Imagino que preparo un postre en mi casa, es decir, imagino que rento una casa y preparo algo rico de chocolate en mi cocina; tal vez, un pastel. Luego pienso que quizá no tenga una estufa con horno, que quizá pasé otra temporada en la que el presupuesto no alcance para postres. Me detengo y me digo que soy una persona tan capaz como el resto del mundo que tiene casa, estufa y prepara lo que le da la gana. Pienso que hay como cincuenta mil cosas que pagar antes de mudarme. Me digo que no son cincuenta mil y que no importa no saber cómo, lo importante es hacer lo que corresponde...
Es una especie de debate entre la yo con fe y la otra yo. No importa cuáles sean las premisas argumentadas, la yo con fe siempre gana.
Silvia Parque
Si tienes dudas le pides consejo a la sensata de tu hija.
ResponderEliminarBesos.
¡Excelente idea!
EliminarBesos, Macondo.