Siempre agradezco por algunas cosas, al despertar y antes de dormir. Pero ahora la lista es larga, y lo hago todo el día. En el momento en que voy a pasar del dolor al sufrimiento, agradezco lo que vea: la botella de agua, las teclas del teclado, mis uñas sanas ni tan cortas ni tan largas. Puedo ir por la calle pensando: "gracias por la acera", "gracias por los zapatos". Dios sabe que lo hago como estratagema, pero igual es dar gracias porque es honesto: la misma tendencia que tengo a encontrar errores en ciertos ámbitos, la tengo a encontrar bien y bueno todo, fuera de esos ámbitos. Me funciona.
Silvia Parque
Me parece una filosofía muy buena. Tengo que probarlo. Un beso.
ResponderEliminarHa de ser bueno en cualquier caso; a mí me sirve para que, si ya me caí en un "hoyo emocional", no me llene de lodo ni siga cavando :) entretiene y dispersa la mente para bien.
EliminarUn beso, Susana.
Yo hace unos años que lo practico, debo obligarme a ello, es un ejercicio de voluntad que en mí no es espontáneo, no doy gracias porque me salga del alma hacerlo, como tú bien dices es una estratagema, pero me funciona. No quiero decir que de repente todo sea maravilloso, pero me alivia, me consuela y me conecta con el hecho de que realmente por mal que vayan las cosas sigo teniendo mucho que agradecer, me pone de buen rollo y me hace relativizar. A ver...nunca he dado las gracias por la acera, o los zapatos, me voy a cosas más concretas que de verdad me afectan, pero sí, es bueno
ResponderEliminarEso justo: no se pone todo maravilloso, pero alivia, consuela. Sobre todo, cuando de verdad me siento super fatal, me sirve como mantra y me saca las "malas ideas" de la cabeza.
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