sábado, 23 de septiembre de 2017

Motivación emotiva

Esta es otra entrada en relación con el "después del sismo".

Maravilla el trabajo colectivo salvando y resguardando vidas: hay gente que tiene todos estos días ocupada en ayudar. A mí, como han dicho otros, me da igual si quien coopera se toma una selfie para mostrar lo que hace. A veces -supongo que muchas veces- será vanidad, pero también hay una necesidad humana de decir: "mira esto bueno" en medio de la destrucción y el dolor. Otra cosa es el quererse aprovechar de la tragedia, típico de los políticos: no se espera algo mejor de ellos.

Sin embargo, la ayuda seguirá siendo necesaria durante meses y comúnmente, en casos así -lo dicen quienes recuerdan el sismo del '85-, la ayuda disminuye al mismo tiempo que se tranquilizan los ánimos. La emoción va y viene: no se puede sostener; es un poco como enamorarse: un estado alterado de conciencia que se apacigua necesariamente. La determinación y el compromiso sí duran. Las imágenes y las historias de solidaridad y generosidad dan para creer que podemos tener de eso: ojala sí.

Ojalá también nos acordemos de quienes ya vivían como damnificados por un desastre: entre escombros, sin recursos, sin techo. Creo que entre los que vivimos con "seguridad alimentaria" hay una especie de compasión por la pérdida porque podemos identificarnos con quien ha tenido algo y lo ha perdido; sentimos empatía con su situación porque: "¿si yo me quedara sin casa?", "¿si de pronto no tuviera más que lo puesto?" Pero no nos identificamos con quien nunca ha tenido, ni con quien -según concluimos- se ha buscado la condición que vive.

Quiero decir... Es un país con más de dos mil mujeres y niñas desaparecidas, en el que se asesina más o menos a siete mujeres cada día. Pero esto no provoca una acción colectiva para buscarlas o para exigir justicia: no una del tamaño y el impacto de lo que estamos viendo. De hecho, un feminicidio o una desaparición puede hacer mucho ruido: se protesta, se exige; pero al día siguiente otra mujer es asesinada o desaparece sin que parezca importarle a nadie más allá de su familia. ¿Es el mismo pueblo capaz de remover piedra por piedra un edificio derruido, buscando un sobreviviente?

De verdad que no hago menos esta maravilla de unión y de entrega. Tampoco critico a quien ayuda a unos y no a otros: ¡Qué bueno que ayuda! Solamente comparto lo que pienso sobre la motivación emotiva -que a lo mejor es la única que puede haber-.

Silvia Parque

4 comentarios:

  1. Qué bueno Sivia, es así tal cual. Un término genial el de motivación emotiva, lo he pensado muchas veces sin ser capaz de ponerlo en palabras.
    El ser humano es así, lo emotivo es lo que más fuerza da, aunque sea poco justo que así sea.
    Un beso

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    1. Gracias, Matt. Ya que somos así, ojalá pudiéramos condicionar esa vibración: anclarla a las causas justas para "hacerla aparecer" en cualquier caso donde se necesite solidaridad o generosidad.
      Un beso.

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  2. Es cierto que la capacidad de implicarse en un suceso como ese pasa en unos días. A los que nos limitamos a vibrar emocionalmente todavía más pronto, pareciendo a veces que es más que otra cosa una reacción para acallar nuestra acomodada conciencia.

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