¡Qué molestia tener que rodear para no pasar por donde hay perros sueltos!
Está bien que mis miedos son asunto mío. Pero estoy hablando de perros de raza grande, que de pronto se mueven con energía. Evidentemente son "de casa": están muy bien comidos y cuidados, casi ninguno parece "mestizo". Hablo en plural porque en el terreno-parque donde me los encuentro, se llegan a juntar dos por un lado, dos por el otro y uno por más allá. Tal vez sus dueños sepan que son una dulzura y un ejemplo de educación, pero ¿yo cómo voy a saber? Los he visto ladrarse entre sí y no me parece que estén siendo amistosos; tal vez así se llevan, pero insisto: ¿yo cómo voy a saber?
Silvia Parque
A veces no lo saben ni los propios dueños. Una vez fui a visitar a una señora, casi se ofendió cuando le pregunté si el perro era de confianza y cuando me iba me dio un mordisco (el perro, no la señora).
ResponderEliminarAl menos deberían tener conciencia de su ignorancia. Tener un perro no obliga nada más a cuidar de lo que el perro necesita, sino también a cuidar al perro en su relación con los demás: con otros animales y con los humanos.
EliminarGanitas de dar un mordisco a la señora, para que se le acomoden las ideas.
esos miedos de la niñez que uno no puede dejar atrás ja...
ResponderEliminarLos miedos son una latita. Pero en este caso sí hay un elemento de precaución, digamos, realista: ¿cómo saber que puedes confiar en el perro desconocido, que ladra estruendosamente? ¿Y cuándo van dos o tres juntos, cómo sabes qué clase de pandilla han formado?
EliminarCreo que sí exagero; pero es que también se oyen historias terribles...