Sentí "algo" cuando entramos al centro: un poco de pena y miedo de sentir dolor. Yo estudiaba por ahí y durante buen tiempo, el papá de B vivió por ahí, así que eran nuestros rumbos. No deja de sorprenderme cómo me fue tan totalmente desconocida la posibilidad de que un día, yo viera esas calles -yo existiera- sin que él me amara, sin sentirme suya.
Tomé un taxi al salir de la consulta. Volvimos a la casa por un camino diferente al que habíamos hecho para llegar al consultorio. Por ahí, no reconocí nada hasta que llegamos al periférico; conocía ese aire, ese cielo e incluso el material de las construcciones, pero nada más.
Silvia Parque
A mí me cuesta volver al barrio de mis padres. Un beso.
ResponderEliminarTe entiendo.
EliminarUn beso, Susana.
Es el sabor agridulce de la vuelta al pasado.
ResponderEliminarBesos.
Así es. Me alegro de que el sabor no sea amargo.
Eliminar¡Besos, Macondo!