Hace poco probó el ajo. Había comido platillos con ajo, pero no un diente de ajo, así: solo. Yo estaba rebanando uno para cocinar y ella insistió en que quería, a pesar de mis advertencias. Se lo di y se lo comió; bueno: lo mordisqueó, se entretuvo con él un rato y comió un poquito. No le hace el feo a nada. Es genial verla comer limón: pone caras pero no se detiene.
Dicen que cuando crecen empiezan los remilgos. Hoy me ofreció de su cebolla y le dije que no me gusta. Me dio pena porque me gustaría que no tuviera el "dato" de que la buena comida puede no gustar; pero sería un sacrificio para mí darle una mordida a la cebolla (se la pasé a su papá, quien se la comió con gusto). Claro que sucede, a veces, que hay cosas que no quiere; pero nunca ha puesto cara de disgusto cuando no le interesa comer algo: nada más no quiere; se lo ofrezco tiempo después, y siempre sí. Excepto con la médula: eso sí que le disgustó.
Ayer le decía a mi abuela, por teléfono, que ama los huevos cocidos pero no se come la yema; no es que no le guste el sabor: no le gusta la sensación. Se emociona mucho con el huevo. Trato de que no los vea hasta que están listos porque si los ve, los quiere en ese momento; es poco creíble que "todavía no están listos", si están igualitos que cuando ya se cocieron. Ayer, apenas hube pelado uno, se lo di entero -normalmente lo parto en pedacitos-. Se lo comió a mordidas con todo y casi toda la yema. Así que de ese modo, la yema sí.
El día que la pediatra notó que era hora de cambiar a las gráficas de talla y peso para niñas con S.T., pude volver a mi entera despreocupación por su comida. Si come poco, comerá más al rato. De cualquier modo, iremos con una gastropediatra para asegurar que todo el proceso de su alimentación esté funcionando bien. Así es la cosa: visitamos un abanico de especialistas. Gracias a la generosidad de su abuela, no tengo que preocuparme por lo que eso cuesta. Gracias a Dios, siempre encuentran que todo está bien.
Silvia Parque
Me dan mucha tristeza esas familias en las que cada miembro de la misma tiene una comida distinta, pero no por dieta o enfermedad sino porque sus gustos tan limitados. Tengo que agradecerle a mi madre comer prácticamente de todo. Si algo no me gustaba no me forzaba, pero sí me hacía probarlo. En muchas ocasiones lo que descartaba con la vista terminó siendo uno de mis alimentos favoritos.
ResponderEliminarBesos.
Mi familia era así, Macondo, tanto que mi abuela olvidó cómo preparar algunas cosas, de tanto que se fue limitando el menú que aceptábamos. Creo que todas cuando crecimos y salimos de casa, fuimos ampliando nuestros gustos. Pero había mucho remilgo en nuestra mesa, y yo era la peor. No voy a decir que eso fue terrible o no tuve otros cosas que me daban gusto, pero sí fue, por decirlo de alguna manera, un desperdicio de tiempo sin disfrutar muchísimas cosas que me gustaron nada más con probarlas. Tu mamá hizo bien. Si lo que has probado, no te gusta, hasta te lo sacas de la boca; pero si te iba a gustar lo que no probaste, no hay modo de que lo disfrutes.
Eliminar¡Besos!
Me alegro de que disfrute la comida. Un beso.
ResponderEliminarGracias. Es un gusto :)
EliminarBesos, Susana.
Me encanta todo lo que cuentas de tu abuela. Qué maravilla tener una relación así con ella. Incluso cuando se ponía dura en la adolescencia tuya, era su papel y lo correcto.
ResponderEliminarEs curioso pensar en las personas de las que escribes y de las que no.
Lo de la comida de B es genial, es una nena abierta a los descubrimientos gastronómicos :)
Mi pequeña también come muy bien y le gusta casi todo. Pero yo no insisto con lo que no le gusta. Le hago comer fruta, pero no es necesario que coma todo tipo de frutas, con que le gusten 3 ò 4 tiposa mi me vale, por ejemplo. Sería mejor que le gustase absolutamente todo, pero es algo que no suele ocurrir tampoco en adultos . Por eso no entiendo a las madres que se empeñan en una comida que no le gusta al hijo. Puedes probar otra del mismo tipo (otra legumbre, otro pescado etc) que le alimente igual y le guste al niño.
No se por qué te meto ese rollo si B no tiene ese problema, jeje.
Un beso
Como mi abuela hizo cosas que "le tocaban" a mi mamá, aunque me tuvo consentida hasta el exceso, le tocó corregirme; justo como dices: era su papel y lo correcto. Así que ahora, que soy una mujer adulta, disfruto mucho poder tenerla realmente "de abuela". Espero apurarme a poder consentirla yo a ella, como quisiera :)
EliminarB con la comida salió a su papá, que come de todo y mucho. Sé que luego la cosa puede cambiar, pero espero que la influencia de él siga siendo fuerte en eso. Yo ahora como de todos los grupos de alimentos, pero a muchas cosas les saco la vuelta y tengo una marcada predilección por lo que debería ser "de vez en cuando" :S
Yo tampoco entiendo a las mamás que casi torturan a sus hijos para que coman específicamente algo, o se martirizan ellas mismas porque el niño no ha comido justamente lo que le dieron ese día. Conozco muchas anécdotas de niños para quienes la hora de comer, en más de una ocasión, fue de lo más desagradable. Lo que ganaron en nutrientes lo perdieron de cosas más importantes. En el caso de los papás para quienes claramente se trata de un "porque lo mando yo", quedan muy claras sus razones, pero menos estoy de acuerdo. Opino lo mismo que tú respecto a sustituir: si no come lentejas, comerá frijoles o ya se verá qué. ¡Es lo que hacemos todos!
Yo entre más haya tela de donde cortar, mejor, Matt, así que tú "mete rollo" :D
¡Un beso!
Para mí, de pequeña, la hora de comer era un trauma. Lloré durante horas delante de un plato. Hasta el día en qué me puse firme, más o menos sobre los 14, y decidí que había cosas que no comería jamás y punto!
ResponderEliminarA mi hijo no le he obligado nunca a comer. Si no quiere más, no pasa nada. Ya merendará. Y si hay algo que prefiere no probar, le respeto. Y come de todo y mejor que yo.
Un abrazo!
¡Qué horror, Telma! Creo que la mayoría de los papás que hacen esas cosas lo hacen convencidos de que así debe ser; menos mal que un día empezaron a cambiar las cosas... y menos mal que un día pusiste punto final.
EliminarYo no me imagino obligando a B a comer. Ya me cuesta mucho obligarla a lo que debo obligarla, como tomar medicina o dejarse tomar la temperatura cuando es necesario. Siempre he creído que su organismo sabe lo que necesita; luego tuve fantasmas de culpa por eso cuando tenía el peso muy bajo: pero de cualquier manera, no se iba a arreglar forzándola.
Sobre probar cosas nuevas creo que es bueno sentar una especie de "política" de que lo normal es probar las cosas antes de rechazarlas. Sí insistiría en que probara las cosas que son comunes en nuestra dieta, sobre todo por el precedente de mi caso: yo realmente comía muy pocas cosas y solo cocinadas como mi abuela las cocinaba para mí. Pero tampoco le obligaría a probar. Afortunadamente, para el tema de comer, por ahora tooodo se lo lleva a la boca, y la comida no es la excepción. Después, a ver qué pasa.
Pensándolo, yo creo que como otras cosas en la crianza y el desarrollo de los niños, esto es un elemento de un todo. Porque yo era super melindrosa y también era otras cosas que conformaban un todo. Obligarme a comer o a probar no lo habría arreglado; pero habría sido bueno que se preguntaran por qué, en qué otras cosas aparecía esa característica...
¡Un abrazo fuerte!