Tampoco me gusta la actitud que pregona el perfeccionismo, anunciándolo como defecto pero sosteniéndolo como cualidad positiva. Mi perfeccionismo nunca fue algo bueno y me gustaría no pasar las sensaciones de angustia que todavía vivo cuando me equivoco en algo "del trabajo".
Hoy fue una de esas veces. El procedimiento que seguimos permitió detectar el error antes de que tuviera repercusiones, así que no provocó un problema. Pude asimilarlo con tranquilidad, en comparación a lo que hubiera sido de mí hace un par de años. Además, tuve oportunidad para recibir de nueva cuenta la generosidad de mis compañeras. Me siento agradecida.
Silvia Parque
Totalmente de acuerdo contigo.
ResponderEliminarHe estado dando una vuelta por tu casa y me gusta, así que si no tienes inconveniente, me quedo por aquí.
Por cierto cuando tengas lista la campaña por la abolición de la obligación a la felicidad quiero unirme a ella inmediatamente. :D
Besazo
Muchas gracias y por supuesto: ¡BIENVENIDA!
Eliminar¡Seremos dos en campaña! ;)
¡Un fuerte abrazo!
Tus reflexiones siempre me hacen pensar. Es bueno aceptar el error y no culparse. También es importante servir a los demás sin sentirse humillada. Un beso.
ResponderEliminarGracias, Susana, es muy gratificante para mí que visites el blog y comentes.
EliminarUn beso con mucho cariño.