miércoles, 1 de mayo de 2013

No más riesgo ni culpa

El cargador de la laptop llegó para salvarme con algo que tenía que hacer, cuando el cargador original murió. La batería ya había pasado a mejor vida antes, así que sin cargador, como si no hubiera lap.

Seguramente por algo de lo que soy responsable, el cable que conecta a la energía eléctrica se fue deshaciendo, de modo que la electricidad tenía desvaríos con tronidos y olor a quemado -pasó un buen tiempo antes de que descubriera que el olor a pólvora en la oficina provenía de mi maquinita-. La lap se apagaba de improviso, o había que apagarla rápido cuando la situación se hacía crítica. Como tentempié, el hombre restauró el cable con cinta de aislar, pero luego de unas semanas, empezó a haber un falso contacto entre el cable restaurado y la cajita con su lucesita de tengo electricidad dentro.

Fui advertida de que había que cambiar el cable antes de que se quemara el resto del cargador, y cada uso de la lap se convirtió en un episodio de riesgo, con su tajo de culpa.

Unos dos minutos habrá durado la compra-venta del muy citado cable, en el primer stand de la plaza. Salí pensando que hay cosas que se arreglan tan sencillamente...

Silvia Parque

No hay comentarios:

Publicar un comentario