Hoy he leído en un grupo privado de Facebook, a una mamá que pide opinión sobre una situación de conflicto en su casa, que me parece tiene la salida clara de mandar lejos al tipo. Objetivamente es fácil de ejecutar; la cuestión es que es doloroso, le implica perder cosas que valora... Y ante esto, hay quien da vueltas. Yo pienso que así es la vida: que corresponde estar dispuestas a pasar dolor y perder cosas que valoramos cuando es necesario por el bienestar de la cría.
No soy mártir. No pienso que la maternidad tenga que ser "sacrificada". Al contrario: luego los sacrificios se cobran caro y no se vale. Solo toca lo que toca.
Si tengo un recién nacido que despierta por las noches y soy quien está a cargo, pues no voy a dormir bien por las noches durante un tiempo. Es lo que toca. Así: si tengo un hijo con tales necesidades cuyo bienestar es incompatible con la vida en pareja posible con un señor Fulano de Tal, pues no hay vida en pareja con el señor Fulano de Tal. Si quiero vida en pareja, espero que llegue otro señor o me busco a otro señor, pero no a ese Fulano de Tal. No me planteo la posibilidad de poner en riesgo el bienestar de mi hijo, menos aún la posibilidad de ver cómo se pierde ese bienestar, a veces construido con mucha dedicación.
No hablo de no tener vida en pareja. Hablo de no tener una vida en pareja que no le viene bien a mi hijo o a mi interacción con mi hijo o a mi manera de maternar.
Yo me tardé aaaaaaños en terminar mi relación de pareja: años de intentar, de regresar, de no poder creer que había vida después de eso; tengo claro que puede ser muy complicado, pero era asunto mío con él, no algo que pusiera en jaque el bienestar de mi niña. Si hay crías, se procede a poner a salvo a la cría. De hecho, parte de lo que me motivó a decidirme fue pensar en lo que ella iba a aprender sobre las relaciones de pareja... Lo que quiero decir es que nunca se trató de problemas con el trato qué él le diera a ella o que a él le molestara algo de ella; no habría podido tratarse de eso porque a la primerita señal de algo así, le habría sacado de nuestras vidas.
No hay manera de que yo pueda estar con alguien que no la adore y que no piense la educación en términos de buen-trato. Puedo enamorarme, ir a comer, tener sexo, recibir un regalo; pero hasta ahí: en horario que no interfiera con mi prioridad.
Silvia Parque
Está claro, primero las crías.
ResponderEliminarUn abrazo.
Así mero.
EliminarUn abrazo, Alfred.
No sé si antes se tenía las cuestiones más claras.
ResponderEliminarMi madre me eligió siempre. Bueno, también le gustaba su libertad. Murió soltera en mis brazos, en buena compañía, rodeada de cariño. Valoré su elección, aunque a veces era una gran responsabilidad ser hija única.
Creo que llegar a un equilibrio cuesta pero la ayuda de Dios siempre dará sabiduría.
Te deseo lo mejor.
Besos a B.
Murió bonito, entonces :) Ojalá supiéramos como darlo todo sin que las crías sientan que nos deben algo, que son responsables de algo en relación con nuestra satisfacción, logro, bienestar; pero ahí vamos, haciendo lo posible... Dios mediante.
EliminarGracias, Ojo humano.
¡Un abrazo!
Ser madre nos cambia la vida, y es bueno tenerlo en cuenta. Tenemos nueve meses para hacernos a la idea, y luego años y años de ser madre de...dejando de ser...una misma. Vale la pena...creo
ResponderEliminarUn abrazo
Si no nos cambia la vida es que no estamos siendo madres: no es un puesto en una empresa, no es un encarguito cualquiera... Creo que puede hacerse siendo una quien es, sin dejar de ser una misma, aunque hablo desde el privilegio de muchos apoyos. En cualquier caso, creo que las hijas, los hijos, deben ser prioridad, de modo que si tienes que haber renuncias, pues las hay.
EliminarUn abrazo, Albada.
Poco se puede añadir a tu sensato comentario.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un abrazo, Macondo :)
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