Suyo de ella, suyo de él mismo.
Ayer tenía a la niña en brazos cuando me atacó un calambre en la pierna. Más de una vez se me habían dormido los pies mientras la cargaba, pero esto fue peor. A veces, estornudo justo cuando empieza a quedarse dormida. También llega a pasar que ella está come y come, y no puedo aguantar más las ganas de ir al baño, así que tengo que despegarla de mi pecho, lo que vive con profundo desagrado. Muchas noches me duele la espalda o el cuello por la forma en que la cargo.
Antier o antesdeantier me sorprendí diciéndole: "Tú te llamas B. Yo me llamo mamá de B". Fue un poco la dimensión desconocida de la identidad. Sé que nuestro romance irá templándose a medida que ella crece y dejo de ser indispensable, así que me dejo llevar con gusto y sin miedo, disfrutando que su papá diga "eso es mamitis". Mi cuerpo, entretanto, va por la libre con sus cosas, desconociendo la primacía y omnipresencia de mi niña, pretendiendo que le atienda, el inocente.
Silvia Parque
Es bonito eso que dices. Un beso.
ResponderEliminarGracias ;)
EliminarUn beso, Susana.
Si es que a veces los cuerpos de las madres son de un ingenuo...
ResponderEliminarBesos.
¿Verdad, Macondo?
Eliminar¡Besos! ;)