domingo, 18 de noviembre de 2012

Ser princesa

Dice Sabina en "Pongamos que hablo de Madrid", que "las niñas ya no quieren ser princesas". A mí ya no me tocó querer. Nunca cupe en los modales que mi abuela hubiera querido que tuviera y más o menos pronto preferí, digamos, recorrer el mundo a pie, en lugar de tomar el té en un saloncito.

En México, esta decisión -ser o no ser princesa- culmina en la celebración de los XV años. Tradicionalmente es una gran fiesta donde -ahora figuradamente- se anuncia a la sociedad -constituida por parientes, amigos, conocidos y amigos de los conocidos- que la niña creció. Yo preferí un coche. 

Ayer, la última princesa de mi familia se vistió de rosa y fue más princesa que nunca, mientras todos veían lo hermosa que ha crecido. Sus amigos le desearían felices XV; nosotros -que la amamos-: feliz vida.

Silvia Parque

4 comentarios:

  1. Creo que yo hubiera hecho lo mismo. No le veo mucho sentido a esas fiestas. Un beso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Uy, tienen muchos sentidos, diferentes según la familia y el subgrupo social. Ninguno de esos sentidos iba conmigo, pero con otras jovencitas, sí... ¡vieras lo contenta que estaba "nuestra" princesa! (Aunque solamente puedo saberlo de oídas y verlo en fotos, porque estoy lejos.)
      ¡Un beso!

      Eliminar
  2. Aquí no hay costumbre de hacer eso, salvo en la sociedad más rancia y pija, dónde se hacía la "puesta de largo" de la niña, no sé si se seguirá haciendo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué curioso me suena: "puesta de largo" :)
      Acá va cambiando la tradición; cada vez es menos "obligatorio" lo de la fiesta, y más jovencitas optan por hacer un viaje, recibir dinero, o como yo, un regalo "grande".
      ¡Saludos!

      Eliminar