lunes, 3 de octubre de 2016

Los perros en la calle: con correa

Pienso que los perros deben andar por el mundo con correa, incluso cuando son de una raza conocida por inofensiva y están muy bien educados. Se salvan los pequeñitos que son llevados en brazos (en favor de ellos, creo que debería dejárseles caminar, pero esta entrada es en favor de los humanos) porque el punto es asegurar que el animalito no invada el espacio de los demás, como quiera que el dueño lo consiga. Y una forma de invasión es la amenaza que representa su andar libre (sin correa).

En la casa de cada cual, cada cual sabrá si su perro se sube a los sillones o tiene su sitio en la mesa; afuera, el mundo social es para los humanos. Puede ser injusto, pero así es nuestra civilización. En nuestro corazón podrá estar primero nuestro perro y luego el resto de los habitantes del planeta, pero para efectos de interacción social, primero son los seres humanos. Así que tal vez mi perro y yo queramos ir a pasear sin collares ni correas para ninguno de los dos, pero debo pensar en cómo eso puede afectar, aunque sea eventualmente, a los demás.

Nos guste o no, habrá perros en las calles, en los parques, etc. A mí me gusta, aclaro; pero si no me gustara, tendría que aguantarme, porque respeto la existencia de otras especies y los afectos de otros humanos.- tendría que aguantar oír ladridos, por ejemplo. Pero no tendría que aguantar el excremento que el dueño no recogió. Casi cualquiera está de acuerdo con eso. Pues del mismo modo, no tendría que aguantar a un animal corriendo desaforadamente en un espacio que, por más exterior y público que sea, es inapropiado para ello. Ni tendría que hacer cálculos mentales sobre la probabilidad de que el perro suelto que ahora está simplemente andando, de pronto sea un animal corriendo desaforadamente... Por más que tú sepas que tu perro se porta mejor que todos los niños que conoces, los demás no tenemos porqué saberlo.

Silvia Parque

6 comentarios:

  1. La gente se ha vuelto idiota con los animales. De todas formas, yo incluso lo haría extensivo a los niños. El otro día, en un restaurante, un niño pequeño estuvo llorando durante toda la comida. Sus padres no hacían nada por evitarlo, ni siquiera estaban cortados. Debían pensar que tenían derecho a amargar la comida al resto de los comensales. Y lo consiguieron.
    Besos.

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    1. A veces eso parece. La gente embebida con su asunto sin pensar que hay otras personas. Otras personas a las que deben consideración, por respeto. Con los niños me parece poquito peor porque al niño además le estás mostrando como relacionarse con el mundo... bueno, tal vez también se lo estés mostrando al perro, pero es más importante como terminan pensando y haciendo los niños...
      En el último párrafo traté de expresar que hay que tolerar la presencia de algo que podría molestarnos, dentro de los límites en los que se entiende que estamos siendo respetados también. Con los niños sobran ejemplos: hacen ruido, lloran, se mueven, pero tienen derecho a existir y a ocupar el espacio público. Mi abuela me contó, por ejemplo, que tuvo un vuelo en el que un bebé lloró desde que el avión tomó altura hasta que aterrizó. Según su experiencia, al bebé le dolían los oídos. Esas cosas pasan, debe ser nefasto para los pasajeros, pero el bebé necesitaba viajar (así fuera de vacaciones) y ocurrió de ese modo. Yo en el avión con B, por más que la he tratado de contener, no he evitado que toque al pasajero de enseguida, que afortunadamente siempre sonríe; pero que lo toque una vez, dos veces, como un roce, no que esté manoteando. No puedes hacer mucho más porque los niños, como digo, se mueven, hacen ruido, lloran. Pero en un restaurante, donde dependiendo el caso, puede que de hecho no sea un lugar para niños, pues te toca valorar si cabes o no cabes ahí, y si no cabes o el bebé está incomodando, ¡salirte! Yo he ido un par de veces sola con B a comer y a tomar un café. La vez del café, me salí porque ella no se estaba quieta. El resto de veces que ella ha "comido fuera", hemos ido con su papá, y en cuanto empieza a hacer un ruido más fuerte que el de una conversación normal, el papá se sale con ella a dar una vuelta. Mucho antes de que llore. ¡Todo un tema, bebés y niños en público! De hecho, es un tema en sí mismo la distinción de la tolerancia que se tiene hacia los bebés, hacia los niños pequeños y hacia los niños mayores...
      ¡Besos, Macondo!

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    2. Me viene de perlas el ejemplo de tu abuela, porque yo siempre digo que la pesadez del niño que te toca en el vuelo es directamente proporcional al tiempo que tienes que estar en el avión.
      Conste que a mí me gustan mucho los niños. No tanto los padres que no hacen nada porque no molesten a los demás o piensan que es una obligación del prójimo soportarlos mientras ellos se divierten. Si veo que los padres se preocupan (aunque sea infructuosamente) me muestro mucho más comprensivo.
      Besos.

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    3. ¡Claro! Y hay que ver las condiciones del avión. A nosotras nos han tocado asientos bien pegaditos, de modo que si entre adultos está difícil no ocupar el espacio personal del otro, con niños pequeños es prácticamente imposible. Pero así como una se disculpa por sí misma cuando ha rozado el brazo del otro, una se disculpa a nombre de la cría y hace todo lo posible por contener la situación. Me parecen muy interesantes las "claves sociales" -por llamarlas de alguna manera- por las que evidenciamos a través de gestos, algo así como "me estoy haciendo cargo"; por ejemplo, corregimos en voz alta, de modo que el otro se entere de que nos importa. No se piensa cada vez: es automático. El otro suele interpretar atinadamente que tiene permiso para intervenir y si es mujer y no es muy joven, suele comentar algo amable. Algo que ocurrirá menos en la medida en que los niños crecen porque se espera que vayan mostrándose civilizados.
      Uno de los casos que me ha resultado más incómodo con B ha sido en una fiesta infantil. Lloró unas tres veces, cada vez que se tronaba un globo. Estábamos en el patio cerrado de una casa pequeña. Su llanto "de sentimiento" puede ser MUY intenso y... taladrante. Para salir del patio, habríamos tenido que atravesar la casita llena de gente, así que resolví que era mejor esperar a que se le pasara. La cargué de cara a una puerta -cerrada-, de modo que le diera el aire y se distrajera con la vista de otro patio donde había perros. Funcionó, pero no como magia instantánea, así que mientras lloraba era eteeerno !! Yo preferí no ver a la gente alrededor, pero cuando tuve que verlos, encontré expresiones tanto de apoyo moral como de "¡¿Qué le pasa a tu criatura?!" en plan "¡Controla eso!". Pero es que a veces no se puede más :) :)
      Besos, Macondo :)

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  2. Conviene sacarlos a correr pero en el campo. Un beso.

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    1. ¡Claro! O en un lugar realmente extenso de área verde (o café, pues...)en el que "quepan".
      Un beso, Susana.

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