Hace rato, ya en la cama lista para dormir, puse mi cara frente a su cara y le dije con el tono más decidido que he usado jamás: "A partir de mañana, cuando despiertes, tus manos van a estar lejos de tu boca y tu boca va a guardar tu lengua". Épico. No hostil, sino grave; no amable pero sí "suave": suave y penetrante como la voz de un hipnotizador; más profundo que eso: como un amo al que el universo se le somete porque es él.
Me puso toda la atención del mundo y dijo: "A partir de mañana, cuando despierte de la recámara..." Yo ya estaba festejando.
"A partir de mañana, cuando despierte de la recámara, donde descanso..." Era un momento intenso.
"A partir de mañana, cuando despierte..." "A partir de mañana..." Empezó a preocuparme que repitiera tanto; siempre repite, pero tal vez estaba demasiado impresionada; quería impresionarla, pero con los niños el equilibrio es tan delicado...
"A partir de mañana, cuando despierte, las manos van a guardar la lengua".
Pues nada.
Silvia Parque
Puedes quedarte tranquila. Tus palabras no le traumatizaron.
ResponderEliminarAsí parece :S ;D
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