viernes, 26 de abril de 2013

Libertad

Planeé hacer un pago en el banco y llevar a cabo un trámite ya con el recibo. Los viernes salgo temprano de la universidad, así que elegí ese día.

Antes de llegar al banco, recordé que necesitaba llenar y presentar un documento que me enviaron por correo electrónico. Ni siquiera había descargado el formato, pero tenía suficiente tiempo.

Encontré el banco casi vacío, pagué y fui a un lugar cercano a rentar una computadora con internet para descargar el documento, imprimirlo, etc. Entonces leí en el correo con el adjunto, que podía escanear el multicitado documento y enviarlo con el recibo vía electrónica. ¡Una hora de camino ahorrada!

Hice lo que correspondía y fui a buscar donde comer, rumbo al lugar donde vivo. No encontré nada como lo que buscaba, pero recordé un lugar que vi muchas veces desde el autobús; se me antojaba llegar ahí, sin embargo, tendría que rodear tal vez unos diez minutos. Hasta hace un par de semanas, habría pensado que no tenía sentido el rodeo, pero claro que tuvo sentido: deseaba ir a ese lugar y no había ninguna razón para que no fuera.

Comí rico.

Recordé para qué sirve la libertad y que la libertad más importante es la que nos libera de nuestras propias ataduras.

Silvia Parque

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