Tengo una larga lista de cosa por hacer, muchas de las cuales esperan a que B duerma. Otras se pueden hacer con ella, pero es muy apreciable poder ponerme a la labor sin el apremio de "brazos-atención-comida-ahora-ya-ahorayamismo-; es el caso de cocinar o comer... comer con calma. Pero el momento llega siempre un tanto inesperadamente, aunque llegue todos los días, o más bien, me encuentra a mí desprevenida, como medio boba, y tardo un momento en decidir. Si tengo trabajo que entregar, casi no hay pregunta: hay que hacer lo que hay que hacer; pero si el día de entrega no está próximo, todos los pendientes entran al concurso y todos son atractivos. Puedo ponerme a recoger o a limpiar o a lavar; puedo ocuparme de esos proyectos siempre pospuestos por "innecesarios", como colocar una foto en el portarretratos del buró; puedo ponerme al día con correos electrónicos u ordenar papeles; podría, por fin, volver a leer, ¡volver a escribir!, o darme el gusto de simplemente pasear por la blogósfera, escribir una entrada. Estaría bien una lección de inglés o francés... Y la tentación más grande: dormir yo también.
Como he dicho, sus siestas no son muy largas, usualmente; cuando llega a pasar un buen rato de que duerme, la extraño.
Silvia Parque
No hay comentarios:
Publicar un comentario