijo, con tono apremiante, algo así como "pobre niña, se estremeció". No recuerdo las palabras exactas, pero esa era la idea. Su tono era acusador. De inmediato, me asomé con B, le pregunté si se había lastimado y me disculpé con ella. La señora, entonces, mencionó el bonito peinado de la niña, en tono conciliador, mientras emprendía la retirada. Apenas pagué, lamenté no haberle dado las gracias. En realidad, me molestó un poco; no más que un poco y no más que un par de segundos, pero sí me molestó. Luego, mi idea de que lo correcto era dar las gracias se transformó en verdadero agradecimiento.
Todos deberíamos cuidar y defender a los niños de todos.
Silvia Parque
No he tenido cerca o al menos no he sido consciente de ningún caso, pero creo que hay que distinguir:
ResponderEliminar- casos de violencia verbal o un cachete. Que no es agradable de ver y además puede esconder algo más, pero entiendo no intervenir en esos casos. Igual es un padre excelente al que pillas en un mal día y es más el mal que puedes hacer metiéndote. Igual no queda políticamente correcto lo que digo pero creo que casi nadie intervendríamos en un caso así.
- otra cosa son los casos que acaban como el de la noticia. Niños gravemente agredidos que son ingresados con frecuencia. Cómo es posible que ni vecinos, ni médicos, ni profesores, ni familia o amigos del agresor, lo vean y denuncien?. Eso es lo que no concibo. En los hospitales, como bien sufriste tu, se activan protocolos. Así que igual sí son denunciados pero la justicia o la burocracia en esos temas es demasiado lenta. No lo se, pero lo cierto es que sobrecoge imaginar a un menor en ese desamparo sin nadie que lo auxilie.
Besos
Yo tuve cerca casos cuando era niña o muy joven, de modo que no tenía recursos para intervenir. Pero me pregunto cuánto no vemos por no poner atención.
EliminarTambién creo que hay que distinguir entre las dos cosas que dices; pero no me queda tan claro cómo hay que actuar en un caso y en otro. Entiendo que el camino cultural que llevamos andado nos conduce a un momento en el que la mayoría no estamos preparados para nunca maltratar y en el que además hay quienes de plano viven en otra época, con todo un sistema bien ordenado sobre administración de nalgadas, en el que realmente estos golpes -que lo son- tienen otro sentido que no es el del maltrato. Es lo que hay y efectivamente, entonces, "meterse" a veces no es lo apropiado, sobre todo por lo que dices: porque haces más mal que bien. Me imagino a algún defensor de las causas justas amonestando a una mamá que acaba de dar un jalón de brazo al chiquillo y la imagino a ella guardando el coraje para descargarlo con el chiquillo cuando no la vean. Ni qué decir del montón de mujeres en situaciones precarias que apenas pueden hacer malabares con todo lo que les toca resolver: va una y le dice que los niños no se corrigen a golpes, pero no va una a quedarse ahí para acompañarlas a deconstruir lo que aprendieron y a reconstruirse. Así que si no podemos hacernos realmente responsables de todo lo que implica intervenir, pues mejor no intervenir. Eso pienso. Peeero... también pienso que si todos dejáramos claro que está reprobado socialmente el maltrato, el maltrato se reduciría muchísimo. Hay contextos, comunidades, en las que absolutamente no cabe dar un golpe a un niño. ¿Si así fuera en todos lados? Si no hay esa nalgada, ese manazo, imposible llegar a lo otro.
Que lo otro es otra cosa, sí. Pero, ¿si lo que se podía notar en público fue siempre tomado como aquello "tolerado"? Es difícil. Pero, bueno, de lo que es menos difícil en esto es ver la responsabilidad del personal de salud o de la educación. ¿Catorce ingresos en un hospital y nadie investigó por qué? Es muy probable que sea como tú dices, que ellos sí denuncien y sean las personas de protección al menor las que no hacen lo que les toca o no lo hacen bien.
Sí: sobrecoge imaginar a un niño, a una niña, viviendo en el sufrimiento hasta la muerte: una muerte en manos de quien debía protegerla.
Qué bueno es que comentes.
Besos, Matt.
Comprendo que a los padres normales les debe fastidiar ser considerados "sospechosos" de haber podido maltratar a su hijo, pero creo que hay que mirarlo como tú dices. Lo primero es el niño y más vale pasarse en la investigación que quedarse corto en la prudencia.
ResponderEliminar¡Eso! Ojalá tuviéramos mayores recursos para intervenir, pero si los que hay para poner a salvo a los niños implican pasarse y fastidiar a los papás, pues que sea.
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