Se vacía el agua muy caliente, provocando el ruido del chorrito topando con el material de la taza, y luego del agua consigo misma. Se decide qué tanto de agua, lo cual implica un diseño interior específico -se ve mal una taza rebosante-. Siguen los ruiditos que harán el azúcar y el café; primero el azúcar para que endulce bien -como al hacer limonada-.
A veces, los granitos de café hacen circulitos de colores antes de oscurecer parejo toda el agua. A veces tardan en hundirse. Si se trata de algún polvo contemporáneo para hacer café de sabores -capuccino, moka...-, es más sencillo, pero no deja de tener su gracia. Casi siempre va el polvo primero, y una puede disfrutar del charquito de barro que se forma cuando le cae el agua encima, y de ver cómo se va disolviendo...
Silvia Parque
El ritual de preparar la cafetera por la mañana es para mí uno de los grandes placeres. Me gusta hacerlo sola, mientras los demás todavía duermen, y empieza a clarear. Me gusta el olor del café molido cuando voy rellenando la cafetera, me encanta el olor del café cuando comienza a salir, y el ruidito que hace al subir.
ResponderEliminarMe gusta tomármelo sola, sentada en la cocina mientras mi cabeza trata de despejarse y despertar, en silencio absoluto.
Besos
Mmmhh... el olor... hay que buscarnos esos momentos a solas entra una misma y el café... yo últimamente no los he tenido; ha sido el café viendo algo, escribiendo algo, trabajando; pero el café y una misma nada más, suena bien y bueno :)
Eliminar¡Besos, Inma!