Está el abandono de quien ha conocido, el toque de displicencia de quien tiene una visión que va más allá de su propia sombra. Y está la vacuidad abigarrándose con la flojera. Es otra cosa.
El filósofo que sólo sabía que no sabía nada, no era ningún soez -al menos, no por eso-. Ay, con los malhechos de este siglo: vamos a ver qué pasa.
Silvia Parque
No hay comentarios:
Publicar un comentario