Ahora me los quito más que antes, porque los protejo de la interacción con B. Me los quito, los dejo donde sea, y al rato olvido donde fue "donde sea". Pero nunca me pondría las cadenitas para traerlos colgando. Eso me hace sentir empatía con mi abuela, que necesita un aparato para oír mejor pero es anatema: ella jamás.
Silvia Parque
Los niños a esas edades son un peligro para las gafas. Tienen unos reflejos increíbles para quitártelas.
ResponderEliminarTu abuela me recuerda a mi madre. También le falla un poco el oído, pero dice que lo que sucede es que nosotros no vocalizamos al hablar. Genio y figura.
Besos.
¡Vaya que si son un peligro! ¡Y qué reflejos jedi!
EliminarYo creí que a B mis lentes le parecerían parte de mi rostro porque los ha visto toda la vida, es decir, que le parecería que su sitio "naturalmente" es "mi cara" y no sentiría interés por quitarlos de ahí. Lo creí, inocentemente, porque a una edad en la que los bebés intentan tocar los lentes de las personas, B no intentaba tocar los míos. Pero creo que más o menos al mismo tiempo que empezó a reconocer/nombrar las partes del rostro, empezó a querer quitármelos.
Pongamos a mi abuela a platicar con tu madre, a ver cómo les va :D Así es: genio y figura. Alguna vez le aconsejaron a mi abuela usar bastón: primero dejaba de caminar, yo creo XD
Besos, Macondo.