Sin embargo, el mundo no se detiene a esperar. Y los que aman a la persona en crisis, pueden tener paciencia y apoyar, pero esto tiene sus "asegunes". Por ejemplo, los hijos que no son adultos, no tienen por qué tener los recursos personales para anteponer la necesidad de papá o de mamá, a la suya. Y las personas mayores, que hicieron lo que pudieron como mamás o como papás, tampoco tienen por qué tener los recursos personales para comprender qué le pasa a ese hijo o hija al que nunca le faltó comida ni se le sacó sangre, y que hoy reniega de lo que hubo y de lo que no hubo. Fuera de la familia, parece que la cosa es más simple, pero no necesariamente; estar suspicaz o a la defensiva en el trabajo, a la larga no paga bien.
Por eso hay que buscar un contexto seguro para el cambio: uno en el que se pueda derramar amargura, acidez o lo que haga falta, si hace falta; un guía o compañero de viaje, que nos pueda hacer ver que la mayoría de las cuentas por ajustar, cada persona ha de ajustarlas consigo misma, alguien que pueda dar herramientas para no ir disparando a todo el mundo cuando traemos la revolución por dentro.
Silvia Parque
Para lo bueno y para lo malo. Creo que es importante hacer el camino acompañado. Un beso.
ResponderEliminarSí :)
EliminarUn beso, Susana.