jueves, 8 de marzo de 2018

Mi hija ha iniciado su tratamiento hormonal

Es Día de la mujer y todavía, cansinamente, hay tanto que decir al respecto.

Guillermo del Toro ganó el Óscar por su trabajo como director y habría querido hablar de lo mucho que me inspira o de lo que pienso de los listillos que critican el gusto que tantos sentimos por Coco.

Mi casa está llena de moscas al grado de que iniciaré una investigación sobre su procedencia; pero antes de hablar sobre eso, me gustaría contar por qué me gusta tanto el lugar en el que vivo -moscas aparte-.

Sin embargo, antes-antes de cualquier otra cosa quiero terminar de escribir y publicar esta entrada que empecé el 2 de marzo y dejé en borrador.

B ha empezado su tratamiento hormonal. A lo largo de los meses, que tan rápido se convierten en años, mencionaré cada vez menos este asunto por respeto a su privacidad. Ahora me doy permiso de compartirlo.

Mi hija es afortunada por haber tenido un diagnóstico temprano y por estar iniciando su tratamiento en el momento oportuno. No es así para la mayoría de las niñas con Síndrome de Turner en México. Estoy agradecida por eso y por supuesto, estaba prevenida respecto a que sería necesario suministrarle hormona del crecimiento; pero de todas formas, esa consulta con la pediatra puso un enorme peso físico, literal, sobre mis hombros.

Al parecer, los efectos secundarios no son algo de qué preocuparnos. Probablemente tenga dolor de huesos y articulaciones; no sé si por la hormona en la sangre o por el crecimiento inducido. Yo la pongo en manos de Dios y confío en que sabremos sostenerla en caso de dolor o de cualquier otra cosa. Los efectos realmente dañinos son improbables: no me detengo a pensar en ellos; pero hay que estar atentos, así que, por ejemplo, en unos meses hay que hacerle una tomografía.

Lo anterior, sin embargo, no me causa problema. Lo que me tuvo realmente abrumada varios días fue un problema estúpido, pero muy grande para mí: la parte práctica del manejo de la hormona, de usar el artefacto para inyectar, de poner la inyección. Me daba mucho miedo. Cuando estaba embarazada me preguntaba cómo podría ponerle zapatitos porque siempre me he sentido poco capaz de "hacer cosas" con las manos, "operativas" pues, no sé si me explico... 

Y efectivamente, me equivoqué y dudé y eché a perder un suministro carísimo y difícil de conseguir. Lloré, fui consolada, fui alentada, me recuperé y voy aprendiendo y sintiéndome segura. En eso estamos. [La niña, perfectamente.]

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Nadie nace sabiendo. Dentro de poco te parecerá una tontería haber pasado apuros por eso. Seguro que todo va a ir bien.

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    1. Estoy de acuerdo. Ahora mismo ya no me parece apabullante, espero que pronto llegue el momento en que sea "prueba superada" :) Gracias por tus buenos deseos.

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