Los bebés ponen todo en su lugar porque llegan a situarse en primer término y a ponernos en primer término la realidad del cuerpo y la inmediatez del presente.
Medimos nuestras posibilidades con el grado de bienestar que somos capaces de procurarles.
Nos damos gusto con sus gracias.
Cuando volvemos a mirar, están andando por sí mismos y a punto de no ser "bebés".
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