miércoles, 3 de febrero de 2016

Consulta al pediatra me hace feliz

Mi pediatra estrella envió a B a consulta con un especialista en neurodesarrollo para asegurarnos de que todo va bien. Hoy fuimos, y todo va bien. Eso ya me hace feliz, pero hay más:

Primero: qué persona más amable. Así da gusto pagar un servicio. Porque no solamente los médicos abrumados por la falta de recursos en el ámbito público pueden ser poco amables; también se ve en las consultas privadas.

Como era de esperarse, el doctor preguntó cosas... cosas básicas como cuánto pesó y midió la niña al nacer. Y yo no supe. No me sé esos datos. Una vez, dije que nació el 19 de abril y nació el 18. El padre no podía creerlo, y yo espeté algo como: "pues yo la cuido todo el día, la baño, la cargo, le doy de comer, le cambio los pañales; no será tan importante una fecha, comparado con eso". Pero cuando lo platiqué entre otras madres, resultó que nadie nunca ha olvidado qué días nacieron sus hijos. Yo, la verdad es que olvido más cosas. En la consulta normal de cada mes, la doctora suele preguntar cosas de las que no tengo idea. Creo que la vez pasada preguntó cuánta leche de fórmula toma. ¡Yo no sé! Toma cuando pide, lo que pide, y yo no voy sumando onzas a lo largo del día... bueno: ahora sí lo hago de vez en cuando, por si vuelve a preguntarme. Pero así ha sido siempre con las preguntas... cuando el papá nos acompaña, él responde.

El caso es que hoy le dije al doctor: "Debo ser la única mamá que no sabe esas cosas, ¿verdad?" Y me dijo que no. Me dijo que no, como quien dice "pase usted al cielo, ya puede disfrutar de la gloria por la eternidad". Lo dijo con una gran sonrisa y yo fui feliz.

Luego me explicó cosas, bla, bla, bla, y en cierto momento dijo, como un juez de un concurso de pasteles: "el vínculo con la madre, excelente". Más bla, bla, bla explicativo y demás; pero, ¡vaya!: recordé el miedo que tenía cuando B nació, de hacer algo terrible para su conexión conmigo. Hubo días, en esa cuarentena en la que nos conocíamos, que yo me quedaba mirándola y me veía en sus ojos, y le huía a mi reflejo temerosa de que al estar viéndome a mí misma, no la estuviera viendo a ella. Luego me ocupé de criar y de seguir viviendo, y esos temores se fueron archivando, pero debía haber algo de ellos porque cuando este médico "aprobó" nuestro vínculo, me sentí aliviada y feliz.

Más adelante, el doctor me mostró ejercicios de estimulación con B como modelo obligada, y ella, como yo esperaba, mostró su disgusto, más intensamente de lo que yo esperaba. Su papá le canta "todo lo que quiero es todo lo que quiero" en momentos como ese, que en el rato de la consulta fueron tres. Comentando al respecto, le dije al doctor que es muy voluntariosa, enfatizando el "muy". Él me dijo que no, que esperara a después del año para hablar de voluntad, que ahora eran reacciones, temperamento, nada más. Y también me sentí feliz. Dijo algo así como que le diéramos una oportunidad. Yo dije, como si acabara de descubrirlo: "entonces el drama en cada cambio de pañal es nada más su defensa contra algo extraño que está ocurriendo en el mundo", y me dijo que sí. Y me sentí y me siento feliz.

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Me parto de risa contigo, desde luego eres una mujer muy original. Yo estoy en el extremo opuesto y recuerdo todos los números de mis hijos: tallas, pesos, fechas y mililitros, jajajaja.
    Me alegro mucho de las buenas sensaciones en el pediatra.
    Un beso

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    1. ¡Ay, Matt!, yo diría despistada y vaga, en lugar de original; pero original está mejor, así que me lo quedo :D
      Yo es que no sé si me falta ese lugar donde las madres normales archivan todo, porque la verdad es que el extremo opuesto en que estás es la normalidad, según veo :S
      Gracias por compartir la alegría :) En este caso fue especial encontrar tanto bueno, porque es la primera vez -espero que no haya muchas veces- que me muevo con la niña en un camión urbano (normalmente andamos en taxi). Así que fue un buen rato de ida, una caminadita, un asoleo, y otro buen rato de regreso, ¡pero valió la pena!
      ¡Un beso!

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