lunes, 23 de octubre de 2017

La menarquia de mi hija

Psicoletra publicó un texto de Ibone Olza que se llama "La primera tienda roja". Trata sobre celebrar la menarquia y menciona la experiencia de la autora con la menarquia de su hija.

Ya he contado que siempre amé mi menstruación. Sigo teniendo una buena relación con ella, pero ya no la relación lujuriosa de hace unos años. El texto de Olza me revivió la sensación de antes.

Bueno: pues con este asunto ocurre que ahora está el significado que tiene en relación con mi hija.

Normalmente, las niñas con Síndrome de Turner necesitan que se les provoque la pubertad suministrándoles hormonas y hasta hace unos meses terminé de ¿asumirlo?

Las primeras veces que B vio mi sangre menstrual sentí que no podía decirle "te pasará cuando seas grande" y me dio pena. Me daba pena cuando ella tomaba mis toallas sanitarias; algo así como por qué yo sí y ella no. No sé por qué lo tomé de esa manera, si por ejemplo, no tengo duda de que será mamá si quiere serlo: confío en que sea de las afortunadas que consiguen embarazarse y parir, pero no creo que la maternidad se trate de eso, así que si quiere ser mamá y no puede embarazarse y parir, lo será de otra forma. Siempre que hablamos de que estuvo en mi panza le digo que lo importante es que estaba en mi corazón. ¿Entonces por qué no decirle "te pasará cuando seas grande" de algo mucho más sencillo de conseguir -con el tratamiento hormonal-? No sé. Pero ya no tengo esa complicación. Tal vez tenía que recuperar mi antigua relación de gozo con mi menstruación, para poder estar bien con el tema de la suya.

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Celebrar?, amar? Relación lujuriosa? Me dejas sorprendida, una vez más.
    Para mi es un mal necesario pero nada más. Jamás me lo plantearía en esos términos.
    A ver, que tampoco lo llevo mal, no me resultan molestas ni dolorosas, pero desde luego no las amo.
    Lo de tu niña lo veo igual, ser madre es mucho más que parir y gestar.
    Un beso

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    1. :D Ha sido un elemento en mi goce; durante muchos años, más o menos hasta el embarazo, me hacía sentir mujer y poderosa, me hacía saberme fértil aunque objetivamente no fuera un indicador de ello. Y las sensaciones: un dolor de muslos que me hacía sentir vulnerable, como cuando estoy lista para entregarme (para "dejarme ir"), mi vulva entumecida, presente... el aroma: olor a sexo. El fluido en sí mismo (me atraen los fluidos). La impresión de las manchas de sangre. La sensación de tener algo entre las piernas (si puedo elegir siempre elijo las toallas gorditas). Vamos: que yo de "mal" no le veo nada, pero es que soy medio "animal", en el sentido de básica: material, muy de yo-mi-cuerpo.
      ¡Un beso, Matt!

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