Como ilustración: apenas B empezaba a hablar de nuevo, dejó de orinar en el baño.
Tuve que hacerme cargo del hecho de que estuve maltratándola.
Hay un pacto social entre adultos para no llamar "maltrato" al maltrato de mamás y papás que cuidan y dan afecto; como si cuidar y dar afecto hiciera imposible que maltratemos.
Yo creo que mis esquemas mentales me protegen de pegar o insultar: no está en mi mundo de posibilidades; pero cuando me descontrolaba le hablaba muy feo, empecé a sujetarla con exceso de fuerza y hasta a jalonearla cuando debía moverla. Ella, bendito sea Dios, protestó como pudo. Yo controlé "lo mío" y sigo las indicaciones de la psicóloga para contener y encauzar "lo suyo".
No sé que habría pasado si no hubiéramos buscado apoyo profesional.
En mis tiempos, niñas y niños solían tener pláticas del tipo de:
- Mi papá es muy alto.
- El mío más.
Pienso en eso cada vez que alguien menciona lo inquietas que son sus criaturas. La mía, más. Al menos dos pediatras especialistas y dos psicólogas opinan que es así. Y yo soy la clase de persona que para alcanzar algo se estira hasta casi caer de la silla, con tal de seguir sentada. O era... La maternidad me está reformando.
Silvia Parque
No hay muchas personas tan autocríticas y severas consigo mismas como tú.
ResponderEliminarSiempre se puede mejorar, pero espero que no caigas en la tentación de pensar que no eres una buena madre.
Sí lo concluí, Macondo. Y, de verdad, recordar tus comentarios fue de ayuda.
EliminarPienso exactamente lo mismo que Macondo. Eres muy autoexigente contigo misma en algunos terrenos, obviamente no en todos, pero en concreto en la maternidad creo que es donde más te exiges. También es donde más hay en juego. Pero yo creo que es materialmente. Imposible mantenerse siempre calmado y sensato con los niños. Siempre hay momentos en los que no actuamos del todo correctamente...
EliminarNo quiero decir lo de mal de muchos consuelo de tontos. Pero simplemente que no seas tan dura contigo misma. Que somos humanos, débiles, y que hasta los mejores no son perfectos.
Mis hijos no son los más inquietos del mundo ni mucho menos. En general son niños tranquilos, aunque con sus momentos normales como todos los niños tienen, y porque además hasta el niño más tranquilo del mundo es más movido que en adultos. Y aún así yo a veces he perdido la paciencia. Sobre todo con los dos mayores. Reconozco que con la pequeña me pilla todo con mucha más serenidad.
Por lo que te leo me pareces una madre fabulosa, consciente, reflexiva, que siempre busca lo mejor para su hija. Y no te lo digo por decir. Así que no te machaques mucho y apréciate también en tu faceta materna
Un beso
Gracias, Matt, de verdad. Trato de apreciar lo que sí soy/tengo porque es lo que hay y si no lo aprecio, me voy para abajo.
EliminarTe estaba explicando cómo es que todas las mamás pierden la paciencia pero "yo peor", cuando tuve una revelación. No soy un monstruo asesino.
¡Gracias!
Un beso con mucho cariño.
No es nada fácil ser padres.
ResponderEliminarPero, ánimo, vas por buen camino buscando ayuda profesional.
Mi madre era bien castigadora y controladora.
Aun así, reconozco que me protegió y cuidó como ella había sido enseñada.
Cada generación tiene que sacar lo bueno de la educación anterior y reformular lo no tan bueno. Antes se consideraba el castigo físico como alternativa, ahora es más el diálogo.
La sabiduría de Dios ayuda a no ser tan liberales ni tan rígidos. Es un aprendizaje constante.
Te deseo lo mejor.
Me hace mucho bien leerte. Siempre hablas de tu mamá tan bonito que no la habría imaginado bien castigadora y controladora; pero es verdad que se hace lo que se puede con lo que se tiene y antes tenían lo que tenían.
EliminarSin duda, es la sabiduría de Dios la que se "ocupa" en esto: es demasiado difícil para poder sin eso, al menos yo no puedo: está mucho en juego, es complicado encontrar "el punto medio", a cada tanto surge algo imprevisto. Hablé con Él como hace tiempo no lo hacía -¿luego por qué pasa lo que pasa?- y le dije que porfa me dijera cómo porque yo por mi cuenta nomás no la hago, que me ponía en sus manos otra vez.
Gracias, Ojo humano.
No se que decirte un abrazo muy grande
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