Había caminado mucho desde temprano, para puras cosas de mi gusto, pero al fin y al cabo, en botas de tacón, así que los pies no cooperaban con el discurso del cerebro a los hombros. Los aretes cambiaron el "modus" del día. Ni siquiera me di cuenta: iba con ellos puestos, tan campante que a los pocos metros noté mi soltura: me había enderezado y los pies volvían a ser ligeros: podía sentir el movimiento de los círculos horadados colgando de mis orejas. ¡Todo estaba bien!
Me hace feliz comprar cosas para mí. Especialmente cosas que me hagan sentir guapa. Soy tal cual indica el estereotipo: quiero más a mi marido cuando llega con un regalito, más cuando el regalo es una joyita, y más cuando... digamos... brilla más.
Silvia Parque
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