viernes, 4 de marzo de 2016

El otro lado del plátano

Yo sabía que el plátano es muy bueno para que el cuerpo se reponga después de una desvelada. También, que mi bisabuela murió de una congestión por comer muchos plátanos en la noche.

Luego supe que las heces fecales de los bebés que comen plátano, parecen tener lombrices. Si mi abuela no me cuenta que la primera vez que le dio plátano a su hija mayor, le llevó el pañal sucio al pediatra, quien con toda cortesía le explicó que así pasa con el plátano, me habría dado un susto.

Así que el plátano y yo nos hemos ido conociendo mejor. Ahora sé que también la cáscara se come.

¡Pero qué sucio es! Nada, fuera del mundo de las grasas, produce peores manchas. ¡Y cómo se pega! En cualquier superficie o material; es muy difícil quitarlo de la ropa. Se convierte en una especie de moco poderoso y aferrado.

Silvia Parque 

4 comentarios:

  1. Yo me llevé un buen susto el primer día que le di plátano. Lo de comer la cáscara te lo leí el otro día y no lo había oído nunca, no lo voy a probar porque no se me antoja nada.
    Lo de las manchas sí lo tengo comprobado.
    Un beso

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    1. Me pregunto por qué no lo sabemos todas, si cada generación ha experimentado esa impresión al ver los pañales posteriores al plátano ¿?
      Lo de la cáscara yo tampoco lo pruebo, para nada, y B como que la va dejando, como que se va concentrando en lo de adentro :D
      Las manchas son casi como los diamantes: para siempre ;)
      Un beso, Matt.

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