El proceso de mudanza empezó muy bien. Por la gracia de Dios encontré cada recurso que iba necesitando. Luego se puso desagradable. Había estado empacando desde un par de días antes, por la noche, cuando B ya estaba dormida, así que llegué cansada al momento crucial. El papá de B llegó por la mañana para ayudar; hacia la hora de comer ya había tensión ambiental; finalmente peleamos y luego, por supuesto, me sentí fatal. Mal por haber peleado con él, pero muy apenada por haberlo hecho delante de mi niña. No estábamos exactamente delante de ella, pero se da cuenta de todo. No es justo. Frente a eso son irrelevantes mis razones o justificaciones. Espero conseguir que no vuelva a pasar.
Así las cosas, la emoción que tenía por empezar una nueva etapa en un lugar bonito, dio paso a un abatimiento que no se acabó de ir hasta que tuve casi todo acomodado. Pero, bueno: se acabó de ir; me siento bien de nuevo y hasta logré usar el Internet del teléfono para escribir aquí.
Silvia Parque
Un mal momento lo tiene cualquiera.
ResponderEliminarFelicidades por el cambio.
Gracias, Macondo :) :) :)
EliminarQue seáis muy felices en el nuevo hogar.
ResponderEliminarUn beso
¡Gracias! Estoy ilusionada con hacer que sea una vida nueva, en todo lo que es bueno renovar :)
EliminarUn beso.
Las mudanzas son muy estresantes. Un beso.
ResponderEliminarMira que a mí me gusta: por la ilusión de lo nuevo, por revisar lo que hay y la tarea de acomodar; pero fue algo más o menos de imporviso y con B ahí, se complica un poco; además, aunque en general el papá de B y yo nos llevemos muy bien -ahí estuvo ayudando-, por algo terminó nuestra relación: al final, un largo rato juntos suele incluir peligro de tensión.
EliminarUn beso, Susana