martes, 10 de septiembre de 2013

No acorralar


Una de las cosas que las personas tenemos en común con los gatos es que cuando nos sentimos acorraladas, atacamos o al menos, nos ponemos a la defensiva, listas para atacar.

Hay que dejar al otro la posibilidad de una salida, a menos que estemos buscando la confrontación directa y que estemos dispuestos a que tal confrontación termine en la destrucción -real o simbólica-, de una u otra de las partes. 

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Toda la razón, dejar siempre la posibilidad de salida, un lugar por donde huir, intento recordarlo, el coriano siempre lo dice y lo aplica.
    A mí me cuesta más, cuando estoy realmente enfadada, cosa que ya casi no me sucede pero me sucedía mucho, puedo ser muy cruel, y disfruto sádicamente justo de acorralar al otro.
    He aprendido a no hacerlo porque a mí me perjudica, luego calmada lo pago con sentimientos de culpa.
    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sobre todo si se pretende llegar a algo, sea en ese momento o en el futuro, y sobre todo si importa conservar la relación. Es que somos animales, hay que ver que el animal asustado va a atacar o a defenderse, y en ese estado se puede concertar poco. Digo yo...
      ¡Besos!

      Eliminar